Champions League: PSG-Brujas

Mbappé y Messi se divierten contra el Brujas

Messi Mbappé Brujas
Leo Messi y Kylian Mbappé celebran uno de los goles del PSG contra el Brujas. (AFP)

La tienda del PSG es el único lugar en el que Kylian Mbappé no da señales de vida. La presencia del francés inunda cada rincón del Parque de los Príncipes y su conexión con la grada parisina es innegable. Durante cada minuto demuestra que es un animal competitivo. Quiere ganar a toda costa, sin importar los colores que vista. Así lo demostró liderando el triunfo de su equipo por 4-1 frente al Brujas en la última jornada de la fase de grupos de la Champions League.

El atacante de Bondy salió en estampida al terreno de juego. En solo siete minutos ya había acabado con las esperanzas de los belgas por obtener un billete para la Europa League. Dos contactos con el balón le sirvieron para anotar un doblete que le confirma como uno de los goleadores más letales del planeta.

Pero a Mbappé no solo le define el gol. Todo el juego del PSG pasa por sus botas y mejora cuando interviene. En un equipo que no terminó de transmitir un plan de juego claro, el número ‘7’ fue consciente en todo momento del camino a seguir. Puede agradecerlo un Pochettino que recibió una sonora pitada antes del pitido inicial.

De su clarividencia también se benefició Messi. A falta de contar con la puntería del galo, el argentino marcó su gol tras pase de Kylian tras varias tentativas fallidas. Debía seguir pensando en lo de pá, ¿por qué ganaste el balón de oro?

Con 3-0 los jugadores encararon el túnel de vestuarios. El choque estaba sentenciado, pese a restar 45 minutos por disputar bajo la fría lluvia de París. El descanso desactivó a los locales. En la reanudación entregaron la pelota al Brujas, costándoles el 3-1, obra de Ritz, en el 68’.

No necesitaron gran cosa los belgas para poner en problemas a la zaga parisina. Dieron muestras de debilidad durante toda la noche. Puede deberse a una excesiva inversión en atacantes mientras se descuidan otras parcelas. Suele pasarles a los proyectos faraónicos que persiguen un éxito express.
Sin embargo, ese tanto fue el toque de atención que necesitaban los locales para volver a retomar el dominio. Kylian Mbappé volvió a poner su omnipresencia a funcionar para que el PSG retomase el mando de las operaciones. Así, llegó el cuarto.

Messi transformó una pena máxima provocada por él mismo y cerró la goleada. Sí, en París también tira los penaltis por decreto. Una cosa quedó patente con este cierre de fase de grupos en la ciudad de la luz, el Paris Saint Germain es mucho menos temible sin la mejor versión de Mbappé y él conecta con la grada, pero no con el staff y el club. Buena prueba de ello fue la frialdad con la que saludó a Pochettino al abandonar el campo.

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