Los tres finales de la carrera deportiva que Rafa Nadal no se merecía
El balear sucumbió a Djokovic y Zverev en los Juegos y Roland Garros, sus dos torneos por antonomasia
Con la derrota ante Van de Zandschulp son tres sin sabores cuya eterna trayectoria no merecían, pero la pista siempre refleja la realidad
Rafa Nadal se retira: fin a una época
Iniciada la madrugada de este martes al miércoles, la carrera deportiva de Nadal llegó a su fin. Se hace raro, pero desde que la derecha de Van de Zandschulp se estrellara en el cuerpo de Granollers, a Rafa ya se le conoce como ex tenista. Un final en dos actos, porque hubo que esperar al punto definitivo para que su retirada fuera oficial.
El balear finaliza así un viaje de 23 años volando de triunfo en triunfo. Su balance competitivo refleja 1.080 victorias frente a 228 derrotas, además de un palmarés que incluye 92 títulos: 22 Grand Slams, 36 Masters 1.000, 23 ATP500 y 10 ATP250. A estos logros se suman 5 Copas Davis y dos oros olímpicos. Destaca especialmente su dominio en tierra batida, superficie en la que conquistó 63 de sus trofeos.
El Carpena asiste a una despedida y con ella el fin de una época. Se retira el mejor tenista español de siempre y uno de los mejores de la historia. Se acabó. Su adiós deja un vacío imposible de llenar en el tenis. El balear llevaba años que había dejado sentirse tenista, al menos como él lo entiende, que es compitiendo plenamente dentro de la pista.
«Las despedidas ideales sólo suceden en las películas americanas». Nadal lo tenía claro. Su final tenístico ha sido intermitente. Después de su veraniega puesta en escena en Bastad y los Juegos de París, renunció a seguir compitiendo para concentrarse Málaga. El paréntesis se añadió a los efectuados con anterioridad por las lesiones. Y todo ese camino recorrido desde el pasado mes de junio hasta el día de su despedida, ha estado marcado por los sinsabores dentro de la pista.
Rafa se enfrentaba a lo desconocido en su última participación en Roland Garros. Llegó al sorteo sin ser cabeza de serie y tal condición desembocó en un reto mayúsculo en primera ronda. Alexander Zverev. Su trazado en París se intuía que podía ser breve. El alemán era el cuarto del mundo aquel mes y venía en efervescencia después de ganar el Mastesr 1.000 de Roma.
Los últimos golpes de Nadal
Nadal, en cambio, lamentaba no poder competir sin limitaciones. Dos tenistas en dos realidades opuestas. Se impuso la de Zverev, impecable y ganadora. Rafa compitió como sólo él sabe hacer, pero no le alcanzó. Se cruzó un alemán espigado convertido en el autor de un triunfo que significó el adiós del héroe a su torneo.
Tras París comenzó una contrarreloj, torneo de Bastad en el que alcanzó la final mediante, para llegar en óptimas condiciones a los Juegos Olímpicos. Se volvía a reencontrar con la Philippe Chatrier. Superó sin mayores dificultades a Fucsovics en dos mangas y se inscribió en un duelo ante un rival mastodóntico, Novak Djokovic.
El serbio fue un ciclón. Sólo la eterna resistencia de Rafa cuando la derrota acecha a la vuelta de la esquina ofreció un desenlace digno de la rivalidad entre los dos mitos. Con 4-0 en contra en la segunda manga tras un correctivo en la primera (6-1), Nadal se revolvió con pundonor para igualar el set y resucitar su aura épica, pero Djokovic volvió a acelerar y dejar la insurrección de Rafa en un conato de furia.
Tras París, el manacorí se aparto del circuito y más allá de la multimillonaria exhibición en Riad, no disputó partido alguno hasta arribar en la Copa Davis. En Málaga, ante el público español, se produjo el desenlace lógico. Un Van de Zandschulp más rodado y con mayor fluidez de juego e ideas hizo claudicar a Nadal tras otro ejercicio de pundonor insuficiente. Tres derrotas dolorosas en medio años. Tres sin sabores que, por voluntad, no merecía Rafa, pero la competición da de bruces con la realidad.