Metástasis: cuando el cáncer de mama no es color de rosa
Una de cada ocho mujeres padecerá cáncer de mama
Un 5-6% en el momento de diagnóstico y alrededor del 20-30% más adelante padecerá la forma metastásica
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Se calcula que una de cada ocho mujeres padecerá cáncer de mama en algún momento de su vida. Los hombres también pueden desarrollar la enfermedad. Gracias a los avances en investigación, diagnóstico y nuevas terapias, la supervivencia libre de enfermedad a los cinco años es aproximadamente del 80%, pero «un 5-6% en el momento de diagnóstico y alrededor del 20-30% de las pacientes con cáncer de mama desarrollará con el tiempo (incluso años después de haber terminado los tratamientos) enfermedad metastásica o diseminada (CMM)», recuerda la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico.
¿Qué significa metástasis?
La palabra metástasis se usa en casos en los que el crecimiento anormal de células del cáncer se detecta en un órgano o tejido del cuerpo diferente al órgano en el cual se ha originado el tumor.
Suele identificarse en pruebas de imagen, entre otras. Cuando ocurre en un paciente con cáncer, eso hace que varíe la clasificación del caso. El CMM es un cáncer de mama en fase IV.
Los expertos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) recuerdan que la existencia de metástasis indica que la enfermedad se ha diseminado, pero «eso no significa que no haya nada que hacer».
Lo más frecuente es que sea necesario aplicar tratamientos que lleguen a todo el organismo (quimioterapia o inmunoterapia, por ejemplo) para intentar frenar el avance de la enfermedad, además de terapias locales (como radioterapia) como complemento.
¿Cómo se extiende el cáncer?
Según explican los expertos de la asociación británica Cancer Research, las células cancerosas «invaden» a otras que están próximas a ellas. Esas células pasan a replicarse produciendo nuevas células cancerosas, pueden pasar al riego sanguíneo o al sistema linfático. Así migran de su localización originaria para formar nuevos tumores, deteniéndose en los vasos sanguíneos de menor tamaño (los capilares) para empezar a dividirse.
Incluso después de haberse desplazado a otra parte del cuerpo, el cáncer sigue denominándose ‘cáncer de mama’.
Los síntomas que manifiesta la persona varían en función de cuáles sean los órganos o tejidos a los que se han extendido, pero los especialistas de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos) recomiendan prestar atención a síntomas como dolor persistente o inusual en cuello y espalda (que no se pueda explicar por una lesión o actividad física), dolor óseo, falta de aliento, fatiga o malestar general, cefalea, convulsiones, cambios en el estado de ánimo, dificultad para hablar y cambios en la visión.
¿Cómo se trata?
El cáncer de mama no puede curarse. El tratamiento tiene como objetivo reducir el tamaño de los tumores, ralentizar su crecimiento, aliviar los síntomas, mejorar la calidad de vida y aumentar la supervivencia.
La mayor parte de las terapias son sistémicas: medicamentos que actúan en todo el organismo, no solamente en una localización.
La terapia sistémica para el CMM puede incluir una combinación de terapia hormonal (medicamentos que impiden que el tumor reciba las hormonas naturales del cuerpo que necesitan para crecer: estrógeno y progesterona), muchas veces en combinación con la familia de medicamentos conocidos como inhibidores CDK4/6; quimioterapia; terapia dirigida a proteínas específicas de las células cancerosas o inmunoterapia, que estimula el sistema inmunológico para que elimine células del cáncer.
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