6 frases que odiabas que te dijera tu madre y que ahora dices tú a tus hijos

6 frases que odiabas que te dijera tu madre y que ahora dices tú a tus hijos
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A todos nos ha pasado, reconozcámoslo. ¿Cuántas veces siendo niños o adolescentes nos hemos quejado de las frases que nos decía nuestra madre para reñirnos y después de escuchar eso afirmábamos “jamás le diré eso a mis hijos”? Pues numerosas, pero ¿cuántas personas han cumplido esa promesa que realizaron? Ninguna prácticamente. Y es que al final acabamos repitiendo esas mismas reprimendas y “amenazas” que nos hacían. ¿Por qué? Porque son frases típicas de mamás, porque ahora de adultos nos damos cuenta de la razón que tenían nuestras progenitoras, porque son muy socorridas…Muchas pueden ser las razones de que las empleemos.

¿Quieres que analicemos algunas de esas “sentencias” maternas, que ahora usamos con nuestros hijos y que nos hacen darnos cuenta de que cada vez nos parecemos más a la mujer que nos trajo al mundo? A continuación te presentamos unas cuantas que hay que ver con sentido del humor:

“Te vas a caer, te vas a caer”

Siempre pensábamos de pequeños que nuestra madre tenía que tener poderes telequinéticos o sobrenaturales. Y es que cuando estábamos intentando subirnos a cualquier lugar que no le gustaba porque consideraba peligroso, siempre nos decía esta frase adivinatoria. Sí, adivinaba lo que iba a suceder o lo que ella había provocado con su mente porque al final siempre nos acabábamos pegando un tortazo en el suelo.

“Si tu amiga se tira a un pozo, ¿tú también?”

En más de una ocasión siendo niños y adolescentes nos ha pasado que nuestros padres se negaban a permitir hacer algo que a nuestras amigas sí les dejaban sus papás. Por eso, en ese afán de intentar convencer a los nuestros de que nos dieran también su permiso, abogábamos por comparar nuestra situación con las de esas otras chicas y, sin darnos cuenta, les facilitábamos a nuestros progenitores que se reafirmaran en su posición. Sí, porque ante nuestro comentario, nuestra mamá nos decía esa sentencia que no podíamos replicar porque sólo había tres opciones: callarse la boca e irse con las orejas gachas, mostrar enfado porque se sabía que se había perdido la batalla o contestar a su pregunta con un “sí”, lo que preocuparía aún más a la adulta pues pensaría que a su hija le faltaba un tornillo.

“Deja ya de comer guarrerías que luego no vas a tener hambre”

Las madres siempre estaban vigilantes de cualquier cosa que hacíamos cuando pequeños y eso suponía que también controlaran la alimentación de sus hijos. De ahí que cuando nos veían devorando cualquier producto que nos gustara, como golosinas o cualquier chuchería, acababan dándonos cuenta de que si no dejábamos de tragar iba a llegar la hora del almuerzo o de la cena y no íbamos a tener hambre.

Esto siempre sucedía, al final no éramos capaces de tomar nada más y justo el día que nos había preparado el plato que más nos encantaba. ¿Casualidad?

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“Ni espera ni espero. Tira para casa ya”

Cuando éramos pequeños y estábamos jugando en el parque o en la calle con nuestros amigos parecía que el reloj se detenía y las horas no pasaban, pero no era así. Por eso, nuestras madres tenían que venir para advertirnos de que era la hora de irse a casa, a lo que contestábamos: “espera un poco”. ¿Su respuesta? Clara, directa y sin derecho a réplica: “ni espera ni espero. Tira para casa ¡ya!”.

Una frase esa que ahora no dudas en utilizar con tus hijos cuando te van pidiendo prórrogas y prórrogas para jugar un poquito más y al final acaban colmando tu paciencia.

“Porque lo digo yo y punto”

Si hay una afirmación que sea de madre absolutamente es esta. Y es que la misma es versátil, pues se puede utilizar para todo tipo de situaciones, y tiene la ventaja de que no permite continuar con la discusión o debate que se tenga, no acepta rebeldías infantiles o adolescentes…Es tajante y casi una sentencia. De ahí que, en más de una ocasión, la hayas tenido que usar con tus vástagos y en esos momentos habrás pensado qué sabiduría te ha legado tu progenitora.

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“Hasta que no lo rompas no vas a parar”

Cuando somos niños nos gusta curiosear los objetos que tenemos a mano, tocarlos, darles la vuelta para descubrir qué tienen…Eso lo que trae consigo es que los padres se vuelvan “locos” intentando conseguir que los dejemos en su sitio. Los nuestros empezaban con buenas palabras, pero cuando veían que no había manera de que les hiciéramos caso soltaban esta frase directa que nos ocupa y que, incluso algunos progenitores, completaban con una “amenaza-advertencia”: “y luego te voy a dar un cachete”.

¿Te sientes identificado con estas frases? ¿Hay algunas que decía tu madre y que ahora usas tú con tus pequeños?

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