Inversión

Cómo navegar entre Caribdis y Escila

Como le sucediera a Ulises en la Odisea escrita por Homero, cada día los inversores deben enfrentarse a innumerables pruebas y desafíos antes de conseguir sus objetivos de rentabilidad sin naufragar y perecer. En este sentido, nos sentimos verdaderos Ulises quienes, en el camino de regreso a su hogar en Itaca y tras superar el canto de sirenas (¡cuántas veces los ahorradores e inversores son seducidos por las mismas para su desgracia!), nos vemos abocados a cruzar por acantilados estrechos y peligrosos donde en un lado está el monstruo marino, Escila y, en el otro, Caribdis.

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Tanto Escila –que bien podría ser la combinación de una desaceleración sincronizada en el crecimiento económico de un mundo cada vez más endeudado, con unas tensiones geopolíticas complejas a la hora de resolverse–, como Caribdis – representado por la normalización de la política monetaria llevada a cabo por alguno de los principales bancos centrales del mundo–, pueden tratar de que zozobren nuestros ahorros como ya lo vimos durante el 2018.

Ya en anteriores artículos he venido señalando que nos encontramos en un entorno financiero complicado. Una coyuntura, en la que los Escila y Caribdis de turno, supone desconfianza. Y todos sabemos que la desconfianza, a su vez, genera incertidumbre… y ésta lleva a la volatilidad y al miedo. Y el miedo, como se dice en la famosa saga de Star Wars… “el miedo lleva al lado oscuro”. Es decir, a sobre reaccionar ante cualquier tipo de rumor pues, como sucede en la propia vida, a veces solemos angustiarnos y sufrir por posibles amenazas, peligros y problemas que, en muchos casos, al final no terminan por materializarse.

Ahora bien, que llegue a pensar que se van a mantener alguno de los focos de tensión -que supusieron una importante inestabilidad financiera durante el pasado año-, no significa que el entorno financiero vaya a ser el de dragones oscuros que sobrevuelen sobre nosotros y que nos lleven al lado oscuro y tenebroso del pánico… Aunque, me temo, tampoco creo que 2019, financieramente hablando, vaya a ser todo luz y palomas…

Optimismo

Creo que debemos ser conscientes de una serie de peligros que van a generar incertidumbres, y por eso aconsejamos ser prudentes a la hora de invertir en mercados financieros. Pero también hay una serie de hechos que nos hacen ser algo más optimistas y que convendría no obviar e estos instantes:

  1. En primer lugar, es cierto que la economía mundial se está desacelerando. Sin embargo, hoy por hoy sigue creciendo y no apunta a que en los próximos meses vayamos a vivir una nueva recesión.  
  2. La inflación mundial se encuentra en niveles estables y contenidos.
  3. Es cierto que la normalización de las políticas monetarias, por parte de algunos grandes bancos centrales, es una realidad. Sin embargo, tenemos la esperanza que la propia FED retrase la subida de tipos de interés en USA.
  4. Por ahora los resultados empresariales, en general, siguen siendo sólidos.  Además, a pesar de la desaceleración económica, hay empresas que por su tipología de negocio son capaces de seguir generando flujos de caja estable e, incluso, pagar dividendos  a sus accionistas.
  5. Es posible que vivamos una cierta distensión en las tensiones comerciales entre USA y China que beneficiarían no sólo a ambos países sino también a Europa y, cómo no, a muchas economías emergentes.
  6. Las valoraciones de las bolsas mundiales, tras las fuertes correcciones vividas el pasado año, no están para nada caras.
  7. Y aunque China se está frenando económicamente, también es cierto que se ha aprobado una serie de paquetes de estímulo monetario y fiscal en este país capaces de evitar una ralentización mayor de su economía.

Por todo ello, en un entorno en el que la navegación no será nada fácil, aconsejamos una estrategia genérica que se caracterice por:

  • Actuar con racionalidad y sentido común.
  • Ser cautos y disciplinados en nuestras decisiones de inversión.
  • Estar adecuadamente asesorados. Tan importante es decidir dónde invertir como dónde no hacerlo para evitar daños irreparables en las inversiones de muchos ahorradores.  
  • Apoyarnos en fondos que lleven a cabo una acertada gestión activa.
  • Estar correctamente diversificados.

¿Alguna idea de inversión?

En primer lugar, un fondo de inversión de renta fija privada que invirtiendo en deuda corporativa siga una filosofía “buy & hold” (comprar bonos y obligaciones de empresas y conservar los activos seleccionados hasta el propio vencimiento del fondo). En estos instantes hay varios productos de estas características en nuestro mercado que, con plazos de 4 y 5 años, están ofreciendo “yield” (rentabilidad) NO GARANTIZADA y a vencimiento de entre el 3,5% al 4% anual. Quede claro, en cualquier caso, que no se trata de fondos garantizados pero que, en un contexto de bajos tipos de interés, podría permitirnos lograr rentabilidades competitivas, aunque no exenta de ciertos riesgos.

En segundo lugar, un fondo que cuente con una filosofía de retorno absoluto y cuyo objetivo sea el de  preservar capital y conseguir rentabilidades positivas con independencia de la evolución de los mercados financieros. Para ello, su gestor utilizará técnicas de gestión alternativa, en concreto estrategias “long/short” sobre acciones, con una orientación neutral al mercado (“market neutral”). Su objetivo, no garantizado, consistiría en superar al Euribor a 3 meses en 350 puntos básicos, con una volatilidad media anual máxima del 4%. Un fondo de estas características podría ser el fondo que gestiona Juan Cueto y que se denomina Penta Inversión.

En tercer lugar, un fondo de renta variable internacional centrado en empresas de elevada capitalización y con una atractiva rentabilidad por dividendo estable y sostenible. Un fondo en el que los gestores inviertan en aquellas compañías que presenten un porcentaje de reparto de dividendos adecuado y que ofrezcan previsiones de crecimiento futuro de los dividendos, para lo cual será fundamental que la situación de la compañía en términos fundamentales (calidad de su balance y de su modelo de negocio) sea la adecuada.

Una cuarta idea podría ser un fondo de bolsa emergente. Un fondo que invierta en aquellas empresas que cuenten con negocios de alta calidad y que, además, generen sus ganancias de una manera sostenible: trato justo al accionista minoritario, prácticas para mejorar la reputación de la empresa, etc… En definitiva inversiones pasadas por el filtro del buen gobierno corporativo. Una estrategia de alta convicción con una orientación hacia el crecimiento y la calidad.

Quede bien claro que no se trata de ideas comerciales, sino de alternativas de inversión que siempre recomiendo valorar, de la mano de un asesor financiero, en función del perfil de cada uno. Recordando, además, que los resultados pasados nunca aseguran los futuros.

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