La explotación de menores sobrepasa los 250 millones de niños en todo el mundo
Pablo de la Rocha son dos personas. Padre e hijo. Fernández-Jardón es el segundo apellido del padre, corresponde a un profesional que lleva 20 años dedicado a los medios audiovisuales. Anastasía, es también un segundo apellido, en este caso de su hijo, otro Pablo de la Rocha que, a sus 10 años, ha visto su sueño cumplido: publicar un libro. ‘Vegi, el caracol carnívoro’ es la historia de un caracol que no quería comer vegetales pero, sobre todo, es un manual de educación que Pablo padre ha querido hacer junto a Pablo hijo para demostrarle que, con sacrificio y esfuerzo, todos somos capaces de conseguir lo que nos propongamos.
Pablo de la Rocha Fernández-Jardón asegura que la intención de este volumen reside en fomentar «el espíritu emprendedor a la mayor cantidad de gente para incentivarles a hacer cosas, a explorar sus límites». Su idea final es crear una plataforma digital, Talent Kids, en la que niños de todo el mundo puedan tener una ventana de exposición donde encuentren el apoyo y las herramientas necesarias para materializar cualquier idea que puedan tener: «Un club de talento y aliento para todo aquel que quiera ser el actor protagonista de su propia vida, más allá de un mero observador».
Un libro que enseña a pensar a los más pequeños, a fomentar sus inquietudes y que, además, colabora con Luces Rojas, una ONG que trabaja en países como India y Nicaragua contra la explotación infantil y en favor de los niños a los que impiden su desarrollo. La institución pretende «devolverles la infancia a aquellos niños que no la pueden tener y que se merecen mucho cariño, educación y conocimientos. Ellos son nuestro futuro».
Explotación infantil
La explotación infantil es una de las grandes lacras de nuestro tiempo a nivel global. Según Anesvad, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, el número de niños oprimidos entre los 5 y los 14 años sobrepasa ya los 250 millones en todo el mundo. En África, por ejemplo, 200.000 son víctimas de las mafias. En el sur de Asia, 100 millones de menores son explotados como hábito diario. Un mal que se puede combatir con inversión institucional y una decidida concienciación tanto de los países como de las empresas.
La educación es el arma más potente contra la esclavitud infantil, de ahí que iniciativas como ‘Vegi, el caracol carnívoro’ sean interesantes por varios motivos: enseñar el espíritu de sacrificio, ser la génesis de una posible plataforma de talento para niños de todo el mundo y, sobre todo, colaborar tanto cuantitativa como cualitativamente con una organización como Luces Rojas que pelea por ayudar a desterrar esta lacra que de alguna manera nos afecta a todos ya que «niños es sinónimo de futuro».