Educación emocional

La frase de 8 palabras que refuerza la autoestima de tu hijo y puedes usar mucho más a menudo de lo que crees

Autoestima de tu hijo
Madre e hijo en la mesa familiar. Foto: ilustración propia.

Las frases que los niños escuchan durante su infancia no se desvanecen con el paso del tiempo. Quedan grabadas en su mente y se transforman, con los años, en su diálogo interno. Así, cada comentario pasa a ser una pieza del relato que el niño se contará sobre sí mismo. Esa relación entre lenguaje y desarrollo emocional es clave para entender cómo se forma la autoestima de tu hijo.

Más allá de los gestos o los castigos, el modo en que se formulan las frases tiene un impacto duradero. Usar expresiones positivas y descriptivas puede ayudar a construir una voz interior más amable y segura.

¿Cuál es la frase de 8 palabras que refuerza la autoestima de tu hijo?

Imagina una situación cotidiana: después de cenar, un niño recoge su plato sin que nadie se lo pida. Ante ese gesto, hay dos formas posibles de responder. Una opción es el elogio genérico, del tipo “muy bien”, que apenas comunica información. La otra es una frase de 8 palabras más precisa: «He visto que has recogido tu plato, hijo/a» o llamándolo por su nombre.

Esa expresión, de ocho palabras, tiene un poder especial. No valora al niño como persona, sino su acción concreta. Al describir el comportamiento sin emitir juicios, se le permite reconocer su propio mérito.

Así, el mensaje que se instala en su mente no es «soy bueno» o «soy malo», sino «he hecho algo correcto».

Esa diferencia, aparentemente mínima, repercute de forma notable en la autoestima de tu hijo. Se trata de un elogio descriptivo, centrado en la conducta, que proporciona claridad y refuerza el vínculo entre esfuerzo y resultado.

¿Por qué esta frase funciona para reforzar la autoestima de tu hijo?

Varios trabajos muestran que el tipo de elogio de «He visto que has realizado esto, hijo» influye en la percepción de competencia y autoestima infantil. Un estudio de Robichaud del 2022, publicado en la revista Journal of Child and Family Studies, distingue entre elogio descriptivo y elogio no específico.

Los resultados sugieren que el elogio descriptivo, combinado de forma adecuada con elogio más general, se asocia a mayores niveles de autoestima.

Otra investigación con escolares, alojada en el portal PubMed, indica que el elogio centrado en rasgos (por ejemplo, «eres muy inteligente») puede aumentar la vergüenza frente al fracaso, mientras que el elogio que enfatiza la conducta o el proceso reduce esa vulnerabilidad.

Además, desde la teoría social del autoconcepto (la idea del reflejo de apreciación) se sostiene que los niños internalizan las evaluaciones percibidas en adultos significativos, lo que refuerza la utilidad de observaciones concretas y sinceras.

Dicho esto, los beneficios de la frase recién mencionada son los siguientes:

  • Describe sin juzgar: la frase “He visto que has recogido tu plato” se limita a observar. No añade valoraciones ni comparaciones. Al hacerlo, refuerza la idea de que las acciones son importantes y que el reconocimiento surge de lo que el niño hace, no de lo que “es”.
  • Refuerza la autonomía: este tipo de reconocimiento ayuda a que el menor sienta que sus actos tienen impacto. Comprende que sus decisiones generan resultados y que es capaz de actuar por sí mismo. Ese sentimiento de eficacia personal es uno de los pilares de la autoestima de tu hijo.
  • Evita la presión del elogio exagerado: cuando se abusa de frases como “eres el mejor” o “qué perfecto te ha quedado”, se corre el riesgo de crear una sensación de exigencia constante, según afirma un estudio. El niño puede temer no estar a la altura la próxima vez. En cambio, una observación simple y sincera evita ese peso emocional.
  • Genera conexión emocional: al notar que el adulto presta atención a sus gestos, el niño se siente visto y valorado. No por sus resultados, sino por su esfuerzo cotidiano. Ese reconocimiento discreto alimenta la confianza mutua y refuerza la relación afectiva.

Cómo aplicar este elogio descriptivo en casa

Para incorporar este enfoque en la rutina familiar, basta con algunos ajustes sencillos:

  • Ser específico: nombrar la acción observada («has guardado tus juguetes», «has terminado tus deberes»).
  • Mantener la sinceridad: reconocer solo aquello que realmente se ha visto.
  • Evitar comparaciones: no decir «lo hiciste mejor que tu hermano».
  • Hacerlo en el momento oportuno: el reconocimiento tiene más efecto si llega justo después de la acción.
  • Fomentar la autoevaluación: preguntar «¿te has dado cuenta de que lo hiciste solo?», permite que el niño reconozca su propio progreso.

Al repetir este tipo de frases en diferentes contextos, se refuerza la voz interna del niño y se favorece una percepción más equilibrada de sí mismo.

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