Salud

Lo hacemos todos en el baño y es una guarrada: los expertos confirman que nuestra salud está en peligro

Baño
Una joven con cara de 'asco' en el baño.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La higiene es un aspecto fundamental para cuidar nuestra salud y bienestar. Sin embargo, hay una serie de prácticas comunes pueden comprometer esta higiene y, en lugar de protegernos, pueden dar lugar a la proliferación de gérmenes y bacterias en nuestro entorno. La Dra. María Marcos, dermatóloga, aconseja evitar algunos hábitos. Desde no bajar la tapa del váter hasta el uso excesivo de esponjas de baño y bastones de orejas, es fundamental ser conscientes de nuestras prácticas y tomar medidas para mejorar nuestra salud.

Adoptar hábitos más saludables, como bajar la tapa del inodoro, cambiar las esponjas con regularidad, evitar el uso innecesario de bastones de orejas y ducharse con agua templada, pueden marcar la diferencia en la calidad de vida y el bienestar general. Cabe destacar que la educación sobre la higiene y la salud es crucial para fomentar un entorno más limpio y seguro para todos.

1. Tapa del váter

Uno de los hábitos más comunes y perjudiciales en muchos hogares es no bajar la tapa del inodoro antes de tirar de la cadena. Este simple descuido puede tener consecuencias más serias de lo que parece. Varios estudios han demostrado que, al tirar de la cadena, micropartículas de agua que contienen restos de excrementos pueden ser expulsadas al aire, extendiéndose hasta 1,5 metros alrededor del inodoro. Este fenómeno se conoce como «aerosolización» y puede contribuir a la propagación de gérmenes y bacterias en el baño.

Estas micropartículas pueden contener patógenos como E. coli y norovirus, que pueden causar enfermedades gastrointestinales y otras infecciones. Por lo tanto, una práctica sencilla que todos deberíamos adoptar es bajar la tapa del inodoro antes de tirar de la cadena. Además, es recomendable limpiar el inodoro y las superficies circundantes con regularidad.

2. Esponjas de baño

Las esponjas de baño son un foco de acumulación de bacterias si no se cuidan adecuadamente. Aunque pueden parecer útiles para aplicar el gel, en realidad, pueden convertirse en un nido de microorganismos dañinos. Un estudio reveló que las esponjas de cocina, al igual que las de baño, pueden albergar más de 300 tipos diferentes de bacterias, incluyendo Salmonella y E. coli.

Esto se debe a que las esponjas se mantienen en un ambiente húmedo y cálido, lo que favorece la proliferación de gérmenes. Para minimizar estos riesgos, es fundamental cambiar la esponja de baño con regularidad, idealmente cada dos o tres semanas. También se pueden considerar alternativas como esponjas de loofa o de silicona, que son más fáciles de limpiar y menos propensas a albergar bacterias.

3. Bastones de orejas

Los bastones de orejas, comúnmente utilizados para limpiar los oídos, pueden parecer inofensivos, pero su uso puede acarrear problemas de salud. En lugar de limpiar el cerumen, pueden empujar la cera hacia el interior del canal auditivo, lo que puede resultar en la formación de tapones de cerumen.

Además, el uso inadecuado de los bastones de orejas puede dañar el tímpano, lo que podría tener consecuencias graves. Las lesiones en esta parte del oído pueden provocar dolor intenso y afectar la audición a largo plazo. Por lo tanto, es fundamental educar a las personas sobre el uso adecuado de estos productos. La limpieza de los oídos no es necesaria para la mayoría de las personas, ya que el cerumen se elimina de forma natural.

En lugar de utilizar bastones de orejas, se pueden optar por métodos más seguros para mantener la higiene del oído. Por ejemplo, usar un paño húmedo para limpiar la parte externa del oído puede ser suficiente para mantener la limpieza sin poner en riesgo la salud auditiva.

4. Ducha

Ducharse es una práctica esencial para mantener una buena higiene personal, pero ducharse más de una vez al día con agua caliente y jabón puede tener efectos negativos en la piel. La piel tiene una barrera cutánea que protege contra la pérdida de humedad y la entrada de gérmenes y sustancias dañinas. Sin embargo, el uso excesivo de agua caliente y jabón puede romper esta barrera, dejando la piel expuesta y vulnerable.

Esto puede resultar en sequedad, irritación y aumento de la sensibilidad en la piel. Además, al eliminar demasiado sebo natural, se corre el riesgo de que la piel se vuelva propensa a infecciones, ya que las defensas naturales se debilitan. También es importante tener en cuenta que el uso de jabones antibacterianos no siempre es necesario y puede contribuir a la desregulación del microbioma cutáneo.

Para mantener la piel sana, la recomendación de la dermatóloga es muy clara: ducharse una vez al día o cada dos días, en función de la actividad física y las necesidades individuales de cada persona. Además, es esencial utilizar agua tibia en lugar de caliente y optar por jabones suaves y sin fragancias que no irriten la piel.

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