ARAGÓN

Compañeros de la cocinera asesinada en prisión: «Sánchez dio el pésame a un etarra y ahora calla»

En las cárceles de España se ha celebrado un minuto de silencio en honor a Nuria, la cocinera asesinada por un preso en la cárcel de Mas d'Enric (Tarragona)

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Paula Ciordia

Este viernes, a las puertas del centro penitenciario de Zuera, en Zaragoza, un centenar de funcionarios de prisiones han guardado un minuto de silencio en solidaridad y recuerdo a la mujer asesinada cuando trabajaba como cocinera, a manos de un preso en la cárcel catalana de Mas d’Enric (Tarragona).

El minuto de silencio por parte de sus compañeros ha sido largo, eterno, hondo. Silencioso. Sí, silencioso y muy distinto al guarda el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, quien tras 24 horas del crimen no se ha pronunciado para valorar la situación.

De ahí que entre los funcionarios se respirara una fuerte indignación por la situación a la que están siendo abocados desde hace años por la incompetencia de los gobernantes quienes los están dejando a los pies de los caballos ante la falta de autoridad, medios y efectivos que demandan.

OKDIARIO ha estado presente en el minuto de silencio en Zuera y hacerse eco de sus reivindicaciones.

Un minuto de silencio reivindicativo en Zuera mientras Sánchez calla

«El presidente Sánchez mando sus condolencias por la muerte de un etarra en San Sebastián. En 2018, Marlaska, en sede parlamentaria, manifestó que los débiles eran los internos, pero a día de hoy, el secretario general de Instrucciones Penitenciarias muestra silencio, por hechos ocurridos tan graves como los de ayer», han expresado los funcionarios de prisiones de Zuera a los micrófonos de OKDIARIO, en referencia a las palabras en el Senado de Sánchez dirigidas a EH Bildu por el suicida de ETA, Igor González Sola, en la prisión de Martutene.

«Esto traslada a la opinión pública que los funcionarios de prisiones, somos un cero a la izquierda. No significamos nada, y ni van a poner los medios necesarios para protegernos ni lo van a poner a futuro», denuncia uno de ellos. Este trabajador sostiene entre sus manos una pancarta en la que se puede leer un mensaje telegráfico, claro, directo.

«Hoy con Nuria. Hoy con mis compañeros catalanes. Somos uno», dice el cartel impreso en un folio. No es el único mensaje que se puede leer durante el minuto de silencio que nuestras cámaras han recogido en soledad. Ningún otro medio ha acudido. «Prisiones sin agresiones», «Stop agresiones», eran otros de las proclamas.

En el horizonte: ¿Reconocimiento de profesión de riesgo?

Este crimen machista ha encendido la mecha de un movimiento espontáneo en las cárceles de España por parte de los funcionarios de prisiones.

En la mayoría, se ha celebrado un minuto de silencio como en Zuera, hasta ahí han acudido también compañeros de otros centros penitenciarios como  Daroca.

Mientras las feministas de salón callan. ¿No es acaso una mujer asesinada a manos de un hombre que había asesinado previamente a otra mujer, crimen por el cual terminó en la cárcel?

Los profesionales advierten que esta tragedia se podía haber evitado. Sin embargo, es un escenario que corre el riesgo de que se repita en cualquiera de las cárceles de nuestro país.

Sin ir más lejos, el pasado septiembre, un responsable de prisiones sufrió un intento de asesinato de un preso en Zuera, lo que le situó, en el último balance, en la cárcel más peligrosa de España junto con la del Puerto III (Cádiz). Un hecho que ya denunciamos en este medio escasamente hace un mes, donde reflejábamos las demandas de estos funcionarios de prisiones.

Este secretismo fue denunciado a finales de febrero por el vicepresidente de Aragón, Alejandro Nolasco, consejero de Justicia, Despoblación y Vertebración Territorial, cuando visitó este centro penitenciario para  conocer la situación de los funcionarios, mientras el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, obstaculizó la solicitud de visita al centro de prisiones, así como mantener una reunión con el director.

«A día de hoy, estamos esperando todavía ser considerados agentes de la autoridad y también profesionales de riesgo. ¿Por qué no lo somos aun? ¿Por qué cada día lo aplazan? Ahora el tratamiento se ha convertido en una simbología política y ha sustituido a la seguridad en las cárceles», denuncian.

La consecuencia es evidente: «Cada día las agresiones en las cárceles son más intensas y los internos conocen que las consecuencias disciplinarias por un hecho tan grave como es el de agredir a un funcionario público son mínimas», lamentan. «Todos los días sufrimos malos tratos, agresiones y no puede ser», protestan.

Falta de medios, ausencia de médicos, saturación, inmigración

El representante sindical de ACAIP-UGT, Mariano Sanz, nos expone los múltiples factores que confluyen en la situación caótica que sufren tanto presos como funcionarios en las cárceles.

El efecto de la multiculturalidad se traduce en delincuentes de distintas nacionalidades, muchos de los cuales no hablan español, lo que intensifica la conflictividad, nos relatan. La saturación de los módulos, muchos de los cuales duplican la capacidad.

La falta de personal, que hace que un solo funcionario tenga que enfrentarse a los problemas del día a día con personas altamente conflictivas y agresivas, mientras demandan que el trabajo se realice por parejas para servirse de apoyo.

Y la crisis de falta de personal sanitario que, en el caso de Zuera, es ya un problema crónico. «La sanidad penitenciaria está totalmente abandonada. Si antes teníamos ocho médicos en Zuera, ahora solo tenemos un médico interino que viene de lunes a viernes, y otro que viene festivos. De tal forma que la medicación a los presos muchas veces no está pautada como debería y no se detectan los problemas de salud mental», advierten.

«Nuestro fin es la reeducación y la reinserción en la sociedad. Lo que sucede es que para ello nos tienen que dotar de medios personales y materiales. Los educadores en este momento tienen una ratio de 100 presos por persona, es una ratio muy elevada», explica el sindicalista con claridad meridiana.

La imagen de los funcionarios a las puertas de la cárcel hiela la sangre. Alguien tiene que hacer este trabajo y, en lugar del apoyo social y político, se encuentran con la indiferencia del sistema al que critican mientras ofrecen propuestas coherentes sobre el terreno.

Piden medios. Sólo piden eso, para poder recuperar para la sociedad a estas personas reclusas. Y que no sean ellas las que acaben con ellos por apoderarse de este sistema que les concede impunidad dentro de la prisión donde cumplen condena.

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