El director Shane Black dirige la vuelta a la gran pantalla de Predator

El director Shane Black participó como actor en aquella película de 1987 donde encarnó al primero de los soldados en morir a manos del Depredador

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El director Shane Black durante la presentación de Predator. Foto: Europa Press

La saga Depredador vuelve a los cines con Predator, la nueva entrega dirigida por Shane Black (Dos buenos tipos, Iron Man 3, Kiss Kiss Bang Bang) que llegará a las salas el viernes 14 de septiembre. Un filme que recupera «el espíritu y la energía» de la primera entrega de la franquicia, la mítica película que en 1987 protagonizó Arnold Schwarzenegger, a la que el nuevo filme toma como claro referente y «rinde tributo» a la vez que intenta alejarse del cliché de aquellos héroes «musculosos» e «invencibles» de los ochenta.

«Cuando haces una película de Depredador, una de las cosas en las que primero tienes que pensar es en los fans, porque nunca vas a hacer algo que sea tan bueno e impactante como la primera», reconoce Black en una entrevista concedida a Europa Press durante su visita a Madrid para promocionar el filme junto a dos de sus protagonistas, Olivia Munn y Boyd Holbrook.

En este punto, Black, que participó como actor en aquella película de 1987 -donde encarnó al primero de los soldados en morir a manos del Depredador y, según cuenta la leyenda hollywoodiense, también modificó algunos aspectos del guión- dialoga con la primera entrega buscando «rendirle tributo» e intentando recuperar «la misma energía y la camaradería». «Así que he tratado de hacer una película muy entretenida, con mucha energía», dice el cineasta, guionista de títulos como Arma letal, El último Boy Scout o El último gran héroe, que asegura que el elemento esencial que estaba dispuesto a recuperar era la «calificación para adultos que tenía el filme en los ochenta».

«Quería ver al Depredador en acción, cómo mata a la gente», dice Black que partiendo de esta calificación para mayores de 18 años ha hecho de la acción brutal y el humor gamberro los dos pilares fundamentales de este nuevo Depredador. Y tener la posibilidad de incluir en el filme secuencias de violencia tan explícita al tiempo que dan rienda suelta al humor «sin censura» es algo que, reconoce, le debe a éxitos de taquilla recientes de la propia 20th Century Fox como Kingsman, Deadpool o Logan.

Honestidad en la violencia

Películas que, señala, consiguieron que los estudios fueran más flexibles a la hora de apostar por el cine solo para adultos y comprobaran que con ellos también se puede hacer dinero «abriendo así la puerta» a historias como esta. «Hay honestidad en aquel grado de realismo que se daba en el cine de los ochenta y quería volver a ello», sentencia.

Además de la evolución en el Depredador, ahora se trata de una criatura más grande, más rápida, más fuerte y más inteligente como resultado de una mejora genética tras combinar su AND con el de otras especies, y de las grandes dosis de sangre y humor que salpican todo el filme, el otro gran aporte de Predator a la saga es que en esta ocasión son los marginados, los inadaptados, los grandes héroes de la aventura. Algo que contrasta con aquel personaje casi indestructible de Schwarzenegger en la primera película.

«Hasta donde yo sé, Arnold no ha visto la película. Tratamos de alejarnos un poco de lo que él representaba. En los ochenta teníamos esos héroes llenos de músculos como él, Van Damme, Stallone, Dolph Lundgren… y lo que yo quería iba más en la línea de Steve McQueen en La gran evasión», subraya Black que en consonancia con esta idea pone en primera línea a un grupo de soldados apartados del ejercito por sus poblemos mentales, a una científica sin experiencia militar y un niño con autismo y víctima de bullying interpretado por Jacob Tremblay.

Un grupo de héroes «improbables» y variopinto, dice el director que tienen en común «que de una u otra forma no encajan en la sociedad». Boyd Holbrook asume el liderazgo de esta reunión de deshechos militares que se presenta como última línea de defensa ante la llegada a la Tierra del ‘superdepredador’. «Son una panda de inadaptados (…) Representan todo lo contrario a lo que ocurría en la película original en la que pensabas que los soldados de aquel equipo eran casi invencibles. Aquello era genial en los ochenta… pero poco realista», señala el actor de Kentucky.

A ese grupo que se autodefine como ‘Los Tarados’, se unirá Casey Bracket, una profesora de biología evolutiva encarnada por Olivia Munn que tiene una curiosa interacción con ellos. «Es algo muy distinto a los ochenta, con todos aquellos tipos enormes en plan ‘supermachotes’», insiste la actriz que destaca que la historia de Predador es la de un puñado de marginados que, a priori, «tienen todo en contra» pero que uniendo fuerzas consiguen salir adelante.

«Cuando los conoces piensas: ‘¿Y esta gente va a salvar el mundo?’ Lo bueno aquí es que al unir sus habilidades, sus conocimientos, consiguen mejores oportunidades para sobrevivir», dice Munn que confiesa que para acercarse a los aspectos más científicos del guión sobre la evolución de las especies, consultó a su hermano. «Se está sacando un doctorado en física», apunta orgullosa. Y en sus charlas, recuerda, llegaron a la conclusión de que, «si aceptamos la premisa de que el Depredador existe, de que es algo real, entonces lo que plantea el guión sí sería posible». «Sin olvidar que hay muchos depredadores en el mundo real», sentencia.

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