Está a una hora de Madrid y este paraje rojizo recuerda mucho a Marte
Está considerado uno de los paisajes más impresionantes de todo el país
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A apenas una hora de Madrid, se encuentra un paraje que parece sacado de otro mundo: las impresionantes Barrancas de Burujón. Este paisaje rojizo evoca inevitablemente la superficie de Marte, con sus cortados arcillosos modelados por la erosión del viento y las aguas del río Tajo.
El contraste entre el color ocre de las formaciones rocosas y el azul del cielo crea un paraje fascinante que deja sin aliento a quienes lo contemplan. No es de extrañar que este lugar sea comparado con el paisaje del planeta rojo, convirtiéndolo en un destino imprescindible para los amantes de la naturaleza.
Barrancas de Burujón, el «Cañón del Colorado español»
A escasos 30 kilómetros de Toledo se encuentra un paisaje que fácilmente podría considerarse uno de los más impresionantes de todo el país. Las Barrancas sorprenden por su belleza natural, como sacada de una película de ciencia ficción. Estas formaciones geológicas se extienden a lo largo de unos cientos de metros en la orilla norte del embalse de Castrejón, en los términos municipales de Albarreal de Tajo, Burujón y La Puebla de Montalbán.
La magnitud de estas cárcavas arcillosas alcanza alturas imponentes, superando los 100 metros en su punto más elevado, conocido como el «Pico del Cambrón». La diversidad de la flora y la fauna que habita en este entorno es igualmente sorprendente. Desde la vegetación ribereña, con sus altos carrizos y eneas, hasta la flora mediterránea, el paisaje está repleto de vida. En cuanto a la fauna, se pueden avistar conejos, liebres, perdices y una amplia variedad de aves, como cigüeñas, patos y cormoranes.
Visita
El acceso a Las Barrancas es libre y se puede llegar fácilmente en coche. Una pista de tierra situada en el kilómetro 26 de la carretera CM-4000, que conecta Toledo con Talavera de la Reina, conduce directamente a la zona. Desde Toledo, la entrada a la pista está a la izquierda, justo antes del cruce de Burujón. A lo largo del camino, se encuentra un aparcamiento desde donde se puede acceder fácilmente a los miradores principales, como el del Cambrón o el de los Enebros.
Para explorar este enclave único, se puede seguir una senda ecológica de aproximadamente 4 kilómetros, que alberga varios miradores que ofrecen vistas panorámicas de los impresionantes cortados y de la diversidad de flora y fauna que los habita.
El sendero serpentea a lo largo de la cima de las Barrancas. La singularidad y rareza de este paisaje sorprenden a cada paso. Aunque el recorrido es relativamente sencillo, aquellos que prefieren una versión más breve pueden optar por una caminata de apenas 15 minutos para captar la esencia de la extraordinaria belleza de las Barrancas de Burujón.
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Historia
La historia ancestral de Burujón se despliega desde tiempos prehistóricos, como lo evidencian los hallazgos arqueológicos en Las Cuestas, revelando vestigios de la cultura del Vaso campaniforme que datan del 2200 a.C. Estas reliquias testimonian la presencia humana en la región desde hace más de cuatro mil años.
Durante la era romana, Burujón prosperó gracias a la relevancia de la calzada romana que unía Mérida y Toledo, cuyos vestigios aún se pueden apreciar hoy en día, marcando la influencia de esta vía en la economía y el desarrollo local.
La huella de la ocupación musulmana se manifiesta en las cuevas subterráneas donde se descubren vestigios de la arquitectura musulmana. Estas cavernas, utilizadas como refugios, almacenes y moradas, son testigos de la historia del municipio a lo largo de los siglos.
Tras la toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI, Burujón quedó bajo la jurisdicción directa de la ciudad. Entre 1627 y 1629 se efectuó la venta y deslinde de la Villa de Burujón y su término, marcando un hito en la configuración territorial y administrativa del municipio. Posteriormente, en 1655, la villa fue adquirida por Magdalena de Guzmán, condesa de Villaverde. En el siglo XVIII, Burujón se asoció a los marqueses de Monte Alegre, una de las familias más prominentes de la época.
Los pueblos más bonitos de Toledo
La provincia de Toledo, rica en historia y belleza natural, alberga varios pueblos encantadores. Entre ellos se destaca Tembleque, con su Plaza Mayor del siglo XVII que evoca la esencia manchega y sus monumentos como la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Maqueda, con su pequeña población pero gran patrimonio histórico, revela la grandeza de su pasado a través de monumentos como el Castillo de la Vela y la Iglesia de Santa María de los Alcázares. Este pueblo, a pesar de su tamaño, sorprende con su riqueza arquitectónica.
El Toboso, inmortalizado por Cervantes como el hogar de Dulcinea, exhala un aire de tranquilidad y encanto. Sus monumentos, como el Monasterio de la Inmaculada y San José, y la Iglesia de San Antonio Abad, transportan a los visitantes a través del tiempo.