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Ni playa ni pueblos blancos este plan secreto es el mejor que puedes hacer en Cádiz en otoño

Cádiz otoño
Parque Natural de Los Alcornocales. (Foto: iStock)
Blanca Espada

El otoño es una estación que tiene algo especial pero no sólo en pueblos o lugares en los que se aprecian sus colores y el frío hace acto de presencia, también en el sur, y especialmente en Cádiz. Mientras la mayoría piensa en la provincia como sinónimo de playas y pueblos blancos, quienes se aventuran tierra adentro descubren que hay mucho más. Aquí, donde el sol aún calienta en noviembre y el mar nunca queda lejos, la naturaleza ofrece una versión distinta: más húmeda, más silenciosa y también,  más pura.

El Parque Natural de Los Alcornocales, que se extiende entre Cádiz y Málaga, es el mejor ejemplo de ello. Lo dice @cadizturismo en una de sus publicaciones:  «Me encuentro en Los Alcornocales, un lugar misterioso donde podemos viajar hasta la época en la que el hombre aún no habitaba la Tierra». Y no exagera. Este parque es una cápsula del tiempo. Un rincón en el que los árboles parecen respirar historia y en el que poder encontrar rutas y también una naturaleza que hará que tu plan de otoño en Cádiz se convierta en algo realmente sublime e incomparable. Conozcamos más este parque y porqué debes visitarlo precisamente durante esta estación.

Éste plan secreto es el mejor que puedes hacer en Cádiz en otoño

El corazón del parque está envuelto, literalmente, en niebla. Se calcula que hay humedad durante 245 días al año, lo que ha permitido conservar un ecosistema único: la laurisilva, una formación vegetal que remite a la Era Terciaria. Pasear por los llamados canutos, que son esos valles estrechos cubiertos por la bruma, es como entrar en otro planeta.

El Bosque de Niebla de Los Alcornocales es uno de los paisajes más singulares de toda Europa. En sus senderos, entre laurel, acebo, ojaranzo y helechos gigantes, se mezclan los sonidos del mirlo acuático y el martín pescador, mientras la luz se filtra en tonos verdes y dorados. Todo se mueve despacio, como si el bosque marcara su propio ritmo.

Qué hacer en Los Alcornocales en otoño

Y si lo tuyo es caminar, estás de suerte. Este parque cuenta con rutas para todos los niveles, aunque algunas (como la Subida al Picacho, la Subida al Aljibe o el Canuto de Risco Blanco) requieren autorización previa. A cambio, regalan panorámicas únicas del Estrecho de Gibraltar o del manto infinito de alcornoques.

Los más aventureros pueden practicar descenso de cañones en la Garganta de Buitreras, o hacer espeleología en el enclave Ramblazo-Motillas, uno de los más conocidos de la zona. Pero si prefieres algo más tranquilo, las rutas a caballo por La Almoraima son una manera perfecta de descubrir el parque sin prisas, escuchando solo el trote sobre la tierra húmeda.

Y para quienes disfrutan del otoño en versión gastronómica, este es también el momento ideal para la recolección de setas o para probar los platos elaborados con carne de vaca retinta, una raza autóctona que pasta libre entre los claros del bosque.

Naturaleza, tradición y vida salvaje

Los Alcornocales son también una lección de biodiversidad. A los enormes alcornoques (de los que cada nueve años se extrae el corcho) se suman robles andaluces, quejigos y acebuches que llenan el paisaje de contrastes. Sobre ellos planean águilas calzadas, buitres leonados, halcones peregrinos y búhos reales, mientras entre los matorrales se esconden meloncillos, gamos y corzos moriscos, que es una especie autóctona de la zona.

Este equilibrio entre fauna y tradición humana se ha mantenido gracias al respeto por la tierra. Durante generaciones, los gaditanos han vivido de la saca del corcho, la ganadería y el aprovechamiento del monte. Hoy, esa cultura se traduce en productos artesanales (monederos, lámparas, utensilios de cocina) que puedes encontrar en los pueblos que rodean el parque.

La Sauceda y los pueblos del entorno

En la parte malagueña del parque, La Sauceda es parada obligatoria. Fue refugio de bandoleros y, hoy, un área recreativa ideal para senderistas. Su nombre no es casual: los sauces, las cascadas y la luz filtrada entre los árboles crean un paisaje que parece de cuento.

A su alrededor, pueblos como Jimena de la Frontera, Alcalá de los Gazules o Castellar de la Frontera completan la experiencia. Calles empedradas, casas encaladas y una gastronomía que huele a campo y tradición: guisos de caza, setas salteadas o el inconfundible aroma del pan recién hecho en horno de leña.

Un plan otoñal con alma gaditana

Visitar Los Alcornocales en otoño es descubrir el otro rostro de Cádiz. No encontrarás arena ni olas, pero sí silencio, humedad y una sensación de estar dentro de una película. Es ese tipo de plan ideal para hacer en otoño, que reconcilia con la naturaleza y que sin duda te dejará sin palabras y no vas a dejar de recomendarlo.

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