Condenado a 8 años de cárcel por dar regalos y dinero a menores tuteladas a cambio de sexo en Mallorca
El acusado es un nigeriano de 40 años que se declaró inocente afirmando que creía que las chicas eran mayores de edad
Mantuvo relaciones completas con una menor de 14 años en un hotel de lujo a cambio de 600 euros
El Parlamento Europeo señala a Armengol por el escándalo de los abusos a menores tuteladas
Estos son los casos de abusos a menores en Baleares por los que la misión europea investigará a Armengol
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de ocho años y medio de cárcel para un hombre por pagar y agasajar con regalos y droga a menores, varias de ellas tuteladas por la Administración, a cambio de sexo en Mallorca. El Supremo ha desestimado el recurso presentado por la defensa del acusado y ha ratificado la condena impuesta en diciembre de 2020 por la Audiencia Provincial de Baleares por delitos de corrupción de menores.
Este caso se enmarca en el escándalo de las menores tuteladas por el Govern balear que preside la socialista Francina Armengol y el Consell de Mallorca presidido por Cati Cladera, también del PSOE. Se trata de la existencia de una trama de abusos y explotación sexual en Mallorca a menores tuteladas que tanto el Govern como el Consell se han negado a investigar aunque sí lo ha hecho el Parlamento Europeo.
El informe preliminar del Parlamento Europeo denuncia fallos en la protección de las menores tuteladas por el Consell de Mallorca y el Govern balear y denuncia que se han estado incumpliendo las medidas de seguridad en los centros de acogida y que ha existido falta de coordinación entre las instituciones y las autoridades policiales.
La sentencia del Tribunal Supremos, que ha sido desvelada por Europa Press, viene a confirmar las conclusiones de la Misión Europea sobre la falta de protección a las menores tuteladas cuyo informe denuncia fallos y falta de colaboración del Govern y el Consell de Mallorca con la Fiscalía y la Policía. Entre otras cosas, en la comparecencia ante la Misión Europea la Fiscalía lamentó que el Consell no proporcione las fotos de las menores que se fugan de los centros de acogida y que no le informe cuando estas chicas son localizadas.
La sentencia del TS, que ya había sido confirmada por la sala civil y penal del Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJIB), también obliga al acusado a indemnizar a cada una de las cuatro víctimas con 2.500 euros más intereses.
Sabía que eran menores
En este procedimiento se juzgó a otro varón, español de 65 años, que reconoció los hechos durante el juicio. En cambio, el segundo procesado, nigeriano de 40 años, se declaró inocente defendiendo que creía que las chicas eran mayores de edad. La Audiencia consideró probado que concertaba citas con las menores en hoteles de Palmanova y Magaluf para tener sexo con ellas, y que a cambio les regalaba ropa, dinero -en efectivo y por transferencia bancaria- y droga. Una de las menores tenía 14 años en la fecha de los hechos y mantuvo con ella relaciones completas a cambio de unos 600 euros.
El argumento principal del recurso del acusado era precisamente que estaba convencido de que las jóvenes eran mayores de edad, porque le manifestaron que habían cumplido 18 y una de ellas le remitió una fotografía de un DNI que lo corroboraría.
Entre otras pruebas, los agentes de la Guardia Civil examinaron móviles del acusado y constataron ofrecimientos de dinero -donde hasta se facilitaba un número de cuenta para hacer el ingreso- y diversas alusiones a que las chicas estaban recluidas en «el centro», de las que se podría deducir que el acusado sabría que eran menores.
En conjunto, la Sala cree que a partir de todo el contexto y los contactos con las menores se «llega a la muy consistente inferencia de que el acusado conocía dicha condición de minoría de edad».
El Tribunal incide en la «intensa vulnerabilidad social y personal» de las menores víctimas y el «propósito claro de cosificación de su cuerpo» por parte del acusado, que entregaba «significativas cantidades de dinero» y drogas que causan grave daño a la salud -éxtasis y cocaína- «que las menores consumían en su presencia».
Hoteles de lujo
Ello además, «en habitaciones de distintos hoteles de lujo a los que las menores se desplazaban, permaneciendo durante un tiempo muy prolongado, lo que objetivamente suponía un factor de mayor cosificación».
Por otro lado, la defensa pretendía lograr una atenuante de confesión porque el acusado aportó a la Policía el PIN de su teléfono móvil, donde se halló un caudal probatorio de mensajes, fotos y comunicaciones mantenidas entre él y las menores.
El Supremo descarta que la simple aportación de esta clave le haga merecedor de una atenuante de confesión, recalcando que no reconoció los hechos al negar que supiera que las víctimas eran menores.
Además considera que el PIN no era absolutamente imprescindible para permitir la investigación ya que la Guardia Civil podía acceder al contenido igualmente mediante herramientas informáticas.
El acusado fue detenido en compañía de dos chicas, una menor de edad, en un hotel en Calvià, después de que la Guardia Civil fuera estrechando el cerco y vigilara a diario las bases de datos de hospedería para detectar si se alojaba en hoteles de Mallorca.
Durante el juicio, los interrogatorios a las menores fueron difíciles porque dieron respuestas escuetas y confusas que no coincidían con lo declarado en instrucción. De hecho, la Fiscalía tuvo que lanzar en varias ocasiones advertencias sobre las consecuencias de mentir en el juicio, señalando a las chicas que no debían «proteger a nadie». La más joven de las menores se negó a comparecer y el juicio tuvo que suspenderse durante semanas.
Fue una educadora social del centro donde se encontraba interna quien aportó pistas sobre lo que había podido ocurrir. Según declaró, tras una fuga la víspera de su cumpleaños, la niña volvió al centro «llorando» y con muy mal aspecto, encerrándose en su habitación. «Decía que había pasado una cosa terrible y que no quería hablar», explicó.
Al día siguiente, la menor pidió que le administraran la píldora del día después. No dio muchos detalles más allá de mencionar que había estado «con un chico», pero por sus palabras la educadora interpretó que había ocurrido algo grave.
Además, la profesional incidió en que la menor no recibía una paga pero a pesar de ello «manejaba mucho dinero», y que era consumidora de marihuana y cocaína. «Le avisábamos en muchas ocasiones de que se ponía en riesgo, estaba prácticamente más tiempo fuera del centro que dentro», se lamentó la educadora.
Por otra parte, empleados de uno de los hoteles a los que acudía el hombre señalaron que el acusado daba altas propinas y por ello estaban todos «muy contentos» con él, que era «muy buen cliente». Uno de ellos admitió que esto propició que nadie intentase averiguar si estaba ocurriendo algo «raro», a pesar de que el hombre iba habitualmente al hotel con chicas muy jóvenes.
Una camarera de pisos sí dio aviso a la Guardia Civil cuando vio a dos chicas salir de la habitación del acusado -que siempre reservaba una suite de lujo-. Las jóvenes le parecieron «crías» y según su versión se notaba «claramente» que eran menores. «No me cuadraba la historia, ¿qué hacía él con estas dos niñas, si ni hablaban el mismo idioma? No tenían nada que ver», declaró la trabajadora. Al entrar en la habitación y ver la escena, dio parte a las autoridades.
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