Fenómenos extraños

Pamukkale, el castillo de algodón en Turquía

Pamukkale
Pamukkale, en Turquía
Francisco María
  • Francisco María
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El Pamukkale es una imponente montaña blanca que circunda el río Menderes, en la provincia de Denizli, en el cuadrante sudeste de Turquía. Castillo de algodón es como se traduce este vocablo del turco al español. Tiene una extensión de 2700 metros cuadrados y 160 metros de altura y dentro sobreviven las ruinas de Hierápolis. Una antigua ciudad griega de veraneo, reformada por los romanos y que ha tenido que soportar los frecuentes terremotos que azotan la región.

Tanto la ciudad como toda la zona natural, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Durante la segunda mitad del siglo XX, la zona se vio severamente afectada por diversas construcciones que buscaban sacar provecho económico, sin control o con algún plan de sostenibilidad.

Blanca como la nieve

Pamukkale es una montaña imponentemente blanca. Pero no porque esté cubierta de nieve. Tampoco de algodón, ni de hielo o sal. Se trata de una formación geológica que debe su particular (y para muchos irreal) apariencia a una combinación de minerales que brotan de las entrañas de la tierra. Impulsados en su mayoría por la abundante actividad sísmica que presenta la región.

Caliza de creta y bicarbonato de calcio son dos de los principales minerales que manan desde el subsuelo. El agua que cae desde lo alto por las laderas forma cascadas que dan la sensación de estar congeladas. También se pueden apreciar estalactitas blancas ‘guindando’ entre los escalones. Asimismo, sobre estas terrazas, la piedra caliza ha propiciado la aparición de piscinas poco profundas.

Las pozas de aguas termales han sido desde siempre parte principal del atractivo del Pamukkale. Estas ‘aguas milagrosas’ fueron responsables de que primero los griegos y más adelante los romanos, decidieran establecer una urbe eminentemente vacacional.Pamukkale

Hierápolis, la ciudad sagrada

Las ruinas que quedan en pie de Hierápolis son todas romanas. Ninguna construcción previa, de orden helenístico, consiguió vencer a la fuerza de la naturaleza, manifestada frecuentemente en esta montaña en forma de terremotos. De hecho, la ciudad fue definitivamente abandonada en 1354 a causa de un movimiento telúrico de gran intensidad.

El teatro es una de las estructuras que aún se puede apreciar. Se estima que tenía un aforo para albergar hasta a 20 mil espectadores. Una capacidad que incluso en la actualidad representa una cifra imponente.

Pamukkale, la montaña que estuvo punto de morir

La declaración de Patrimonio de la Humanidad ha permitido frenar el deterioro de la zona. Ahora es necesario cumplir una serie de normas bastante estrictas al visitarla (como caminar sobre los travertinos sin portar calzados). De cualquier forma, es una escapada que bien vale la pena.

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