Adiós a las playas que conocíamos en España: el cambio que está a punto de llegar y enfada a todos


Cada verano, miles de personas acuden a las costas españolas para disfrutar del mar, el sol y la arena. Pasar el día en la playa está marcado por una serie de costumbres que se han convertido casi rituales: colocar la sombrilla, extender la toalla, aplicarse protector solar y, al final de la jornada, dirigirse a las duchas públicas para eliminar la sal y la arena acumulada durante horas bajo el sol. Sin embargo, ésta última parte de la rutina podría estar a punto desaparecer en muchas playas del país. Expertos y organizaciones plantean la eliminación de las duchas por motivos medioambientales, especialmente por el uso excesivo de un recurso cada vez más escaso: el agua.
La propuesta de eliminar estos elementos no es nueva, pero ha ganado fuerza recientemente tras las declaraciones del presidente de la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC), José Palacios Aguilar. Según sus palabras, es hora de mirar más allá del presente y comenzar a tomar decisiones con una perspectiva de sostenibilidad real. Aunque el suministro de agua este año se encuentre en niveles aceptables, el cambio climático y la creciente presión sobre los recursos naturales obligan a replantear hábitos cotidianos. Palacios ha dejado claro que, desde su organización, seguirán promoviendo activamente la retirada de las duchas en las playas como una medida efectiva para reducir el consumo de agua.
Adiós a las duchas en las playas
Las duchas en las playas, que suelen funcionar durante toda la temporada alta, representan un gasto importante de agua potable. Miles de personas las utilizan a diario, muchas veces sin conciencia de la cantidad de agua que se utiliza para algo que podría, en muchos casos, posponerse hasta llegar a casa o al alojamiento turístico.
Uno de los primeros municipios en adoptar esta medida ha sido Sangenjo, en Galicia, una localidad costera muy concurrida durante el verano. Allí se optó por retirar las duchas públicas de sus playas como parte de un plan de ahorro de agua. Aunque desde la ADEAC destacan el impacto positivo de la iniciativa, la decisión no ha estado exenta de polémica. Algunos visitantes y residentes han expresado su malestar, considerando que la falta de duchas resta comodidad a la experiencia playera.
¿Pérdida de calidad turística?
Una de las principales preocupaciones que podrían surgir frente a esta propuesta es su posible impacto en la calidad del turismo. España es uno de los principales destinos de sol y playa del mundo, y los servicios que ofrecen sus costas son parte del atractivo que cada año seduce a millones de turistas. ¿Eliminando las duchas se corre el riesgo de ofrecer un servicio de menor calidad? Palacios asegura que no.
La clave, dice, está en redefinir lo que entendemos por calidad. En un mundo que se enfrenta al cambio climático y la escasez de recursos, una playa de calidad no es sólo aquella con comodidades, sino aquella que también es sostenible. Y en ese sentido, eliminar duchas que derrochan agua puede ser visto no como una pérdida, sino como un avance hacia una forma más responsable de gestionar el entorno. Una visión que, además, puede ser compartida por turistas cada vez más concienciados con el medio ambiente.
Banderas Azules
España ha reafirmado su liderazgo internacional en sostenibilidad costera al obtener este verano 749 Banderas Azules, distintivo otorgado por la ADEAC. De ellas, 642 reconocen playas, 101 puertos deportivos y seis embarcaciones turísticas.
En este contexto, la eliminación de duchas en las playas se plantea como una medida positiva: contribuye al ahorro de agua potable y reduce el impacto ambiental. Estas acciones reflejan un compromiso real con la sostenibilidad, un criterio cada vez más relevante para obtener y mantener este reconocimiento.
Futuro del turismo y sostenibilidad
Los tiempos cambian, y con ellos también deben hacerlo nuestras costumbres. El turismo del siglo XXI no puede desligarse de los retos medioambientales, y cada decisión cuenta. Las políticas públicas deben ir en esa dirección, pero también las acciones individuales. Si queremos seguir disfrutando de nuestras playas durante muchos años más, tal vez debamos empezar a asumir pequeños sacrificios o ajustes en nuestro confort inmediato en nombre de una visión más amplia.
Eliminar las duchas de las playas no significa renunciar al bienestar, sino redefinirlo bajo nuevos parámetros. Una playa limpia, segura y sostenible vale más que una con todos los lujos, pero sin conciencia ambiental. Al final, los beneficios de este tipo de decisiones no sólo se verán en el ahorro de agua, sino en la conservación de un entorno que es patrimonio de todos.
Quizás dentro de unos años mirar atrás y recordar las duchas en las playas como una reliquia del pasado nos parezca lo más lógico del mundo. O quizás surjan soluciones alternativas más eficientes, como sistemas de reciclaje de agua o duchas con sensores de ahorro. Lo cierto es que estamos en un momento de transición, donde cada medida cuenta.