Aire acondicionado

Los expertos lanzan la alerta más grave: no vas a volver a encender el aire acondicionado en tu casa

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Blanca Espada

Tener el aire acondicionado encendido estos días de tantísima calor, es quizás una de las cosas más habituales y a la vez, más necesarias. Todos lo buscamos con desesperación cuando estamos en la calle, y al llegar a casa no dudamos en encenderlo sin pensar que tal vez, ese soplo de aire frío que tanto nos alivia puede estar jugando en nuestra contra, y de maneras que ni imaginamos. No tiene que ver con el alarmismo, sino con el consejo de médicos y expertos que llevan bastante tiempo advirtiéndonos.

La microbióloga Primrose Freestone, en un artículo publicado en The Conversation, lo deja claro: el problema no es tener un aparato, sino en qué condiciones está. Un sistema sucio o descuidado puede convertirse en un auténtico difusor de bacterias, hongos e incluso virus. Y los efectos no se quedan en un simple estornudo: hablamos de fatiga que no se va, infecciones que requieren tratamiento y, en algunos casos, problemas respiratorios de cuidado. Como prueba, un estudio que se llevó a cabo en la India en el año 2023 con 400 trabajadores lo dejó claro: quienes pasaban entre seis y ocho horas al día en oficinas climatizadas tenían más alergias, peor función pulmonar y más bajas médicas que aquellos que trabajaban en espacios ventilados de forma natural. Es algo que sabemos, debemos tener nuestro aparato de aire acondicionado bien cuidado, pero lo cierto es que pocas veces pensamos en ello.

El síndrome del edificio enfermo por culpa del aire acondicionado

No es sólo que los expertos avisen de la importancia de mantener el aire acondicionado en buen estado. De hecho, incluso existe el llamado Síndrome del edificio enfermo, que es como se conoce a un conjunto de síntomas que se repiten en personas que permanecen mucho tiempo en espacios cerrados con climatización artificial. Dolor de cabeza, mareos, irritaciones en la piel, congestión nasal o tos recurrente son señales habituales. La mayoría nota mejoría nada más salir del edificio, lo que apunta directamente a la calidad del aire interior.

El origen suele estar en equipos que no cumplen su función de filtrar el aire correctamente. En vez de retener partículas nocivas, las liberan al ambiente. Entre las sustancias que pueden circular se encuentran compuestos como benceno, formaldehído o tolueno, todos con efectos dañinos sobre el aparato respiratorio y, en algunos casos, con impacto a largo plazo sobre la salud. De este modo, no es raro que, en entornos de trabajo con climatización continua, el rendimiento caiga y las bajas por enfermedad aumenten.

Legionela y otros riesgos invisibles

Entre todos los problemas que puede acarrear un aire acondicionado en mal estado, hay uno que sobresale: la legionela, que se genera a partir de la bacteria Legionella pneumophila. Basta con que respiremos unas diminutas gotas de agua contaminada para que pueda llegar hasta los pulmones. Lo peligroso es que, en muchos casos, no da señales en el momento. Y cuando por fin lo hace, no suele ser algo leve: fiebre que sube rápido, dolor en el pecho, una tos que no se va y esa sensación de falta de aire que obliga a acudir al médico. En personas mayores o con enfermedades previas, estas complicaciones pueden escalar con una rapidez que asusta

Pero la legionela no es el único enemigo silencioso. El interior de los conductos, si acumula humedad y polvo, se convierte en un hábitat ideal para hongos como Aspergillus, Penicillium o Cladosporium. Y si se tienen las defensas bajas, estas infecciones no se quedan en un simple malestar: pueden llegar a órganos como el hígado o los riñones. Y lo más inquietante es que a simple vista (también en lo que respecta al olfato) el aire puede parecer limpio, mientras en realidad está cargado de microorganismos nocivos.

El aire como vía de contagio de virus

En ocasiones se han dado casos en los que el aire acondicionado incluso, ha ayudado a la expansión de virus. El caso concreto lo encontramos en una guardería de China, donde un brote de norovirus, con vómitos y diarrea entre los pequeños, desconcertó a los investigadores. El virus, que normalmente se transmite por contacto, había viajado por el aire gracias a una unidad de climatización situada en un baño. No hizo falta más que un mantenimiento inexistente para que el sistema se convirtiera en el vehículo perfecto de contagio.

Buen mantenimiento del sistema, la clave para que no hayan problemas

No es algo que pase constantemente, pero es un riesgo y deja claro que un equipo que esté en mal estado puede ser un auténtico riesgo para la salud. Refrescar el ambiente está bien y es necesario, pero antes de encender el aire acondicionado conviene hacer una buena revisión y más si tenemos un equipo que ya tiene varios años. No basta con limpiar los filtros o comprobar si hay polvo acumulado. Es importante revisarlo todo bien o de hecho, contar con el asesoramiento y trabajo de un experto que deje el aire acondicionado limpio y a punto para funcionar.

Piensa que un aparato que funcione bien dejará de ser una amenaza para la salud y no sólo nos refrescará, sino que además puede ayudar a reducir la presencia de patógenos y mejorar la calidad del ambiente en casa o en la oficina.

Y por último, no nos olvidemos de la humedad, que tiene más peso del que solemos darle. Cuando el aire acondicionado funciona durante horas, el ambiente se seca poco a poco. Esto acaba pasando factura a las mucosas de la nariz y la garganta. Si están resecas, pierden parte de su capacidad para frenar la entrada de virus, bacterias y hongos. La solución no es complicada: mantener el frescor sin convertir el salón en un desierto. Y, muy importante, revisar el aparato antes de que llegue la primera ola de calor. Si esperamos a que el termómetro marque temperaturas extremas, ya vamos tarde.

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