Una patología crónica

El número de personas con diabetes en España se ha incrementado un 42% desde 2019

Nuestro país tiene la segunda tasa más alta de diabetes de Europa

"Soy muy glotona, por eso lo que peor llevo es comer más dulces de los que tengo permitidos", asegura Cristina una paciente de 21 años que padece la enfermedad

Una adecuada educación en diabetes reduce un 62% el coste del tratamiento farmacológico

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La diabetes tipo 2 también afecta cada vez más a niños y jóvenes.

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La 10ª Edición del Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes (FID) revela que hay unos 5,1 millones de adultos en España que viven con diabetes, lo que representa un aumento de pacientes del 42% desde 2019. Esta patología crónica afecta, además, a uno de cada siete españoles, lo que hace que España cuente con la segunda tasa más alta de Europa. Se prevé que la cifra total aumente a 643 millones (11,3%) en 2030 y a 783 millones (12,2%) en 2045, según la Sociedad Española de Diabetes (SED).

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diabetes es una enfermedad crónica que se presenta cuando el páncreas no secreta suficiente insulina o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce. La insulina es una hormona que regula la concentración de glucosa en la sangre, es decir, la glucemia.

Uno de los efectos más comunes de esta patología no controlada es la hiperglucemia (es decir, la glucemia elevada), que con el tiempo daña gravemente muchos órganos y sistemas del cuerpo, sobre todo los nervios y los vasos sanguíneos.

Los informes de la OMS y de la FID revelan un aumento notable en la última década del número de personas que padecen diabetes a nivel mundial. De hecho, la incidencia de la diabetes de tipo 1 está aumentando en muchos países entre los niños y los adolescentes, especialmente entre los menores de 15 años. Según las estimaciones, los menores de 20 años con diabetes de tipo 1 son ya más de un millón en todo el mundo.

La diabetes tipo 2 también afecta cada vez más a niños y jóvenes, mientras que antes se observaba principalmente en personas de edad media y avanzada. Aproximadamente 537 millones de adultos (20-79 años) viven con diabetes, refleja la FID.

La enfermedad desde la perspectiva del paciente

Como vienen anunciando los expertos en los últimos años, son muchos los jóvenes que sufren esta enfermedad en su infancia y en el posterior cambio a la adolescencia, que es cuando más les cuesta mantener la diabetes ‘a rajatabla’.

Cristina Molero, una paciente de 21 años con diabetes desde los cinco, nos relata su experiencia con la enfermedad: «Desde muy pequeña aprendí a pincharme. Para eso mi madre siempre ha confiado en mí, y ya en el colegio sabía controlarme la azúcar, solo tenían que recordarme la hora para pincharme».

Gracias a que siempre cumplió con las directrices de los médicos, la paciente explica que nunca ha sufrido un episodio anímico negativo. A pesar de que siempre ha llevado la enfermedad con estabilidad, reconoce que temía que con el paso de los años la situación se complicara: «A medida que iba creciendo, los malos pensamientos llegaban a mi cabeza, sobre todo cuando tenía revisiones, pues sabía que quizás la hemoglobina no iba a estar bien, pero es cierto que nunca he tenido la mala suerte que tienes algunos pacientes de vivir constantemente con subidas y bajones de azúcar».

Asimismo, lejos de lo que mucha gente cree, Cristina asegura que la diabetes no le provoca cambios de humor ni estados de tristeza. Donde los pacientes tienen que tener un control más exhaustivo es en cuestiones de alimentación. En el caso de Cristina, la paciente tiene la fortuna de poder comer todo lo que quiera siempre que lo haga en sus raciones justas y se pinche en función de la cantidad de comida que ha ingerido.

Entre risas, confiesa que le encanta el dulce: «Soy muy glotona y eso es lo que peor llevo, porque a veces peco de comer más dulces de los que tengo permitidos».  Sin embargo, después de más de 18 con la enfermedad, Cristina ha desarrollado algunos trucos. Por un lado, recomienda ponerse límites para comer esas comidas «prohibidas», y con una sonrisa en la boca nos narra su pequeño propósito del 2022: «Comía muchos dulces, más de los que podía, así que decidí fijar un día de la semana para comer mi ‘superdulce’. En mi caso, son los viernes, para empezar con buen pie el fin de semana».

Para finalizar, la paciente menciona uno de los temas que más de moda está entre los jóvenes: el deporte. Cristina es una apasionada del fútbol desde que tiene uso de razón. De hecho, ha dedicado gran parte de sus tardes a entrenar con el equipo de su colegio.

A pesar de los miedos y las restricciones que te impone la enfermedad, Cristina asegura que la actividad física que ella realiza no es uno de ellos: «Nunca he tenido que dejar al margen ningún deporte por culpa de la diabetes. También es cierto que tengo la suerte de que la disciplina futbolística que más me apasiona es el fútbol sala, que cuenta con un campo pequeño y no me supone grandes esfuerzos».

Sin embargo, admite que los excesos tampoco son recomendables: «Sí hubiese preferido el fútbol 11, quizás la diabetes habría sido la culpable de no haber podido disfrutar de mi pasión deportiva como lo he hecho. He tenido suerte y la sigo teniendo».

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