Se acabó el misterio: la ciencia explica por fin por qué estornudas sin control cuando miras al sol


A todos nos ha ocurrido en alguna ocasión: al salir de un lugar oscuro y, de repente, mirar al sol, estornudas. ¿Por qué ocurre esto? La ciencia lo ha bautizado como «reflejo de fotoestornudo», aunque popularmente se le conoce como «síndrome del estornudo solar». Se trata de un fenómeno muy común y, en determinadas circunstancias, puede representar un riesgo real. Sin embargo, hasta la fecha, los científicos no han logrado determinar la causa que hay detrás de este reflejo.
A mediados del siglo XX, un investigador francés llamado Sedan notó que algunos pacientes estornudaban cuando él les aplicaba luz directa con el oftalmoscopio durante un examen de retina. Decidió investigar más a fondo este fenómeno, y descubrió que los mismos pacientes estornudaban frente a la luz solar, a flashes fotográficos e incluso en respuesta a rayos ultravioleta. En 1964, el médico estadounidense H. C. Everett fue el primero en publicar un estudio formal sobre este reflejo, en el que argumentaba que el 23% de los pacientes examinados presentaban el «síndrome del estornudo solar». Investigaciones posteriores han calculado que el fotoestornudo afecta entre el 17% y el 35% de la población mundial.
¿Por qué estornudas cuando miras al sol?
En 2010, un grupo de investigadores liderado por Nicholas Eriksson analizó los genotipos de más de 10.000 personas. Encontraron posibles alteraciones genéticas vinculadas con este fenómeno, algunas de ellas localizadas cerca de genes relacionados con epilepsias inducidas por estímulos luminosos.
Esto abrió la puerta a una hipótesis: el fotoestornudo podría compartir ciertos mecanismos biológicos con otros trastornos de sensibilidad a la luz. No se trata de que el estornudo y la epilepsia sean equivalentes, pero ambos podrían activar de manera anómala rutas nerviosas en el cerebro.
A pesar de los avances genéticos, la explicación fisiológica sigue siendo objeto de debate. La comunidad científica plantea dos teorías:
- La teoría más extendida es que existe un cruce de señales nerviosas entre el nervio óptico y el nervio trigémino, responsable de la sensibilidad en la cara y la cavidad nasal. Cuando la luz provoca la contracción de la pupila, algunos impulsos «se cuelan» y activan por error la respuesta de estornudo.
- Otra explicación plantea que, al estimularse el sistema nervioso parasimpático (responsable de funciones involuntarias como la salivación o la digestión), la señal se generaliza. Es decir, no sólo afecta al ojo, sino también a la nariz, y por este motivo estornudas cuando miras al sol.
A primera vista, el fotoestornudo podría parecer simplemente un fenómeno curioso, incluso divertido. Pero no siempre lo es. El patólogo británico Emyr Benbow, quien confesó padecerlo en una carta al British Journal of Ophthalmology en 1991, advirtió de los riesgos: «Descubrimos que una repentina exposición a la luz al salir de un túnel de suficiente longitud seguramente provocará un estornudo, e incluso un breve momento de ceguera». En la conducción, esto puede resultar peligroso, ya que, al perder la visibilidad y, por ende, el control del vehículo durante unos segundos, el riesgo de accidente aumenta considerablemente.
Estudios de laboratorio
En 1989, un médico de Cleveland (Estados Unidos, el doctor Morris, documentó un caso muy ilustrativo. Una paciente de 55 años estornudaba de manera espontánea, pero nunca había notado si esto podía estar relacionado con la luz.
Al probar con estímulos visuales controlados, Morris descubrió que la mujer reaccionaba con estornudos cada vez que se le aplicaban luces intermitentes de 15 Hz. En promedio, el primer estornudo llegaba a los 9,9 segundos después de la exposición. En la mayoría de los ensayos, estornudaba dos veces, y en algunos hasta tres, con intervalos de dos a cuatro segundos entre cada episodio. La reacción era precisa, lo que confirmaba que no se trataba de una casualidad.
El fotoestornudo es un ejemplo fascinante de cómo el cuerpo humano puede reaccionar de formas inesperadas a estímulos cotidianos. A pesar de los avances, los científicos aún no han podido descifrar completamente el mecanismo que lo produce. La investigación genética abre caminos prometedores, pero falta conectar esos hallazgos con estudios fisiológicos y neurológicos más amplios.
Lo que comenzó como una observación clínica aislada se ha convertido en un tema de interés para la comunidad científica. En cualquier caso, nos recuerda que nuestro cuerpo guarda reflejos que aún no comprendemos del todo. Como señaló Emyr Benbow en su carta: «Incluso los síntomas más triviales son fácilmente tolerables si les puedes poner un nombre, aunque esto solo produzca un entendimiento ilusorio de su significado».
¡Ahora ya sabes por qué estornudas cuando miras al sol! Finalmente, cabe señalar que un estornudo puede alcanzar una velocidad de hasta 160 km/h, de manera que las gotitas expulsadas pueden viajar varios metros y transportar gérmenes. Otra curiosidad es que no se puede estornudar con los ojos abiertos; el reflejo involuntario hace que los párpados se cierren de manera automática para proteger los globos oculares de la presión generada. En definitiva, el estornudo es uno de los gestos más universales y, a la vez, más sorprendentes del ser humano.