Adiós a Kobe Bryant, el jugador más parecido a Michael Jordan
Hubo un tiempo en que la televisión norteamericana bombardeó a los niños de todo el país con el eslogan: «Be like Mike». Aquel «Sé como Michael Jordan» desarrolló una cultura de admiración e inspiración para toda una generación. Todos querían saltar como el 23 de los Bulls, deseaban su tiro en suspensión, soñaban con tener su carisma y determinación… De aquellos millones de chicos sólo uno pudo evocar a Michael Jordan y hoy, a las 4:30 hora española, recibirá la última ovación de la afición a la que fue fiel en la riqueza y en la pobreza, en las victorias y en las derrotas, hasta que su cuerpo dijo basta.
Kobe Bryant se marcha con el amor que muchos rechazaron darle durante su carrera. La nueva hornada de estrellas de la NBA se ha rendido al espíritu y al carisma de un jugador que siempre vivió con el estigma de ser el malo de la película. Pocos son capaces de descifrar el espíritu competitivo de un Kobe que nunca detuvo su ambición por ser mejor cada día. Para quedarse tranquilo tenía que anotar 1.500 lanzamientos todos y cada uno de los días de sus vacaciones. Ese era Bryant. «Me da igual que me odie la gente», llegó a decir.
Kobe aterrizó de rebote a Los Ángeles. Jerry West, el hombre que inspira el logo de la NBA, vislumbró en él ese talento que sólo ven los que han competido por ganar. Bryant había sido elegido por Charlotte en el draft de 1996, pero la leyenda de los Lakers dio lo máximo por conseguir sus servicios traspasando al pívot titular del equipo Vlade Divac. Muchos tildaron a West de loco.
Las críticas alimentaron el espíritu de un Bryant que fue creciendo y creciendo hasta encontrarse con su ídolo Jordan en las canchas y en aquel inolvidable All Star de 1998. Allí, el último gran Michael se midió al bisoño Bryant en un cara a cara que marcó a la actual generación de estrellas. LeBron James, Stephen Curry o Kevin Durant han crecido con el DVD de aquel duelo que inspiró al relevo generacional en la mejor liga del mundo.
Después de aquello llegaría la gloria. Tres títulos seguidos para los Lakers, pero Kobe siempre quiso más. En cuanto detectó que su compañero de triunfos Shaquille O’Neal no se tomaba en serio su trabajo –perdieron humillantemente las finales de 2004 contra Detroit– lanzó un órdago: o él o yo. Y los Lakers se decantaron por Kobe Bryant.
Pau, el mejor que comprendió a Kobe Bryant
Tras tres años de penitencia por el desierto, con partidos para el recuerdo como el de los 81 puntos contra Toronto con José Manuel Calderón de testigo, Kobe Bryant volvió a luchar por un anillo en cuanto Pau Gasol llegó a los Lakers. «Éramos perfectos juntos. Algunos jugadores no podían aguantar lo competitivo que era. A mí me encantaba», confiesa el de Sant Boi en una carta de despedida.
Kobe y Pau consiguieron alcanzar tres finales consecutivas y ganaron dos anillos. Juntos formaron un tándem perfecto, eran Batman y Robin en la NBA, pero todo se fue al traste en 2012. Enfermó terminalmente el dueño de los Lakers Jerry Buss –sus hijos tomarían unas decisiones horribles–, se marchó de Phil Jackson y llegaron las primeras lesiones graves de Kobe.
Este cúmulo de acontecimientos hizo que las últimas temporadas de Bryant se hayan teñido de oscuridad y derrotas. Muchos incluso se aprovecharon para menospreciar una carrera que ahora despierta la admiración de todos los entendidos. Se marcha una leyenda por la puerta grande, el último vestigio del baloncesto de la vieja escuela que jamás dependió del triple. Un ganador, un ídolo, una inspiración… Ahora todos quieren ser como Kobe Bryant.