Isco sí tiene derecho a decidir
Isco ejerció el derecho a decidir y votó por la Liga ante el Espanyol. Su doblete salvó al Real Madrid de otro tropezón en el Bernabéu y permitió a los de Zidane pasaportar a los pericos en otro partido en el que los blancos fueron un equipo bipolar, notable e intenso en la primera parte, apático y deslabazado en la segunda.
Zidane no tenía el cuerpo para rotaciones. Algún retoquillo por las lesiones y poco más. Nada de cambiar el equipo y menos en vísperas de un parón de selecciones. Es verdad que le faltaban efectivos de cuidado: los dos laterales titulares (Carvajal y Marcelo), además de Theo y las dos B de la BBC: Bale y Benzema.
Estaban nueve de los once de Dortmund y los dos que faltaban eran por lesión. Repasemos: Keylor; Achraf, Varane, Ramos, Nacho; Casemiro, Kroos, Modric, Isco; Asensio y Cristiano Ronaldo. Las miradas estaban puestas precisamente en el canterano, que suplía a Carvajal y debutaba como titular esta temporada en el Real Madrid.
Veinte segundos tardaron los blancos en tener su primera ocasión. Fue una diagonal maravillosa de Ramos para el desmarque de ruptura de Isco, que se plantó solo delante de Pau López. El portero del Espanyol estuvo vivo y ágil y salvó el mano a mano. Empezaba perdonando el Real Madrid, una película que en el Bernabéu se ha visto muchas veces esta temporada.
Manda el Madrid
Pero el Real Madrid había salido a apretar y no a jugar al trantrán. Cuando el equipo de Zidane pisa el acelerador, encierra a cualquiera en su área. Y encerró al Espanyol, que basaba el éxito de su visita al Bernabéu en su repliegue intensivo y en su apreciable trabajo táctico. Monologaba el Madrid con la pelota y cercaba el área de Pau López, defendida por los pericos como si fueran espartanos.
Keylor era un mero espectador, como un mosso en el paripé del referéndum. Los planos de televisión morían en la divisoria y el partido se jugaba en medio campo. El Real Madrid buscaba a Cristiano como Indiana Jones el arca perdida. No lo encontraba. El luso, rodeado de camisetas blanquiazules, empezaba a poner carita de fado.
Más de 20 minutos pasaron (23 para ser exactos) hasta que el Real Madrid encontró su segunda ocasión clara. Un centro de Cristiano Ronaldo tras un córner en corto lo cabeceó Sergio Ramos elevándose al cielo de Madrid. Otra vez apareció una manopla salvadora de Pau López. Salvadora para el Espanyol, claro, que para el Bernabéu fue una manopla maldita.
Cristiano asiste, Isco marca
Y cuando parecía que el Real Madrid iba a coleccionar (otra vez) ocasiones perdidas llegó el tanto de los blancos. Fue el mundo al revés. Cristiano Ronaldo se movió entre líneas y puso una asistencia maravillosa para que Isco, después de un gran desmarque, marcara de puntera, un recurso propio de fútbol sala. Era el 28 y por fin los de Zidane encontraban el gol perdido.
El tanto espoleó al Real Madrid, que siguió atacando al Espanyol. Perdonó Cristiano Ronaldo en el 32 en un remate en el área que se marchó a la estratosfera. Se mascaba el segundo. Pero los goles no son chicles: además de mascarlos, hay que meterlos. Como no lo metió el Espanyol en el 43 porque el disparo de Gerard Moreno murió en el palo derecho de Keylor Navas. Era el primer picotazo de los pericos.
Ahí y tras una contra interruptus de Asensio –bastante deslucido su primer tiempo– se murió la primera mitad con el marcador encarrilado para el Real Madrid, pero no del todo. De salida en la reanudación, Quique metió a Sergio García por Jurado, quizá para que su equipo se estirara un poco.
Runrún en el Bernabéu
Y se estiró, sí, se estiró. Ocurrió lo contrario que en el primero . Que Keylor evitó el 1-1 al salvar un mano a mano con Marc Navarro. El Real Madrid había salido con menos tensión que el cinturón de Homer Simpson. Se estaban despistando los de Zidane y el runrún empezaba a apoderarse del Bernabéu.
Un par de voces del técnico y un par de buenos toques de Isco y Modric devolvieron al Real Madrid al camino recto. Pero el Espanyol no era el del primer tiempo. Apretaba más arriba y le arrebataba la pelota a los blancos. El fantasma de otro pinchazo empezaba a aparecerse por los vomitorios del Bernabéu.
Poco o casi nada se habían asomado los blancos al área de Pau López en los primeros 20 minutos de la reanudación. Zidane movía ficha. Metía a Lucas Vázquez por Kroos y recomponía al Madrid para intentar hacerlo más ancho. Las ausencias de Carvajal y Marcelo, dos falsos extremos, se estaban notando más que nunca en la gestación de los ataques.
La sentencia de Isco
En el 69 rondó el Espanyol el empate después de que Gerard Moreno le arrebatara la pelota a Sergio Ramos en el área. Y entonces se aplicó la ley del fútbol: el que perdona, lo paga. Y lo pagaron los pericos, que pasaron de un hipotético 1-1 a un 2-0 real. Isco robó un balón en medio campo y Cristiano encabezó la estampida. Abrió para Asensio, que paró, miró y asistió a Isco que, con estilo y clase a partes iguales, batió por bajo a Pau López.
El tanto enterró el ímpetu del Espanyol, que se rindió. El Real Madrid, casi por vergüenza torera, siguió atacando hasta el final, pero el partido estaba resuelto y las ocasiones se fueron otra vez al limbo. La magia de Isco, despedido con el Bernabéu en pie, resolvió el duelo y permitió al campeón seguir aferrado a la pelea por la Liga.