Fracaso sin precedentes en el Europeo de Saltos en España: síntomas de una federación estancada


Lo que debía ser una fiesta de la hípica se convirtió en una llamada de auxilio. El equipo español de Salto terminó decimosexto de 18 países en el Longines FEI Jumping European Championship 2025, solo por delante de Polonia e Israel. En la segunda jornada, ninguno de los binomios españoles consiguió un recorrido sin faltas. Sumaron 24 puntos de penalización (una media de 8 por jinete), alejando a España de cualquier aspiración colectiva o individual.
Solo Armando Trapote, con Tornado VS, logró meterse entre los 50 mejores, aunque tampoco pasó el corte de los veinticinco mejores que saltaron el domingo. Ni el debutante Hugo Álvarez Amaro ni los más curtidos como Mariano Martínez Bastida o Iván Serrano lograron resultados destacables. Tampoco lo hizo Teresa Blázquez Abascal, amazona también debutante en la cita continental absoluta.
El contraste con el nivel continental fue doloroso: Richard Vogel, de solamente veintisiete años, impecable con United Touch S, se llevó el oro sin penalizaciones; le siguieron Scott Brash (GBR) y Gilles Thomas (BEL), este último además parte del equipo belga que se colgó el oro por naciones.
El silencio de los ausentes
La ausencia de las grandes figuras del salto español fue uno de los grandes temas del campeonato. Jinetes como Eduardo Álvarez Aznar, Sergio Álvarez Moya, Ismael García Roque, Alberto Márquez Galobardes y Manuel Fernández Saro rechazaron acudir al Europeo por sus desavenencias con la Real Federación Hípica Española (RFHE), a la que acusan de aplicar criterios extradeportivos y de perseguir a ciertos deportistas. Se pusieron a disposición únicamente para la cita europea, pero la RFHE no los aceptó por hacerlo únicamente de carácter excepcional.
Las tensiones no son nuevas, pero nunca antes habían derivado en un boicot colectivo de semejante calibre. La consecuencia fue un equipo sin su columna vertebral, con jinetes que, pese a su entrega, no pudieron suplir la experiencia y el nivel técnico de los ausentes.
Desde los Juegos Olímpicos de París, donde la RFHE no era capaz de conformar un equipo, la herida entre jinetes sigue sangrando sin nadie que coja el timón y ponga cura.
Un liderazgo cuestionado
Detrás de este triste escenario hay nombres propios directamente responsables. El presidente de la RFHE, Javier Revuelta del Peral, ocupa el cargo desde hace 20 años. La norma a él lo favorece, pudiendo perpetuarse en el cargo. En el caso del ente directamente superior, la Federación Ecuestre Internacional (FEI) establece un máximo de 12 años de mandato.
La directora de Salto de la RFHE, Reyes Martín García Abril, fue la encargada de confeccionar este equipo, al margen de las principales figuras del ranking nacional. Y el responsable técnico, Juan Antonio de Wit Guzmán, histórico del salto español, fue quien preparó a los jinetes seleccionados.
Tras los Juegos Olímpicos de París 2024, la RFHE ya había destituido a los anteriores responsables técnicos “por falta de confianza y resultados insatisfactorios”, abriendo un nuevo capítulo que ha desembocado en este fracaso rotundo en la cita europea.
Casas Novas: oro para las instalaciones, plomo para el rendimiento
La paradoja es evidente: el campeonato se celebró en Casas Novas, uno de los recintos más avanzados de Europa. Impulsado por Amancio Ortega y que ofrece 300.000 m² dedicados a la hípica, con capacidad para más de 7.000 espectadores. Un enclave ideal para relanzar a la hípica nacional, que sin embargo ha evidenciado su desconexión con la élite deportiva.
Con una inversión de entre 1,5 y 2 millones de euros al año, la Fundación Casas Novas ha servido de plataforma de lanzamiento para pruebas internacionales. Pero ni el marco ni los medios fueron suficientes esta vez. La realidad deportiva es otra.
Una federación que no galopa
Lo ocurrido en Arteixo no es un accidente: es el resultado de una desconexión profunda entre la federación y los deportistas, de decisiones erráticas y de una gestión prolongada en el tiempo sin rendición de cuentas.
El salto español necesita una renovación estructural: nuevos liderazgos, criterios técnicos transparentes, selección meritocrática y una estrategia a largo plazo. Mientras tanto, el país que acarició un diploma olímpico en Tokio y brilló en Milán 2023 (5.º por equipos), ahora en 2025 ha tocado fondo sin que se haya comunicado hasta la fecha un cambio significativo ni un arrepentimiento de los directamente responsables.
Si no se corrige el rumbo, la distancia con potencias como Bélgica, Alemania o Francia no hará más que crecer. La hípica española, con su talento, su historia y su potencial, merece algo mejor.