¿Una cerveza es demasiado al volante?: cómo influye el alcohol en tu personalidad

El cuerpo procesa el alcohol no sólo de forma biológica, sino que afecta la personalidad y la autopercepción

alcohol y conducción
Un hombre detenido bebiendo en un control.
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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En un esfuerzo por reducir los accidentes de tráfico y mejorar la salud pública, España está considerando reducir el límite de alcohol en sangre permitido para los conductores de 0,5 g/l a 0,2 g/l. Este cambio ha generado un debate sobre cómo afectará tanto a la sociedad como a la salud de los ciudadanos, no sólo en términos de seguridad vial, sino también en aspectos psicológicos, la calidad de vida y otros indicadores de bienestar físico, como el peso y la salud cardiovascular, entre otros.

Pero realmente, cuál esa el impacto en los conductores: ¿un vino ya será demasiado alcohol para poder conducir? El nuevo límite de 0,2 g/l significa que incluso una solo vino puede acercarse a los conductores al límite legal. Actualmente, el consumo de una bebida estándar (una cerveza de 330 ml con 5% de alcohol) suele elevar los niveles de alcohol en sangre entre 0,2 y 0,3 g/l dependiendo del peso corporal, sexo y metabolismo.

Con este nuevo límite más restrictivo, los conductores deberán ser mucho más cuidadosos, ya que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden llevar a sanciones. Aunque algunos conductores pueden pensar que una cerveza no afecta a su conducción, estudios han demostrado que incluso niveles bajos de alcohol en sangre pueden reducir el tiempo de reacción y la capacidad para tomar decisiones rápidas.

Lo que muchas personas no consideran es que la manera en que el cuerpo procesa el alcohol no sólo depende de factores biológicos como el peso o el sexo, sino también de características personales como la personalidad y la autopercepción.

¿Pero realmente un vaso de alcohol es bueno en las comidas? El alcohol está relacionado con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Un estudio publicado en The Lancetes no deja duda de ello. Varios estudios han relacionado también el consumo de alcohol con un mayor riesgo de desarrollar cáncer. Un informe de 2020 de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasificó al alcohol como un carcinógeno humano, y estudios como el publicado en The BMJes.

La idea de que un vaso de vino durante las comidas es beneficioso para la salud ha sido un tema de debate durante años. Históricamente, algunos estudios han sugerido que el consumo moderado de vino, especialmente el vino tinto, podría tener efectos protectores para la salud cardiovascular debido a su contenido en antioxidantes, como los polifenoles y el resveratrol. Sin embargo, investigaciones más recientes han puesto en duda esta creencia, y el consenso actual es que cualquier beneficio potencial del consumo moderado de vino no supera los riesgos asociados con el alcohol.

Calidad de vida: salud física y mental

Salud cardiovascular: un consumo elevado de alcohol puede contribuir a la hipertensión, el aumento de colesterol y el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Disminuir el consumo, incluso en pequeños márgenes, puede reducir estos riesgos. Esto es particularmente importante en un país como España, donde las enfermedades cardíacas son una de las principales causas de muerte.

Peso Corporal: reducir el consumo de alcohol puede tener un impacto significativo en el control del peso. El alcohol es una fuente de calorías vacías, es decir, proporciona energía sin aportar nutrientes esenciales. Por ejemplo, una cerveza de 330 ml puede contener alrededor de 150 calorías, mientras que una copa de vino puede tener entre 120 y 130 calorías. Estas calorías se suman fácilmente a la ingesta diaria sin que se perciba su aporte. Además, el consumo de alcohol puede desinhibir el control sobre la ingesta de alimentos, favoreciendo el consumo excesivo de comidas altas en grasas o azúcares. Al reducir o eliminar el alcohol de la dieta, muchas personas experimentan una reducción en su ingesta calórica total, lo que favorece la pérdida de peso o el mantenimiento de un peso saludable.

Calidad del Sueño: aunque el alcohol en pequeñas cantidades puede inducir somnolencia, su consumo afecta negativamente la calidad del sueño. El alcohol altera las fases del sueño, en particular el sueño REM (la fase más reparadora), y puede aumentar las interrupciones durante la noche. Esto resulta en un sueño menos profundo y de menor calidad, lo que deja a la persona cansada al día siguiente. Reducir el consumo de alcohol puede mejorar el ciclo del sueño, permitiendo que las personas experimenten un descanso más reparador. Esto se traduce en una mayor energía durante el día, mejor concentración y una mejora en el estado de ánimo. La falta de sueño de calidad a largo plazo está relacionada con problemas de salud como el aumento de peso, estrés, ansiedad y enfermedades crónicas. 

Peso y metabolismo

El peso corporal es un factor crucial en la absorción de alcohol. Las personas con mayor masa corporal tienden a metabolizar el alcohol más lentamente, mientras que quienes pesan menos pueden alcanzar un nivel de alcohol en sangre más alto con la misma cantidad de bebida.

Sexo: diferencias biológicas

Las mujeres, en general, metabolizan el alcohol de manera diferente que los hombres. Debido a diferencias en la composición corporal, las mujeres suelen tener un mayor nivel de alcohol en sangre con la misma cantidad de bebida que los hombres. Esto significa que, para algunas mujeres, una sola cerveza podría acercarse rápidamente al límite del 0,2 g/l.

Personalidad y autocontrol

Tu personalidad también juega un papel importante. Las personas con una personalidad más impulsiva o que tienden a minimizar los riesgos pueden ser más propensas a subestimar el efecto del alcohol en su capacidad para conducir. Además, aquellos con menor control emocional o quienes tienden a justificar comportamientos de riesgo pueden ser más susceptibles a saltarse las reglas. Estas características pueden influir en la forma en que perciben el consumo de alcohol y los límites legales.

Por otro lado, las personas con una personalidad más conservadora o que son conscientes de los riesgos pueden evitar beber cualquier cantidad de alcohol si planean conducir, lo que refleja un mayor control y responsabilidad en la toma de decisiones.

Legislación en Europa

En Europa, la regulación del consumo de alcohol al volante varía significativamente de un país a otro, pero muchos han adoptado políticas estrictas con el objetivo de reducir los accidentes de tráfico y mejorar la seguridad vial. Las leyes en torno al alcohol en sangre para conductores reflejan una creciente conciencia sobre los riesgos que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden representar.

Suecia y Noruega: tolerancia casi cero

Suecia y Noruega están entre los países europeos con las leyes más estrictas. En ambos países, el límite de alcohol en sangre para los conductores es de 0,2 g/l, similar a la nueva propuesta en España. Este enfoque restrictivo ha demostrado ser eficaz en la reducción de accidentes de tráfico, y refuerza la idea de que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden afectar la capacidad para conducir de forma segura. La concienciación y el cumplimiento de estas leyes han contribuido a que Suecia y Noruega tengan algunas de las tasas de accidentes de tráfico más bajas de Europa.

Polonia y Estonia: sin tolerancia

Otros países, como Polonia y Estonia, han adoptado una política de cero alcohol al volante. En estos lugares, cualquier cantidad de alcohol en sangre puede resultar en sanciones, y la tolerancia hacia los conductores que han consumido alcohol es prácticamente nula.

Reino Unido e Irlanda: límites más laxos

Por otro lado, algunos países tienen límites más elevados. En el Reino Unido, por ejemplo, el límite es de 0,8 g/l, lo que permite un mayor margen de consumo de alcohol antes de que un conductor pueda ser sancionado. Irlanda ha adoptado un enfoque más intermedio, con un límite de 0,5 g/l, similar al que tenía España antes de la nueva propuesta.

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