Max Verstappen se pone chulito con sus críticos
El exceso de agresividad y el poco control de sus emociones están haciendo de la temporada de Max Verstappen un auténtico desastre hasta el momento. Un error en Australia le hizo acabar más atrás de lo debido, un cerrojazo a Hamilton con toque incluido le provocó el abandono en Bahrein, y un toque con Vettel en China de nuevo le retrasó más de la cuenta. Así se resumen los tres primeros Grandes Premios de la estrella holandesa, que se ha revelado ante sus críticos asegurando que no necesita ir a ningún psicólogo, como se le ha recomendado desde algunos lugares.
“Haré caso a las personas que conocen bien el trabajo y cómo funciona, no necesito un psicólogo. Duermo bien, siempre duermo bien, debería haber hecho las cosas de manera diferente, pero si supiéramos todo de antemano, podríamos cambiar el mundo entero. En este punto, tenemos que mirar hacia delante, así que espero que las cosas salgan bien en Bakú”, ha afirmado Verstappen.
A pesar de ser consciente de que no ha estado especialmente acertado en este comienzo de año, Max Verstappen asegura también que no tiene ninguna intención de cambiar su forma de afrontar las carreras. “La de China no fue mi mejor carrera, pero no tengo que pensar más. Aprendí algo de eso y voy a seguir adelante, no seré menos agresivo, pero veré mejor la situación”, prosigue el holandés.
El espejo en el que debería mirarse Verstappen está mucho más cerca de lo que él cree. Concretamente al otro lado de su box. Daniel Ricciardo es otro de esos pilotos agresivos que cada poco tiempo nos regala un rosario de adelantamientos de esos que quitan el hipo. Sin embargo, la agresividad del australiano está muy bien medida, además de saber contenerse cuando el devenir de las carreras así lo requiere. Además de talento, en las carreras de coches hay que tener cabeza, y es algo que no parece haber entendido del todo el bueno de Verstappen. Tiempo al tiempo.