Según el relato de 'La larga marcha' de Graciano Palomo

Las últimas horas en el lujoso restaurante Arahy donde Rajoy «lloró amargamente» para dejar paso a Casado

Mariano Rajoy. Foto: Europa Press
Mariano Rajoy

«El protagonista censurado ya conoce que no tiene posibilidad alguna de salvación. Los cinco diputados del PNV van a votar a favor, es decir, en su contra. La suerte estaba echada. Todo se iba al garete. ‘¿Para qué seguir chapoteando en la podredumbre? ¿Por qué tener que aguantar las impertinencias (Rajoy dixit) de toda esa patuela a los que gusta insultarme más que masticar chicle?’».

Así relata el periodista Graciano Palomo en su libro ‘La larga marcha. Dde Rajoy a Casado’ (Esfera), cómo fue la tarde del restaurante ‘Arahy’ de Madrid donde el todavía presidente del Gobierno –aunque por pocas horas más– se refugiaba, bebía –cosa entendible, algunas cosas sólo pasan por el gaznate bien aliñado de whisky– y asimilaba que el PNV iba a apoyar la moción de censura impulsada por Pedro Sánchez tras la sentencia del ‘Caso Gürtel’.

Game Over. El PP salía de la Moncloa y Rajoy estaba obligado a dejar la Presidencia para que Sánchez, líder del PSOE al que intentaron echar de Ferraz los suyos sin éxito y con mucho ruido en septiembre de 2016 –acuérdense de la voz andaluza de Verónica Pérez, cercana a Susana Díaz, que gritaba exasperada a las puertas del templo socialista: “La única autoridad en el PSOE soy yo”– accediera a la ambición de su vida: el poder sin mesura y, lo que es peor, sin lealtad ni siquiera hacia sí mismo.

Estaba todo perdido. El escaño del gallego en el Hemiciclo se convirtió en el bolso, caro y de lujo, eso sí, de Soraya Sáenz de Santamaría y de eso ningún español se ha olvidado porque se ha quedado en el imaginario colectivo porque nosotros, entre otras cosas, a veces sólo nos quedamos con la anécdota y no con la profundidad. Sobre este hecho, cree Palomo, y así lo ha expresado en una entrevista con Europa Press, Rajoy «pecó de ingenuo» y, de alguna manera, se resistía a creer que la moción, el golpe y la posición del PNV no iba en serio, por ello, cree que el hecho de irse del Congreso fue una «equivocación» porque «un comandante en jefe está al pie del cañón» y «dar la cara».

«Con la corrupción se equivocó al no pegar el tajo»

Ahora sólo está el bolso en el escaño, pero, ¿la sociedad está desmemoriada y la huída de Rajoy al ‘Arahy’ ha velado toda acción política y de gestión del ex presidente? En este sentido, cree el autor del libro, Rajoy hizo «grandes cosas por el país» como, por ejemplo, «que España no fuera intervenida por la UE al recibir la brutal herencia de José Luis Rodríguez Zapatero» o «no bajar las pensiones», aunque explica que también llegó al poder con «la mochila de la corrupción, de la Gürtel» y «se equivocó al no haberle pegado tajo».

Además, añadía en la misma entrevista, que «Rajoy nunca pensó que Sánchez fuera capaz de conseguir el voto Frankenstein, no se le pasaba por la cabeza, estaba sorprendido». No obstante, y esto ya es historia de España, Palomo recuerda en su libro la última llamada del ‘popular’ para que los diputados de la Cámara Baja reconsideren de nuevo sus posturas con respecto a la moción de censura: «Señores diputados, piensen lo que van a hacer». 

Es probable, además, que la última mirada de Rajoy fuera a parar a la bancada del PNV, ya que, según el autor, la moción de censura también consigue llevar la división al seno del PNV porque, mientras que Andoni Ortuzar era partidario de mantener a Rajoy, Íñigo Urkullu lo era de la moción «por el ruido mediático brutal» y, además, «no quedar como los únicos que apoyaban a un partido corrupto».

Este hecho, según el relato de Palomo, hace que «Rajoy llore amargamente» durante las horas que estuvo en el interior del restaurante ‘Arahy’ de Madrid, el refugio de sus últimos momentos como presidente, pero no sólo de España, sino también del PP. La conclusión que Palomo comparte en su libro, y según declaraciones de personas relevantes del PP, es que a Rajoy le faltó «coraje, grandeza, visión de estadista para afrontar lo más duro de su carrera. No quiso marcharse dimitiendo como presidente y señalando a Soraya Sáenz de Santamaría como su salida natural porque no quería meterse en líos con la secretaria general –María Dolores de Cospedal–, y ya se sabe que Mariano huye del lío».

Tras la derrota, el ‘popular’ se marchó a retomar su actividad como registrador de la propiedad en Santa Pola. «Me voy», dijo a su Comité Ejecutivo, «por dos razones, es lo mejor para mí y lo mejor para el PP. O dicho de otra forma, será lo mejor para el PP, para mí, creo que también para España y lo demás no importa nada. Convocaremos una Junta Directiva Nacional para convocar un congreso extraordinario para abrir una nueva etapa en el partido».

Según Palomo, y así lo cuenta en el libro, el silencio fue absoluto y sólo se escuchaba el resonar de algunos abanicos. «La mayor parte de los presentes saben que también sus días como altos cargos están contados», apunta el autor. Así se acababa la era Rajoy y comenzaba la era Casado. 

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