El Atlético vuelve a regalar otro partido
Por cuarta vez en cinco jornadas desperdicia una ventaja en el marcador
El equipo estaba jugando como los ángeles hasta que intervino Simeone con los cambios
Julián falló un penalti, Sorloth se autoexpulsó y Leo Román fue un verdadero titán


Por cuarta vez en cinco jornadas el Atlético vuelve a desperdiciar su ventaja en el marcador y regala una victoria que tenía en las manos, pero esta vez el responsable directo es Simeone. El equipo estaba jugando el mejor partido de la temporada fuera de casa hasta que intervino el entrenador con cambios absolutamente inexplicables que empeoraron radicalmente el panorama. Incluso así se adelantó en el marcador con un gol de Gallagher, pero otro error defensivo permitió al Mallorca empatar en su única ocasión de la tarde. El empate deja a los rojiblancos a nueve puntos de distancia del Real Madrid.
El Atlético se comió literalmente al Mallorca en el primer tiempo. La diferencia entre uno y otro fue abrumadora, y si no se elevó al marcador fue única y exclusivamente por la intervención directa del portero ibicenco Leo Román, que se resarció de su mal comienzo de temporada con una actuación prodigiosa que arrancó a los dos minutos evitando un gol olímpico de Raspadori, siguió a los siete mandando al poste un disparo de Barrios desde fuera del área y llegó a su cenit a los 14 rechazando un penalti lanzado por Julián. Luego intervendría ante Nico y ante Giuliano con menos exigencia, pero con la misma eficacia. Un verdadero titán.
Leo Román desesperó a Simeone y desesperó a todo el Atlético, que no encontró la fórmula para llevar el balón a la red y plasmar en algo positivo el dominio total al que sometió a los de Arrasate, que prácticamente no se acercaron en los primeros 45 minutos a las cercanías de Oblak, y en la única ocasión en la que lo hicieron fue a través de un disparo manso del central Valjent desde muy lejos que embolsó con las manos el portero esloveno. Hay pocos peros que ponerle a los rojblancos en la primera parte en cuanto a actitud y ambición, pero lamentablemente fallaron en lo más esencial, el gol.
El Mallorca, por su parte, se marchó al vestuario entre evidentes murmullos de desaprobación de una grada que no entendió la forma en el que el entrenador planteó el partido, con el fichaje estrella del verano, Pablo Torre, calentando banquillo, y con Muriqi como única solución ofensiva. El destino, eso sí, le permitió rectificar a Arrasate porque a los 35 minutos se lesionó Kumbulla y se vio obligado a volver a la línea de cuatro y a mandar al campo a Torre, que consiguió mejorar algo el paisaje, aunque las estadísticas en el descanso hablaban por sí solas: 71% de posesión del Atlético.
El acto final arrancó como había acabado el primero, con Leo Román abortando un disparo de gol de Julián en el área a los 53 minutos y con Simeone dando saltos de ansiedad en el banquillo, consciente de que perdonar de esa forma acaba costando derrotas. Por eso no tardó en darse la vuelta hacia sus suplentes en busca de soluciones efectivas. A los 61 minutos Sorloth, Griezmann y Nahuel Molina reemplazaron a Giuliano, Raspadori y Julián, que se marchó al vestuario sin haber podido marcar. Su cara en el banco era todo un poema.
Griezmann fue el siguiente en intentarlo a los 68 minutos, pero de nuevo se encontró con el de siempre. Al final parecía cuestión de tiempo y de paciencia, pero Sorloth se encargó por sí solo de echar todo el trabajo de su equipo por tierra metiendo la plancha ante Raíllo y autoexpulsándose. De repente el partido cambió por completo. Simeone no tuvo otra que cambiar a Nico González por Ruggeri y cerrar filas, pero cuando parecía que el objetivo era el empate a cero sucedió algo inesperado porque Llorente se marchó solo ante Leo Román, que le sacó el disparo en primera instancia, pero no pudo evitar que Gallagher, viniendo desde atrás, marcara a portería vacía.
En pura lógica el 0-1 debería haber sido suficiente, pero este Atlético es una olla de grillos. A los 85 minutos Nahuel miró desde la distancia como un centrochut de Virgili lo cabeceaba a la red Muriqi para establecer el gol del empate. Dos puntos más que se escurren por el sumidero.