Rafa Nadal se retira: fin a una época
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El Martín Carpena ruge como si estuviera en juego un punto decisivo, pero ya no hay nada que disputar, España ha quedado eliminada de la Copa Davis. Pese a ello, pabellón malagueño continúa repleto para despedir a Nadal. Las lágrimas brotan de jóvenes y mayores, no por tristeza, sino por melancolía. Son de quienes han crecido con un tenista como referencia y de quienes le ponen de ejemplo a las nuevas generaciones.
El Carpena asiste al final de una era en el tenis español. Rafael Nadal, figura decisiva del deporte nacional y referente mundial del tenis, ha anunciado su retirada tras 23 años de carrera profesional. El mallorquín, que en los últimos años había limitado su participación en el circuito debido a lesiones, cierra una trayectoria excepcional en términos estadísticos y deportivos.
Su balance competitivo refleja 1.080 victorias frente a 227 derrotas, además de un palmarés que incluye 92 títulos: 22 Grand Slams, 36 Masters 1.000, 23 ATP500 y 10 ATP250. A estos logros se suman 5 Copas Davis y dos oros olímpicos. Destaca especialmente su dominio en tierra batida, superficie en la que conquistó 63 de sus trofeos.
Más allá de las estadísticas, Nadal ha destacado por su comportamiento en pista, manteniendo la compostura en un circuito donde las manifestaciones temperamentales son frecuentes. Su combinación de intensidad competitiva y deportividad le ha valido el reconocimiento más allá del ámbito deportivo. Incluso siendo un jugador pasional y efervescente. Nadal es una mezcla de estoicismo, buena educación, respeto, honradez, integridad, pasión… Tal vez sea eso lo que le ha hecho trascender de lo deportivo a lo personal en una sociedad, la española, siempre necesitada de referentes.
«No existen las despedidas ideales, eso sólo ocurre en las películas americanas. Y hace tiempo que me di cuenta de que yo no tendría una de esas». Nadal siempre ha abordado cada momento entendiendo el lugar desde el que debía hacerlo. Dando un paso adelante cuando era necesario y al lado cuando su cuerpo, tras mil y una batallas contra sí mismo, ha dicho hasta aquí.
Rafa no se retira porque esté quemado del tenis. Se retira porque no ya no tiene la oportunidad de entrenar y jugar al un nivel que le compense personalmente. Se retira porque Rafa ya no puede ser Rafa. Ese tenista cuya técnica era superior, pero que inclinaba los partidos por su resistencia inhumana y su fortaleza mental. En el tenis, un deporte en el que los jugadores se mueven en el alambre constantemente, Nadal era el mejor funambulista.
No hay un deporte que encapsula más que el tenis. Servir, restar, iguales, juego, set, punto de partido… Una toma de decisiones trascendental que se repite cada menos de cinco segundos. En eso, Rafa ha sido insuperable. Una concentración superlativa basada en la negativa más absoluta de darse por vencido.
Por ello, el ciudadano siente que Rafa forma parte de su vida. Se ve reflejado en él. Cada uno imbuido dentro de su partido particular. Tal vez sea por eso también por lo que ha trascendido y servido de ejemplo ya no a tenistas, sino a personas, incluido a quien escribe estas líneas. Gracias, Rafa.