Observan por primera vez cómo el ejercicio físico cambia las células
Primer estudio que documenta cambios en tejido muscular y graso
La obesidad “adormece” las células; el ejercicio las despierta
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Está claro que la actividad física promueve la salud, pero no se sabe tanto cómo ocurre esto, cuáles son los mecanismos moleculares que explican la relación entre el ejercicio y la buena salud. Ahora, un estudio publicado en la revista científica Cell Metabolism arroja luz sobre la compleja respuesta fisiológica de los tejidos al movimiento. Los autores han llegado al hallazgo a partir de un modelo animal, con ratones de laboratorio.
Utilizando avances recientes en tecnología y biología computarizada, un equipo dirigido por Laurie Goodyear, profesora del Centro Joslin de Fisiología y Metabolismo, colaboró con científicos expertos en inteligencia artificial del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Estados Unidos) en el equipo del coautor Manolies Kellis para investigar cómo responden tres tejidos a la actividad física y a la obesidad causada por una dieta rica en grasas, todo ello a nivel celular.
Sus resultados, los primeros en esta área de conocimiento específica, proporcionan un atlas de referencia de los cambios que ocurren en las células cuando el organismo obeso realiza actividad física.
Los investigadores observaron respuestas opuestas al ejercicio y a la obesidad en los tres tipos de tejidos observados. Goodyear ha recordado que el ejercicio regular es una forma confirmada de prevenir y tratar tanto la obesidad como la diabetes y ha apuntado que el objetivo del grupo era fundamentar las bases para entender los cambios que se producen en las células por efecto de la actividad física y la obesidad en diferentes partes del cuerpo.
Terapias en el futuro
En sus palabras, “los resultados de este estudio van a servir como recurso de enorme potencial que puede impulsar otro tipo de investigación hasta finalmente llegar a nuevas opciones terapéuticas para tratar la obesidad y otras enfermedades metabólicas crónicas”.
En su análisis, se centraron en dos tipos de tejido adiposo blanco (grasa) y tejido óseo de ratones de laboratorio a los que se había entrenado para ser sedentarios o bien activos, y que fueron alimentados a base de alimentos de calidad o bien alimentos muy ricos en grasa, imitando el patrón típico de la dieta occidental. El resultado fueron cuatro grupos de ratones: bien alimentados y sedentarios, bien alimentados y activos, alimentados con grasas y sedentarios y, por último, alimentados con grasas y activos. El periodo de observación fue de seis semanas para las dietas y de tres semanas para la actividad física en una rueda. Transcurrido ese tiempo, realizaron análisis de ARN que les proporcionaron una gran cantidad de datos.
Entre los hallazgos más llamativos, destacan que los genes que regulan el modelado del exterior de las células y los ritmos circadianos dependían del ejercicio y de la obesidad en todos los tejidos estudiados. “Encontramos células que no estaban metabólicamente activas en el grupo que se alimentaba con mucha grasa; el ejercicio invertía el proceso, y hacía que las células se reactivaran”, han explicado. Maria Vamvini, que forma parte del equipo, indica: “Como una de las estrategias más eficaces para mantener el cuerpo y la mente en forma, cada vez entendemos mejor el ejercicio como inductor de cambios en los tejidos, no solo en el campo de la obesidad, sino en muchas otras enfermedades”.