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Cambio de horario 2018: ¿Por qué cambiamos la hora en octubre?

cambiamos la hora en octubre
Por qué cambiamos la hora en octubre

¿Te has planteado alguna vez por qué cambiamos la hora en octubre? El próximo fin de semana será el cambio de hora 2018, quizás el último o penúltimo en mucho tiempo. Pero, ¿cuál es el motivo histórico que nos llevó a esta situación?

Con el cambio que se realiza ahora, se pone fin al horario de verano que nos ha acompañado desde la primavera pasada y entramos en lo que se conoce como horario de invierno, que estará con nosotros igualmente hasta la próxima primavera.

Ahora bien, ¿a qué obedece este cambio? ¿Realmente es perjudicial para la salud y el organismo humano? ¿De verdad es tan productivo y ahorrativo como siempre se ha comentado?

Todo comenzó a finales del siglo XVIII. En aquel momento, el científico y político Benjamin Franklin era embajador de los Estados Unidos en Francia. Él sería el primero que advertiría del supuesto ahorro de energía que existe en el cambio de horario.

Franklin descubrió que madrugando más y optimizando sus horarios a la luz natural, podía disfrutar de un mayor ahorro energético gastando menos en aceite para sus lámparas, y así lo hizo saber publicando una carta en un periódico francés.

No obstante, el cambio horario no llegó hasta la I Guerra Mundial, cuando Alemania lo aprobó para reducir tiempo de iluminación artificial, lo que permitía ahorrar carbón que se destinaba a la guerra.

Estados Unidos, por su parte, obligó a sus estados a establecer el cambio horario durante la II Guerra Mundial imponiendo el horario de verano como forma de ahorro energético y de reserva de recursos.

Sin embargo, no fue hasta 1973, durante la crisis del petróleo, cuando se instauró definitivamente los cambios de horario a nivel global. Ahora bien, ¿realmente son tan eficientes energéticamente?

Entramos en cuestiones polémicas. Al parecer, el único que realmente es ahorrador es el horario de verano. Sin embargo, el de invierno, al que nos enfrentamos ahora, no sería tan productivo. Aun así, esta práctica permite gastar hasta unos 1,3 teravatios de electricidad a nivel mundial durante un año, lo que supone un 0,02% del consumo global.

Ahora bien, también es cierto que el horario de invierno parece ser más perjudicial para la salud. Y es que solo el de verano reduce horas frente al televisor, por lo que permite gastar menos energía y estar más activos durante el tiempo de luz, por ejemplo. Estos son los datos que arrojan las diversas investigaciones.

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