La dermatitis atópica es una enfermedad crónica y compleja cuyo impacto va más allá de sus efectos visibles en la piel.3,4 La realidad es que, a pesar de que afecta a 1,5 millones de adultos1 y alrededor del 10-20% de niños2, un 20% de los españoles no sabe qué es realmente esta enfermedad y 1 de cada 3 no sabe explicar sus síntomas más allá de los sarpullidos, erupciones o picores.5 Una patología en la que su impacto no se detiene en la piel, pues se extiende a la vida personal, social y profesional de los pacientes, paralizándola e incluso llegando a quebrarla.
Investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima Plataforma Bionand) y la Universidad de Málaga han identificado unos nuevos marcadores en la sangre que reflejan el estado del hipocampo -una zona clave del cerebro para la memoria- lo que abre nuevas vías para la detección temprana del alzhéimer, antes de los primeros síntomas.
En el ámbito de la salud pública, parece haberse alcanzado por fin un punto de inflexión: la nutrición deja de ser un asunto complementario para convertirse en una pieza central del bienestar, incluso —y especialmente— dentro de hospitales y residencias. La idea de que un entorno sanitario puede permitir la presencia de alimentos ultraprocesados empieza a resultar incompatible con una atención coherente, preventiva y verdaderamente saludable. Ese cambio de paradigma impulsa nuevas políticas que buscan garantizar que los menús ofrecidos en estos centros respondan a criterios de calidad nutricional estrictos, acordes con las necesidades reales de pacientes, mayores y familias.
La posibilidad de administrar insulina sin agujas está más cerca de convertirse en realidad gracias a un avance científico que ha llamado la atención de la comunidad médica. Un equipo de investigadores ha desarrollado un polímero inteligente, denominado OP, capaz de transportar insulina a través de la piel en forma de crema. El hallazgo abre la puerta a un futuro en el que las inyecciones, imprescindibles para millones de personas con diabetes, podrían sustituirse por una aplicación tópica indolora y sencilla.
El consumo de cannabis se ha convertido en una práctica cada vez más extendida entre jóvenes y adultos. Una de las razones se debe a que su legalización avanza en distintos países y, además, hay un cambio en la percepción social. Sin embargo, resulta necesario concienciar y analizar los efectos reales sobre la salud. En este sentido, uno de los aspectos menos conocidos, pero más preocupantes para especialistas e instituciones de salud, es su posible relación con la diabetes tipo 2. De acuerdo con la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, el uso frecuente de cannabis puede cuadruplicar el riesgo de desarrollar esta enfermedad metabólica, especialmente entre quienes ya presentan factores de riesgo.