¿Es Mercedes Garrido el auténtico rostro del PSIB-PSOE?
¿Qué significado destila rostro? Pues por ejemplo, el semblante o lo que es lo mismo, «aspecto característico propio de algo o de alguien». La RAE. Mis queridos votantes baleares de izquierdas, atrévanse a darle significado cierto, al margen de sus fobias, al semblante de Mercedes Garrido, cuando se encharca en sus reiteradas salidas de tono que en absoluto tienen cabida en la conducta de quien ostenta la Vicepresidencia Segunda del Parlament.
Por cierto, rostro adquiere un significado específico cuando se refleja en el dicho aquél según el cual la vida política tiene mal rostro. La pregunta que me hago, entonces, sería: ¿Es Mercedes Garrido el auténtico rostro del PSIB-PSOE? Desde luego, como mínimo es un clon de Francina Armengol, otra que tal anda, dislocando sus funciones como presidenta del Congreso. Profundamente vergonzosa la actitud de Armengol, fielmente plegada a los deseos de Moncloa, fulminando, de hecho, la separación de poderes
Convendría a todos retener en la memoria que hay cargos en el ejercicio de la representación parlamentaria que escapan a la disciplina de partido, pues es su función hacer prevalecer los derechos del conjunto de electos, porque están exclusivamente al servicio del Poder Legislativo y liberados por tanto de tomar parte, excepto a la hora de votar. Por consiguiente, la actitud de Mercedes Garrido es necesariamente reprobable porque forma parte de la Mesa del Parlament que consagra sus actuaciones en la neutralidad de su comportamiento. Exclusión, repito, llegada la hora de votar, que es cuando se deben a un dedo, dos dedos o tres dedos (si, no, abstención) dictados por los correspondientes jefes de los grupos parlamentarios.
No se trata de una servidumbre de la democracia. Al contrario; hablamos de la naturaleza de su razón de ser que no es otra que respetar al adversario. De lo contrario, caemos en la autocracia, sueño líquido de Pedro Sánchez y por extensión de Francina Armengol, madrastra de los socialistas baleares. Mis queridos votantes socialistas de Baleares, madrastra igualmente refiere, «madre que trata mal a sus hijos». La RAE. Os da igual, pero ahí lo dejo.
Me he referido en varias columnas a esa férrea disciplina que acompaña el quehacer de los parlamentarios socialistas, sea tanto en Baleares como en el Congreso de los Diputados, y todos ellos, juguetes paniaguados al servicio del sanchismo, dándoles exactamente igual la dudosa constitucionalidad a la hora de ejercer el voto. Ellos y ellas son el claro ejemplo de los sucesos que la gente de izquierdas con responsabilidades protagoniza en estos días con la llegada al poder de su «puto amo» como dijera Óscar Puente. Se trata de personas que no tienen ninguna posibilidad de prosperar en las empresas privadas y mira por dónde, todo por ganar en la política donde nada se pide en cuanto a formación y capacitación. De ahí que la vida política hoy tenga mal rostro, precisamente porque allí está instalado lo peor de cada casa. El caso de Mercedes Garrido, sin necesidad de ir más allá.
¿Quién es Mercedes Garrido, además de una hortera de bolera? Es fácil de responder. Es licenciada en Derecho por la UIB, que en absoluto se puede comparar con la de Princeton, por poner un ejemplo. Ha sido concejala en Felanitx, su pueblo natal. Fue secretaria general en la Conselleria Insular de Presidencia -con Armengol de presidenta del Consell, cómo no-. Fue la consellera insular de Territorio e Infraestructuras en 2015 -con Miquel Ensenyat de presidente del Consell de Mallorca, cómo no- Y finalmente consellera de Presidencia del Govern -con Francina Armengol, cómo no-.
Esta maleducada y maliciosa persona, como ha quedado bien acreditado, es un ejemplar, más que genuino, del desastroso e ideologizado Pacte, ése de Progrés. Es, además, la que ha provocado con sus malas artes llevar ante un tribunal al presidente del Parlament balear, probablemente gracias a la más que evidente inclinación progre de la alta magistratura de Baleares.
Es, en definitiva, un mal bicho al servicio del muro sanchista, que reniega como es sabido de la alternancia en el poder si se trata del centroderecha, amparándose en su inmunidad, y olvidando que esa misma inmunidad en realidad es una garantía para poder votar en conciencia. Del mismo modo que el carácter vitalicio del funcionario responde a preservarle depender del político de turno. Contrapesos que por desgracia no siempre se cumplen.
Mis queridos votantes baleares, excluidos los de extrema izquierda como el PSIB-PSOE, esto es lo que hay: si regresa el Pacte de Progrés, tendremos la inmersión en modo woke hasta el vómito indescriptible. Ustedes mismos. También pueden reírle las gracias a Mercedes Garrido. Eso es lo que hay.