Las pintadas vandálicas inundan el Museo de Mallorca en el centro histórico de Palma
Las pintadas vandálicas inundan el Museo de Mallorca en el centro histórico de la capital balear, ante la dejadez del Ayuntamiento de Palma presidido por el alcalde socialista José Hila, que es el responsable de su limpieza, y del Consell de Mallorca, liderado por su compañera de filas Catalina Cladera, propietario de este emblemático edificio de la calle Portella en el barrio de La Calatrava.
Si en un principio, fueron cuatro o cinco pintadas en la pared exterior del inmueble, en estos momentos, el vandalismo ha copado todo el exterior del museo de Mallorca que presenta un aspecto deplorable.
La primavera pasada la denominada Asociación para la defensa del patrimonio de Mallorca (ARCA) ya denunció esta realidad que, desde entonces, ha ido a peor.
El colectivo exigió, sin éxito, la urgente retirada de las pintadas vandálicas de la fachada «y si vuelven a pintar, como sabemos que sucede, que vuelvan a borrarse. Tan sólo la constancia nos hará vencer esta lacra de las pintadas vandálicas».
Constancia parece que tiene poca el gobierno municipal de Hila, y precisamente hoy, esta entidad referente en materia de protección patrimonial hacía público un comunicado, en el que recordaba en relación a esta lacra que, hace menos de dos semanas, decidió poner a disposición de la ciudadanía un contacto en redes sociales para que pudieran enviar sus fotografías denunciando las pintadas vandálicas.
En sólo 10 días, 50 personas distintas nos han hecho llegar más de 200 imágenes, lo que «es una demostración de la magnitud del problema, especialmente en Palma, de donde provienen el 95% de las quejas» contra la inacción del gobierno municipal de socialistas, independentistas de Més y Podemos.
La entidad se ha comprometido, a formalizar las denuncias y solicitar la limpieza de los espacios afectados, tramitándolas documentalmente a los departamentos responsables escalonadamente, para no colapsar los registros públicos.
«Esperamos que desde el Ayuntamiento de Palma y otros organismos, reaccionen y limpien todas las pintadas, independientemente, del soporte en el que estén hechas», manifestó la entidad que volvía a denunciar que «el servicio actual de Emaya resulta harto insuficiente, ya que sólo se limpian algunos espacios públicos y determinadas paredes privadas, si la propiedad lo solicita previamente».
A su vez el colectivo denunció la limitación que implica que el Ayuntamiento de Palma no se plantee limpiar las pintadas vandálicas de puertas, barreras metálicas, armarios de instalaciones, entradas de garajes, ni las que están a una altura superior a la de la planta baja .
«Exigir a quien gobierna la limpieza inmediata, que es la forma más efectiva de luchar contra esta forma de vandalismo. Hacer evidente la magnitud del problema para que se corte de raíz. En muchas ciudades se ha conseguido y Palma es posiblemente la más sucia, en este aspecto, de toda Europa», concluye Arca.
El vandalismo grafitero no hace más que ahondar el deficiente servicio de limpieza de la compañía municipal Emaya. Aunque las pintadas en el espacio público afecta a todos los rincones de la ciudad, es especialmente sangrante, en los edificios monumentales del centro histórico, por el impacto negativo que tiene para la imagen exterior de la capital balear.