Andadores: ¿positivo o negativo para el niño?
El debate sobre si es conveniente o no que los niños utilicen los andadores para empezar a dar sus primeros pasos parece que llega a su fin. A pesar de que hoy en día se siguen usando, estudios recientes desaconsejan su uso.
Parece que los inconvenientes del andador a la hora de permitir desarrollar al niño todas las competencias en lo que a equilibrio y coordinación se refiere son demasiados. Algunos de ellos son que el andador evita que el niño se vea sus propios pies al andar, lo que le entorpece en el desarrollo del equilibrio, y al impedir también el balanceo de los brazos, aquel se sigue viendo comprometido.
Otras habilidades que deberían ser desarrolladas en estos momentos y que se ven comprometidas son la exploración del entorno y la manipulación de los objetos de alrededor. El andador impide que el niño pueda alcanzar cualquier objeto y explorarlo, por lo que el desarrollo psicomotor no se desarrolla adecuadamente.
Las barreras físicas típicas que se toman como medida de precaución cuando se tienen niños pequeños tampoco son aconsejables si el niño utiliza andador. Estas entorpecen la marcha y pueden ser la causa de graves accidentes.
Algunos países como, por ejemplo, Canadá han tomado medidas extremas y han retirado los andadores del mercado. La Unión Europea, por otro lado, ha endurecido la legislación al respecto, haciendo que los fabricantes controlen la velocidad de aquellos dispositivos reduciéndola considerablemente.
Parece que la mayoría de los expertos ha llegado a la misma conclusión: es más sano para el niño prescindir del andador. Un espacio sin peligros para el niño y la supervisión de un adulto es más favorable y beneficioso para el niño que la utilización de un andador. Su integridad física no se verá tan comprometida y podrá desarrollar mejor su proceso de maduración.