Rafa inicia su camino en París con varios condicionantes adversos

Nadal desafía a la maldición del 13 en Roland Garros

Rafael Nadal se enfrenta al más difícil todavía en Roland Garros. En busca de su decimotercer título en París, el tenista español deberá medir su fuerza con numerosas adversidades que ponen en jaque su reinado

Las apuestas siguen viendo a Nadal como campeón de Roland Garros

Nadal Roland Garros
Rafael Nadal, en un partido. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Las aspiraciones de Rafael Nadal en tierra batida hace mucho tiempo que rebasaron y dejaron atrás las cotas más insospechadas. Nadie puede siquiera cuestionar el dominio histórico del tenista español en arcilla, y los retos que le quedan por delante son los que él mismo se ha encargado de construir, triunfo tras triunfo, lección tras lección. Sin embargo, la inesperada y desgraciada llegada del coronavirus ha derivado en un escenario inhóspito para Rafa, un desafío mayúsculo para ganar su decimotercer Roland Garros, el número maldito, en las peores condiciones posibles.

Nadal ha logrado batir todos los récords en Roland Garros, desde la victoria en su debut en 2005 hasta el enésimo golpe con su título en 2019, el duodécimo en su cuenta particular. Su victoria era prácticamente una rutina que sólo en dos ocasiones –de 14– se rompió en forma de derrota sobre el tapete, pero ahora ni las fechas, ni la preparación, ni siquiera las pelotas serán las mismas ni estarán a su favor para volver a levantar la Copa de los Mosqueteros.

La obligada celebración de Roland Garros entre septiembre y octubre –la organización no planteó su cancelación– deriva en unas temperaturas extremas, en un tramo de la temporada que en condiciones normales se encuentra en otras zonas del mundo más cálidas por estación, o en torneos indoor. París ronda los trece grados de media, con una sensación térmica inferior, que provoca la incomodidad de los tenistas, además de consecuencias que recaen de forma negativa en el juego de Nadal.

Lo pesado del ambiente obliga también a una menor carga de efecto, favoreciendo a los pegadores y perjudicando de forma clara a especialistas como Rafa, adalid del liftado desde su llegada al circuito siendo aún adolescente. Por si fuera poco, a todo ello hay que añadirle el cambio de marca en las pelotas de Roland Garros, unas Wilson que según Nadal y otros tenistas, no son aptas para el juego en tierra batida por su escaso feeling con unos efectos casi anulados en un torneo a priori favorable a ellos.

Favorito, a pesar de todo

Nadal tampoco llega demasiado rodado en competición, tras una derrota prematura en Roma –jugó tres partidos antes de caer en cuartos– ante Schwartzman, y ningún torneo más en su haber en el post confinamiento, pero las miradas siguen localizándole como favorito. De poco importa el ascenso de Thiem y su gran rendimiento en tierra, o la condición de imbatido de Djokovic en 2020. Roland Garros es Rafa y, aun con todo en contra, todos confían en que pueda darle la vuelta a la situación y convierta en virtud la teórica maldición del 13 en París.

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