Crimen de la etiqueta

La acusada del asesinato y robo del ‘crimen de la etiqueta’: «Sabía que mi primo tenía una caja fuerte»

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Una de las detenidas.
Luis Miguel Montero

María Alejandra P.P., considerada por los investigadores del Grupo V de Homicidios de Madrid, la inductora del robo y posterior asesinato de su primo Freddy Mauricio P.E., de 50 años, en su domicilio de Madrid. El caso es conocido como «crimen de la etiqueta» porque la Policía Nacional pidió en diciembre de 2021 ayuda ciudadana para identificar el comercio al que pertenecía esa etiqueta. El móvil fue el robo del contenido de una caja fuerte que este agente inmobiliario poseía en su domicilio. Su prima Alejandra, que trabajaba con él negó al principio del interrogatorio conocer la existencia de esta caja fuerte, pero luego cuando los agentes le dijeron que su madre había declarado que sí se lo había dicho la mujer reculó y explicó que «sí lo sabía, no me acordaba… pero lo sabía».

Freddy Mauricio P. P. murió el 27 de noviembre después de que al menos dos personas irrumpieran en su casa tras abrir su puerta a una ex empleada. Los dos hombres sabían que este agente inmobiliario guardaba dinero en metálico y joyas en su caja fuerte semi escondida en un vestidor.

La información según el atestado de Policía Nacional fue proporcionada por la prima del fallecido y su marido, la primera trabajaba en su agencia inmobiliaria propiedad del fallecido desde el año 2018 y por tanto podía conocer la existencia de pagos en mano y en metálico de diversos alquileres de pisos que el hombre recibía puntualmente.

La prima de Freddy fue interrogada el 29 de noviembre de 2021, solo dos días más tarde de la muerte de su primo. Su declaración ocupa diez folios, lo que significa que es bastante extensa. Alejandra comenzó su comparecencia explicando que «su relación era prácticamente profesional, ya que Mauricio era una persona muy reservada y que no era muy familiar» y añade más tarde que «Mauricio era una persona muy hermética, que no contaba nada a nadie sobre su vida». Sin embargo, el fallecido organizó el 20 de noviembre, solo 7 días antes de morir, «una comida familiar en su casa» a la que acudió Alejandra en compañía de sus hijas y aclara que «a pesar de que Mauricio no era una persona muy familiar quiso organizar esta comida con el fin de poner el árbol de navidad todos juntos».

Freddy Mauricio fue asaltado el sábado 27 de noviembre en su casa y la mujer explicó en su declaración que «»el viernes 26 solo trabajó por la mañana, librando por la tarde y ese sábado. Sobre las 12.30 horas del viernes llamó a su tía Rosalba (madre de Mauricio) desde su teléfono móvil para preguntarle si iban a quedar después por la tarde para ir a ver las luces de navidad a Madrid». Alejandra explicó que se llevaba a su tía Rosalba «cada 8 días a su casa, es decir, su tía pasaba en su casa todo el fin de semana, cada 8 días haciendo esto desde que su tía llegó a España en el verano de 2021».

El sábado durante el día y hasta después de comer Alejandra contó que había estado con su madre y sus tías toda la mañana que se intentaban poner en contacto con el hombre vía whastapp, pero que «ella no lo hizo porque como ya lo estaban haciendo sus tías y su madre, pues no lo intentó». A Alejandra le parecía normal que el hombre no contestara porque lo hacía a veces. Por la noche las mujeres se fueron a sus casas y el domingo 28 de noviembre sobre las 13.00 horas «recibe una llamada de su tía Marta (…) que tienen miedo de que le pudiera haber pasado algo».

A las 13.30 horas Alejandra pidió un coche para llevar a su tía Rosalba, madre de Mauricio, hasta el domicilio del mismo. Cuando la mujer intenta entrar con una copia de la llave se encuentra la cadena detrás de la puerta echada y a su hijo en el suelo, ya fallecido. La Policía comenzaba en ese momento una carrera contra el reloj para averiguar quien había cometido el llamado «crimen de la etiqueta», conocido así porque una de las pocas pistas del asesinato era una etiqueta naranja en el suelo.

Cuando comenzaron los interrogatorios sobre el crimen de la etiqueta a los familiares del fallecido, en concreto a sus dos tías, María Eugenia y Marta, y a la madre del mismo, Rosalba, la pregunta casi obligada fue si las mujeres conocían la existencia de esta caja fuerte que los ladrones y presuntos asesinos extrajeron de la pared a la fuerza empleado varios cuchillos de cocina. Fue la propia madre de Alejandra, María Eugenia P., quien confirmó que su hija y su marido conocían la existencia de esta caja fuerte porque ella se lo había dicho. El problema es que Alejandra negó en un primer momento este hecho y cuando los agentes le revelaron las declaraciones de su madre: «sí, lo sabía, pero no se acordaba de que lo sabía».

Alejandra también confesó a los policías que estuvo un mes en la cárcel tras la detención de su marido por «tráfico de drogas, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal». Los investigadores insistieron en conocer con más detalle los motivos de su detención y la mujer explicó que «a ella la detuvieron por haber mirado unos billetes para Mauricio (el fallecido), para volar a Amsterdam, que ella no le compró el billete, solo le miró una ruta porque se la pidió Mauricio y que por eso la detuvieron».  En relación a su marido dijo que «no sabe por qué le detuvieron», según refleja su declaración ante la Policía Nacional. Tanto el fallecido como su prima y el marido de ésta estaban siendo investigados por blanqueamiento de 400.000 euros, tal y como informó OKDIARIO en su momento en una serie de noticias acerca del crimen de la etiqueta.

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