Esta joya medieval es de los pueblos mejor conservados de Cataluña y los turistas aún no saben
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Cuando se quiere salir de la rutina, una escapada es la opción ideal. Si te llaman la atención los destinos medievales, Roma es una gran elección, pero cuando el bolsillo no aguanta, hay lugares más baratos y, de igual manera, preciosos, que puedes encontrar sin salir del país.
En Cataluña, destacan Besalú y Peratallada por su arquitectura bien conservada y su encanto medieval. Sin embargo, hay un rincón menos conocido que enamora a quienes lo visitan, tanto así que, después de leer este artículo, es muy probable que quieras agendarlo en tu calendario.
Uno de los pueblos más encantadores de Cataluña
El lugar perfecto para recorrer con calma, sin turistas abarrotando cada esquina y donde aún se siente la esencia del pasado es Pals, una joya medieval en el corazón del Baix Empordà. Situado sobre una colina, este pueblo se alza entre campos de arrozales y paisajes que parecen sacados de un cuadro.
Su historia se remonta al siglo IX, cuando ya existía un castillo que con el tiempo fue dando forma a la villa. Aunque sufrió daños durante la Guerra Civil, una cuidada restauración en el siglo XX permitió que hoy se conserve en todo su esplendor.
Sus calles empedradas, sus casas de piedra y sus rincones floridos conforman un escenario que transporta a otra época. Además, su cercanía a la costa lo convierte en un punto estratégico para combinar historia con naturaleza.
¿Qué ver en este pueblo medieval de Cataluña?
Recorrer Pals es como caminar por un museo al aire libre. Lo mejor es empezar por Ca la Pruna, una casa fortificada del siglo XV que hoy alberga exposiciones culturales y una muestra de vinos locales. Desde allí, se puede continuar hacia la Plaza Mayor, el centro del pueblo, rodeado de edificios medievales que han resistido el paso del tiempo.
Siguiendo por el barrio del Pedró, se llega a la Torre de las Horas, una estructura románica del siglo XI que es uno de los emblemas del pueblo. No muy lejos, la Iglesia de Sant Pere sorprende con su mezcla de estilos arquitectónicos y su construcción con las piedras del antiguo castillo de Pals.
Para disfrutar de vistas panorámicas, puedes subir al Mirador de Josep Pla, desde donde se pueden contemplar los arrozales que rodean el pueblo y, en días despejados, incluso el perfil de las Islas Medas. Si hay tiempo, vale la pena caminar hasta la Ermita de Pals, una pequeña capilla situada en la finca de Can Pi, un rincón poco conocido pero lleno de encanto.
Un dato importante: si visitas Pals en verano, su playa es una parada obligatoria. Se encuentra a sólo 6 kilómetros del casco antiguo y destaca por su extensión de más de 2 kilómetros de arena dorada. Cuenta con una zona urbanizada con todos los servicios y otra que se mantiene prácticamente virgen.
Además, muy cerca está la Playa Illa Roja, en Begur, considerada por muchos turistas como una de las más bonitas de la Costa Brava. Así que lo mejor es ir y comprobarlo por uno mismo.
¿Cómo llegar a Pals?
La mejor forma de llegar a Pals es en coche. Desde Barcelona, el trayecto dura aproximadamente una hora y media, mientras que desde Girona se tarda unos 45 minutos. Para quienes dependen del transporte público, la opción es tomar un autobús desde Girona hasta L’Escala y luego otro hasta Pals, aunque la frecuencia de estos buses es limitada.