Mancha azul en el bebé. Todo lo que necesitas saber

Mancha azul en el bebé. Todo lo que necesitas saber
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Numerosos son los casos en los que los bebés vienen al mundo con manchas rojas en su cuerpo y, sobre todo, en el rostro. Esas suelen desaparecer con el tiempo. No obstante, no hay que olvidar que, si estás a punto de dar a luz, te puedes encontrar con el hecho de que halla una mancha azul en el bebé.

En ese caso, sigue leyendo. A continuación, te vamos a dar toda la información que necesitas conocer al respecto para que no te preocupes:

¿Qué es la mancha azul en el bebé?

Lo primero que tienes que saber que esa citada marca también responde al nombre de mancha de Baltz o mancha mongólica. Un nombre este último que procede de que la misma es más habitual en los niños de raza mongola.

Es una melanocitosis dérmica congénita, es decir, un exceso de pigmentación en una zona concreta de la piel. Más exactamente tenemos que exponer que es habitual que se encuentre al final de la zona de la espalda o en los glúteos de manera directa. Es decir, lo frecuente es que aparezca en áreas del cuerpo donde se considera que hay más vasos sanguíneos.

Señas de identidad de la mancha

Además de lo que hemos indicado, podemos establecer que también puede aparecer en el área de los hombros y que puede tomar un marcado color azul o bien azul grisáceo. Tonos que son debidos a que, frente a las manchas rojas que son más superficiales, las manchas que nos ocupan son más profundas.

Otras de las principales características que nos vienen a identificar claramente que se trata de una mancha mongólica es que tiene una forma absolutamente irregular, que es plana y que no posee un perímetro perfectamente definido.

De la misma manera, tenemos que dejar patente que no cuenta con un tamaño concreto, aunque suele oscilar entre los 4 y los 12 centímetros.

¿Es un problema?

El hecho de ver que su pequeño viene al mundo con esa citada mancha, que no es la roja frecuente, puede llevar a muchos padres a asustarse. No obstante, deben estar tranquilos, pues no indica ni trae consigo ningún tipo de problema.

Es más, tampoco supone que el doctor venga a establecer alguna clase de tratamiento, ya que se tiene claro que esta mancha de color azul desaparece por sí sola sin fármacos ni cremas ni nada similar. En concreto, los profesionales determinan que es, a partir de los seis meses de edad del pequeño, cuando empieza a ir eliminándose. Así, en la mayoría de los casos, ya no existe rastro de la misma antes de que ese niño haya cumplido los tres años de vida.

Por ese motivo, es importante que los progenitores no se alarmen, no entraña peligro de ningún tipo y no requiere cuidados especiales tampoco. Es más, también es importante que se quiten de la cabeza, porque así piensan algunos papás, que la misma se ha generado durante el parto.

Otros datos de interés

Además de todos los datos que te hemos dado a conocer sobre la mancha azul en bebés, es interesante que tengas en cuenta otros igualmente significativos:

  • Se ha creído durante mucho tiempo que esa marca venía a indicar que un niño tenía Síndrome de Down, pero no, no es cierto.

  • Las estadísticas vienen a dejar patente que la misma aparece en el 99 % de los bebés de origen asiático. No obstante, también es muy común en el caso de pequeños que cuentan con ascendencia negra.

  • En los bebés de raza blanca únicamente la tienen entre un 1 % y un 5 %.

  • Dentro de la cultura oriental se mantiene la creencia de que esa mancha azul viene a representar el alma que no quería reencarnarse en bebé. De ahí que los espíritus se vieran en la necesidad de “darle una patada” para empujarla a la Tierra y muestra de ese daño era la mencionada marca.

  • En algunos casos muy puntuales, cuando cuenta con un gran tamaño, esa señal puede indicar que el pequeño tiene un problema del metabolismo que responde al nombre de Gangliosidosis tipo I GM1. Ante esta situación sí se requerirá que los doctores tomen medidas al respecto, acometan las pruebas pertinentes y vengan a establecer el correspondiente tratamiento.

  • Hay que subrayar que, aunque lo habitual es que ya no exista rastro de la misma cuando el pequeño cumpla los 3 años, en algunas ocasiones los niños las siguen manteniendo durante sus primeros 10 años de vida.

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