Como buenos vecinos
España y Portugal firmaron tablas en el Villamarín en un duelo de altibajos pero un poco insulso. Se repartieron los puntos como buenos vecinos en el primer partido de este torneo que se inventaron Ceferin y sus compinches y que se llama UEFA Nations League. Morata abrió el marcador en la primera mitad y Horta igualó casi al final. Cristiano Ronaldo fue suplente y pitado por la afición española, que apenas llenó a la mitad el estadio del Betis. Es que alargar la temporada por alargarla tampoco tiene mucho sentido.
En las alineaciones Luis Enrique y Fernando Santos hicieron de las suyas. Dejaron su huella como un madrugador en la arena de la playa. El seleccionador español puso de titular a un jugador que entró en la lista por descarte: Diego Llorente. No es la primera vez que lo hace ni será la última. El portugués envidó más y sentó a Cristiano Ronaldo. Si esto no hubiera sido un partido de mentirijillas tal decisión le hubiera costado el cargo. Despido procedente, digo.
Más allá de los respectivos ataques de entrenador –comprensibles porque estamos en el epílogo de la temporada con los futbolistas deseando ponerse las pulseras de las macrodiscotecas de Ibiza– España y Portugal lucían onces con violinistas y tamborileros. Centrémonos. Por España jugaban: Unai Simón; Azpilicueta, Llorente, Pau Torres, Jordi Alba; Busquets, Gavi, Carlos Soler; Ferran Torres, Sarabia y Morata. Por Portugal: Diogo Costa; Cancelo, Pepe, Danilo, Guerreiro; Moutinho, Bruno Fernandes, Otávio; Leao, Bernardo Silva y André Silva.
Y con esos 22 protagonistas y una entrada digamos discreta en el Villamarín comenzó este duelo de esta competición random que se ha inventado la UEFA para ahorrarse amistosos infumables. Desde el principio se vio que Portugal era cosa seria. Presionaban arriba y dificultaban la salida de balón de la defensa española huérfana del liderazgo de otros tiempos con Sergio Ramos y Piqué.
Planta cara Portugal
España aceleraba la pelota cuando superaba le mediocampo con un Gavi efusivo y ubicuo. Insuficiente para hacer ni cosquillas a la defensa lusa liderada por el incombustible Pepe, al filo de los 40, que sabe tanto por viejo como por diablo. Así que el partido se cocinaba por cualquier parte del campo menos en las áreas. Leao fue el primero en asomarse por allí con un disparo que se marchó alto poco después del cuarto de hora.
Respondió España un ratito después y lo hizo a la contra. Gavi robó un balón en campo propio, aceleró y vio el desmarque de Sarabia por la derecha. El que fuera canterano del Madrid levantó la cabeza y vio cómo Morata se asomaba por la parte central del área, se la puso y el delantero al que no quieren ni la Juve ni el Atleti la enchufó. Pues 1-0 para La Roja, así como quien no quiere la cosa.
El gol espabiló a España, que pudo hacer el 2-0 de nuevo en una acción individual del bullicioso Gavi. El jovencito al que Luis Enrique dio la alternativa encontró a Carlos Soler, que llegaba de segunda línea y el remate al primer toque del mediapunta del Valencia lo repelió con el pie el meta Diogo Costa.
Portugal, poco a poco, fue cicatrizando del tanto y metió a España en su área. Cada balón aéreo nos paraba los pulsos, pero a los lusos les faltaba puntería e instinto asesino. Rafael Leao hacía daño, pero necesitaba un rematador cerca y Cristiano estaba en el banquillo. La selección de Luis Enrique no se arrugó y, con el viento a favor, ganó confianza y descaro. Los portugueses se llevaron un par de amarillas (Moutinho y Bernardo Silva) en los minutos postreros de la primera parte.
Y justo antes de que Michael Oliver mandara a los jugadores al vestuario los portugueses reclamaron un penalti de Jordi Alba a Otávio que la televisión optó por sustraernos, así que no opinaremos aquí sobre si tenían razón o no nuestros vecinos, que se marcharon a la caseta jurando en arameo.
Morata abre la lata
El segundo tiempo arrancó con un cierto parón en el ritmo de juego. Monopolizaba la pelota España y Portugal se desinfló en la presión. Gavi ejercía de amo en el mediocampo mientras que Unai Simón vivía un plácido arranque de segunda mitad. Y nuestros vecinos comenzaron a jugar andando.
En el 58 Leao perdonó un gol cantado en el mano a mano con Unai Simón. Al delantero del Milan se le fue largo el último control y el meta español con su salida hizo el resto. Estiró sus piernas como si fueran de chicle y metió un pie salvador.
Fernando Santos esperó a la hora de partido para meter a la vez a Guedes y Cristiano Ronaldo. Luis Enrique metió a la vez a Koke y Dani Olmo por Carlos Soler y Ferran Torres. España siguió comprando boletos para el 2-0 y fue esta vez Morata el que lo desaprovechó en un mano ante Diogo Costa que echó fuera en su intento frustrado de picar la pelota. Poco después Luis Enrique le sacó para meter a Raúl de Tomás.
El partido empezó a hacerse un poco bola. Dominaba España pero sin atosigar. Portugal trataba de reencontrar la presión perdida. Pero las áreas se volvieron otra vez invisibles. Los cambios no mejoraron a La Roja, que retrocedió hasta acularse en torno a su área en los minutos finales del duelo. Portugal apuraba sus últimas opciones de empatar. Luis Enrique metía a Marcos Llorente por Gavi.
Y fue meternos atrás y encajar un gol. Guedes por dentro se asoció con Cancelo por fuera y este la puso de primeras al área. Por allí, emboscado e indetectable, apareció Horta para lograr el empate. Luis Enrique cabeceaba pero España llevaba la penitencia en su pecado capital de pereza. Nuestro segundo tiempo había sido decepcionante.
A España le quedaban diez minutos para arreglar el desaguisado y lo intentó por tierra, mar y aire. Pero nada. La selección de Luis Enrique no pudo, así que comienza su andadura en esta Nations League con un empate en casa que no sabe ni bien ni mal sino todo lo contrario. Lo bueno que estos partidos intempestivos que caen tan a trasmano no sirven para mucho. Más bien para nada.