Adolescencia, cambios físicos y de carácter: cómo hablar de ello a nuestros hijos
Para lidiar con la adolescencia de los hijos se debe tener paciencia y también firmeza.
La adolescencia es una fase o un período lleno de cambios de todo tipo que no solo afecta a los chicos y chicas, sino también a los padres y madres, que deben tener paciencia y también porqué no, las palabras adecuadas para explicar a los hijos en qué consiste exactamente y cuáles son esos cambios físicos y de carácter que se producen.
Adolescencia, cambios físicos y de carácter: cómo hablar de ello a nuestros hijos
La transición de la niñez a la edad adulta no es fácil. Para sobrevivir a los cambios físicos y de comportamiento que atraviesan los niños y niñas, se necesita comunicación y complicidad. Es impensable que nuestros hijos puedan llegar preparados si no se lo hemos dicho antes. El diálogo debe ser siempre activo y es tarea de mamá y papá explicar lo que está sucediendo.
Adolescencia, los cambios físicos más comunes
Por lo general, las niñas comienzan a mostrar los «síntomas de la adolescencia» primero, alrededor de los 12 años, aunque pueden darse casos en los que la edad sea vez más baja, llegando incluso a los 10-11 años. Mientras que los niños comienzan más tarde, alrededor de los 13 años.
Te das cuenta de que todo está cambiando al notar que tu cuerpo ya no es el de un niño o niña: las niñas experimentan el crecimiento de los senos y el primer ciclo menstrual , por ejemplo, mientras que los niños notan los primeros signos de barba y un cambio en el tono de voz. .
Para ayudar a los adolescentes a afrontar los cambios corporales, se pueden leer juntos muchos libros sobre el tema. O buscar la ayuda de un médico competente para comenzar a educar a sus hijos sobre los cambios físicos y cómo aceptarlos.
Adolescencia, cambios de comportamiento
No solo cambia el cuerpo, sino los propios adolescentes, que ya no se comportan como antes. A nivel psicológico, se desencadena un mecanismo por el cual se sienten atrapados en el cuerpo de los niños, pero con una mentalidad más parecida a como van a ser de mayores. O viceversa, tienen cuerpos adultos, pero el pensamiento permanece en el período de la infancia.
Por estas razones, es normal que sus emociones sean más fuertes e intensas, al igual que sus reacciones, porque todos estos cambios llevan a afrontar las experiencias de la vida cotidiana con mayor intensidad. Ellos pueden experimentar la decepción, la inseguridad, la fragilidad y es en este período que debemos trabajar en su autoestima, para acompañarlos en un camino de crecimiento que les servirá para el resto de la vida.
El papel de los padres en la adolescencia
Mamá y papá deben armarse de mucha paciencia, pero también de firmeza en las reglas elegidas para educar a sus hijos, recordando que deben representar un faro para los niños que van creciendo. Tienes que ser comprensivo, quizás pensando en tu adolescencia. Lo que nunca debe faltar es la presencia, pero una presencia activa hecha de escuchar, nunca de juicios, sino de consejos para ayudar a los adolescentes a enfrentar lo que es una verdadera revolución.
No será fácil, pero hay que recordar que comunicar, escuchar, hacer sentir la cercanía son las claves para poder ayudar a los jóvenes a comprender por lo que están pasando. Habrá tensiones, así como peleas, pero la puerta al entendimiento siempre debe dejarse abierta.
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