POLÉMICA SERIE

Así retrata Movistar a la Policía en ‘Antidisturbios’: alcohol, cocaína y violencia gratuita

Malestar en la Policía por el "retrato irreal" y la "imagen denigrada" que ofrece de ellos

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«Yo soy necesario y ahora usted también… Si quiere». La escena transcurre en el garaje de una mansión, en un barrio pudiente de Madrid. Apenas hay luz y un matón bloquea la puerta trasera del vehículo. La joven Laia Urquijo, agente de Asuntos Internos de la Policía Nacional, de aspecto frágil, aguanta el tirón como puede. Está a solas dentro del coche con el viejo Revilla. Ex policía, de gorra plana, cara gordita, gafas, barba y bocio. Siempre en la sombra pero en todas las salsas. Usado por todos y para todo. Una «leyenda».

Revilla destila impunidad y falta de escrúpulos. La joven policía acaba de amenazarle con desvelar la trama que ha descubierto: «Usted vale lo que vale porque no se le ve. Si voy a la prensa, está acabado». Revilla le mira y le contesta, convencido, después de tantos años de ‘servicio’: «Yo soy necesario, Urquijo. Y ahora usted también… Si quiere». Los ojos de cristal de Urquijo (Vicky Luengo) reflejan el dilema moral ante el que le ha puesto el viejo policía retirado.

Y de esto va ‘Antidisturbios’. Que se llama así, pero que podría haberse ‘Jueces’ o ‘Banqueros’ o de cualquier otra forma. Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, sus creadores, afirmaron, al presentar la serie de Movistar, que «las cloacas del estado nos explican como país y como sistema». Esa convicción tan particular de ambos fue el punto de partida de ‘Antidisturbios’. Esa, y la fascinación confesada de Sorogoyen «por colectivos estigmatizados y rechazados por la sociedad (según él), con un trabajo jodido y muy antipático». Sorogoyen quería saber si son felices los antidisturbios con su trabajo, dando porrazos.

Con todas estas ideas (o prejuicios) en su cabeza, Sorogoyen crea una ficción y una trama a partir de seis agentes antidisturbios que acuden -en inferioridad numérica- al desahucio en una peligrosa corrala propiedad de un banco, ordenado por un juez que tiene prisa en ejecutar el lanzamiento y que acaba con la muerte de un inmigrante senegalés. Laia Urquijo, nuestra joven policía, tendrá que descubrir qué esconde todo aquello.

Retrato irreal

Los antidisturbios retratados por Sorogoyen aparecen como personajes inestables, sórdidos, ojerosos, de cara tensa y mirada crispada, con aspecto de boxeador, algunos bastante gordos y alcoholizados, que se meten coca, agresivos, que pierden el control de sí mismos y que se desahogan pegando palizas gratuitas e ilegales a manifestantes. Resumiendo, muy poco profesionales. «Es ofensivo -nos cuenta un agente de las UIP- porque ni actuamos así, ni en general somos así en nuestra vida. Somos gente muy normal, entrenamos mucho, pasamos test psicológicos cada poco… Hay un control. No somos unos locos dando porrazos sin ton ni son».

La serie ha enervado a los miembros de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional. «Han hecho un retrato irreal de nosotros -nos dice otro- y de las situaciones que vivimos, empezando por el desahucio inicial. El mando de ese grupo jamás hubiera hecho ese lanzamiento en esas circunstancias. Se hubiera negado. Hay otras escenas de actuaciones policiales nuestras que son casi ridículas».

Nada que ver con el trabajo que hizo F.H. con el equipo de rodaje. Veterano de las UIP, vivió el año pasado el infierno barcelonés de Via Laietana. Él fue el agente que asesoró al director y a los actores de ‘Antidisturbios’. «Hicimos -dice- un asesoramiento puramente técnico como se hace siempre en rodajes sobre cómo coger un arma, cómo actuamos en esas situaciones, los vehículos, etc…».

Crítica unánime

Los sindicatos policiales han criticado unánimemente la serie desde su estreno hace unos días. Para JUPOL, el sindicato mayoritario en el Consejo de la Policía, ‘Antidisturbios’ es «basura».

La Confederación Española de Policía (CEP) cree que la serie «ofende a 2.500 compañeros con mentiras y clichés» y se pregunta: «¿Quién y qué ha asesorado? Exigimos explicaciones urgentes de la Dirección General». El Sindicato Unificado de Policía (SUP) dice que los antidisturbios «no son ni drogadictos ni agresivos. Son personas normales que defienden el orden constitucional». SUP había pedido que se retire de los créditos el agradecimiento a la Policía por su colaboración y Movistar ha accedido a hacerlo.

Imagen denigrada

Las quejas sobre la «imagen denigrada» que ‘Antidisturbios’ ofrece de la Policía se han dirigido a la Dirección General, que prestó uniformes, material, vehículos y las instalaciones de Moratalaz para la grabación pese a conocer de antemano el guión. Fuentes oficiales reconocen el malestar que ha generado entre los policías, pero aducen que es una serie de ficción y que la censura ya no existe en España.

Los sindicatos lamentan que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, o que el director general de la Policía, Francisco Pardo, no hayan salido públicamente, cuanto menos, a dar un mensaje de aliento a sus agentes y a defender la imagen de la Policía. «En las protestas de este fin de semana se ha vuelto a ver que somos funcionarios que defienden la ley y sirven a los ciudadanos poniendo en riesgo nuestra vida».

Fuentes sindicales recuerdan también la «escasez lamentable de medios» con la que trabajan los antidisturbios y la policía en general. La serie sí refleja el estado ruinoso de las comisarías. Sus ambientes contrastan con los despachos limpios y amplios de sus jefes políticos. Una escena, casi al final, junto al mar, sorprende por inesperada, pero expresa perfectamente que Osorio, López, Parra, Úbeda, Murillo y Bermejo -la alineación de antidisturbios de Rodrigo Sorogoyen- son también, como el mantero senegalés muerto en el desahucio, el eslabón más débil de la cadena.

Es el universo de personajes «estigmatizados y rechazados por la sociedad», según el director. Los siguientes -ha asegurado Sorogoyen- «serán los toreros».

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