Las cuatro claves a tener en cuenta antes de endeudarse

Moroso
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Invertir es la única manera de crecer y, en algunos casos, hasta de mantener la actividad de la empresa en el sector. Ahora bien, muchas veces, para poder llevar a cabo esta inversión, es necesario pedir financiación. Como se ha comentado en otras ocasiones, este hecho siempre entraña un riesgo.

Hay que tener en cuenta que financiarse es sinónimo, también, de endeudarse. Es decir, puede que debamos un importe mayor a nuestro propio patrimonio. Por lo tanto, antes de hacerlo, hay que valorarlo muy bien y tener en cuenta algunos aspectos.

¿Qué aspectos hay que considerar antes de endeudarse?

Estos son cuatro de los puntos más importantes a trabajar al respecto:

  • Valorar el patrimonio propio: es peligroso endeudarse por un valor que supere el propio patrimonio. En caso que los ingresos y beneficios resultantes de la inversión no sean los esperados, se puede poner en riesgo hasta la propia estabilidad económica. Del mismo modo, si se ha requerido la figura de un aval, en caso de no poder afrontar los pagos con los cuales nos hemos comprometido, otra persona puede sufrir las consecuencias negativas de no haber calculado correctamente el éxito de la inversión.
  • No fiarlo todo al aval: el avalista es una figura que tiene como finalidad dar seguridad, pero lo ideal es no tener que depender de él. Por lo tanto, hay que asegurarse que la inversión es buena por sí misma y no pensar que, ante cualquier problema, tenemos un avalista que saldrá en nuestra ayuda.
  • Ser consciente de la situación del mercado: a la hora de enfocar las expectativas de ingresos y beneficios, no solamente hay que considerar el historial pasado sino, especialmente, tener en cuenta la estimación de la evolución futura de la empresa. Para ello, hay que realizar el correspondiente estudio de mercado y valorar con claridad si las expectativas generadas se corresponderán o no con la realidad.
  • Escoger correctamente el tipo de sociedad: existen muchos tipos distintos de sociedades con responsabilidades diferentes. Por ejemplo, una de las dudas más habituales entre los emprendedores que empiezan una actividad es decidir si empiezan como autónomos o abriendo una Sociedad Limitada. En el primer caso, aunque los trámites son menos costosos y su operatividad es más alta, entraña una responsabilidad ilimitada. Es decir, el autónomo debe hacer frente con todo su patrimonio a cualquier imprevisto. En cambio, en la Sociedad Limitada, aunque se exige un capital mínimo (poco más de 3.000 euros) y es más costosa de dar de alta y gestionar, ante cualquier eventualidad solamente se pone en riesgo la cantidad invertida en la sociedad.

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