FINANZAS

El BCE cancela las ayudas contra la pandemia y quitará a Sánchez 5.400 millones entre julio y diciembre

El BCE dejará de financiar a España con 5.400 millones desde julio a diciembre próximos

Guindos advierte al Gobierno de Sánchez de que debe cumplir sin excusas las reglas fiscales de la UE

bce, deuda española
Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Pedro Sánchez

El Banco Central Europeo (BCE) empezará a reducir con más intensidad a partir de julio, y hasta diciembre, la cartera de deuda especial de los Estados miembros en su poder, que en el caso de España suma un total de 5.400 millones en condiciones muy favorables y bajos tipos de interés. El vacío que ocasionará la magnitud de la desinversión ocasionará un quebranto para el Tesoro público, que tendrá que acudir a inversores privados y en condiciones de mercado para obtener la financiación que vaya necesitando a fin de enjugar su abultado déficit y hacer frente a los próximos vencimientos de deuda. Los 5.400 millones forman parte de la cartera que el banco central fue adquiriendo en calidad de compra de deuda pública de emergencia (PEPP) para hacer frente a las consecuencias de la pandemia.

Según el programa a medio plazo aprobado por la entidad que preside Christine Lagarde para sanear su mastodóntico balance, ya en la segunda mitad de este año se reducirá la cartera del PEPP a un ritmo de 7.500 millones cada mes, hasta un total de 45.000 millones. De acuerdo con los cálculos del BCE, al Gobierno de España le corresponde el 12% de dicha cantidad, los 5.400 millones citados. Mientras tanto, y a lo largo de la primera mitad de este ejercicio, el Eurosistema seguirá reinvirtiendo íntegramente el principal del montante adquirido que vaya venciendo hasta cancelar el plan el próximo mes de junio. De esta manera, la entidad con sede en Fráncfort clausurará definitivamente las reinversiones a finales de 2024.

Además del plan de adquisiciones de emergencia frente a la pandemia, el BCE tiene en funcionamiento un primer programa de compra de activos (APP) que sigue reduciéndose a «un ritmo mesurado y predecible», dado que se ha dejado de reinvertir el principal de los valores que van venciendo. En los momentos cruciales y de mayor apuro, como consecuencia de la crisis económica impulsada por el Covid, el banco central llegó a tener en su balance hasta cuatro billones de activos, más otros dos billones por las compras de emergencia.

La facilidad de financiación habilitada por la autoridad monetaria central fue clave para inyectar recursos a los estados en unos momentos críticos provocados por el hundimiento de la actividad económica, la explosión de los déficit públicos -y la necesidad de enjugarlos emitiendo bonos de los estados-, así como el incremento descontrolado de la inflación. En adelante, los dos programas ya tienen una fecha clara de extinción, que dará lugar a la completa normalización de la política monetaria como fábrica de hacer billetes y expondrá a los países a su suerte, debiendo ser ellos los que hagan frente a sus compromisos sin la muleta del banco central.

Este movimiento estratégico coincide con el restablecimiento de las reglas fiscales de la UE, aparcadas durante casi tres años como consecuencia del encadenamiento de la pandemia y la guerra de Ucrania, un intervalo durante el que las cuentas públicas han estado deliberadamente fuera del control fiscalizador de la Comisión Europea, y se ha aparcado igualmente cualquier clase de plan de estabilidad como los que tienen obligación de presentar los Estados miembros ante Bruselas en condiciones normales.

Luis de Guindos, vicepresidente del BCE.
Luis de Guindos, vicepresidente del BCE.

Hace sólo unas semanas, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, advirtió al Gobierno español de que debe cumplir sin pretextos ni excusas las reglas fiscales de la Unión Europea recién instauradas -sólo a falta de su aprobación por el Parlamento de Estrasburgo-, y que obligan a todos los países a reducir el déficit público hasta el 3% del PIB y diminuir progresivamente el peso de la deuda pública hacia la senda del 60%.

Guindos ha mostrado su confianza en que así se hará, pues es una condición imprescindible de los nuevos tiempos, una vez que se ha puesto fin a «la barra libre» de los últimos cuatro años -en los que dichas reglas fiscales han estado en suspenso como consecuencia de la pandemia y de la invasión rusa de Ucrania-.

«Ha habido cuatro años sin reglas fiscales, lo cual ha sido muy positivo desde el punto de vista de lo que es el apoyo y el crecimiento de la economía española, pero esta situación excepcional se ha acabado», ha reiterado el número dos del BCE. En paralelo, Guindos ha señalado la importancia de convencer al mercado con planes de ajuste prudentes, después de que la institución emisora de la zona euro vaya a dejar de comprar deuda, que ha sido una práctica habitual del BCE en los últimos ejercicios, facilitando con este instrumento el normal funcionamiento de la economía y de los mercados.

Guindos ha recordado que, si bien en los ejercicios 2020 y 2021, el BCE estaba interviniendo en el mercado al adquirir deuda de los países, en el caso de España hasta un nivel que alcanzó los 120.000 millones en cada uno de esos años, «eso se ha acabado y, por lo tanto, ahora habrá que persuadir a los mercados de la nueva situación».

De este modo, Guindos ha expresado su deseo de que el Gobierno español, así como cualquier Ejecutivo de la zona euro, sea lo más estable posible y con capacidad de tomar decisiones, subrayando la complejidad del entorno por circunstancias como la guerra de Ucrania o la crisis de Oriente Próximo en un contexto de crecimiento económico moderado en el mundo. «Es importante tener un Gobierno con capacidad de tomar decisiones, y cuanto mayor apoyo social tengan esas decisiones, mejor se van a poder implementar y más efectos van a tener», ha afirmado.

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