Estudio con 75 años de investigación

El abuso físico, sexual o emocional en la infancia aumenta el riesgo de dolor crónico en la edad adulta

El dolor crónico es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo

El maltrato físico en la infancia se asoció a una mayor probabilidad de declarar tanto dolor crónico como discapacidad relacionada con el dolor

El dolor crónico
El dolor crónico afecta a 1 de cada 5 personas en nuestro país.
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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Hay estudios que bien merecen la pena resaltarlos, máxime cuando, como en este caso, se ha llevado a cabo tras 75 años de intenso trabajo. Y es que, el abuso físico, sexual o emocional, o la negligencia, ya sea solo o combinado con otros tipos de trauma infantil, aumenta el riesgo de dolor crónico y discapacidad relacionada en la edad adulta.

El estudio examina investigaciones realizadas a lo largo de 75 años, en las que participaron 826.452 adultos. Publicado en el European Journal of Psychotraumatology, revela que las personas que han estado expuestas a diversas formas de acontecimientos traumáticos en la infancia corren un mayor riesgo de padecer dolor crónico y discapacidad relacionada con el dolor en la edad adulta, en particular quienes han sufrido maltrato físico. El impacto acumulativo de la exposición a múltiples EAI agrava aún más este riesgo.

El dolor crónico se produce a veces cuando los nervios se vuelven más sensibles al dolor. Por ejemplo, la causa original del dolor puede estimular de manera reiterada las fibras y las células nerviosas que detectan, envían y reciben las señales del dolor. Esta estimulación repetida puede modificar la estructura de las fibras y células nerviosas (lo que se denomina remodelación) o hacerlas más activas. Como resultado, el dolor aparece con estímulos que normalmente no son dolorosos, o los estímulos dolorosos pueden parecer más intensos. Este efecto se denomina sensibilización.

El doctor André Bussières, de la Facultad de Fisioterapia y Terapia Ocupacional de la Universidad McGill (Canadá), ha señalado que «estos resultados son muy preocupantes, sobre todo teniendo en cuenta que más de mil millones de niños (la mitad de la población infantil mundial) están expuestos a EAI cada año, lo que les expone a un mayor riesgo de padecer dolor crónico y discapacidad más adelante en la vida».

«Hay una necesidad urgente de desarrollar intervenciones específicas y sistemas de apoyo para romper el ciclo de la adversidad y mejorar los resultados de salud a largo plazo de las personas que han estado expuestas a traumas infantiles», asegura.

Causa de discapacidad

El dolor crónico es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo. Afecciones dolorosas de larga duración, como lumbalgia, artritis, cefalea y migraña, pueden afectar al funcionamiento diario de una persona hasta el punto de impedirle trabajar, comer adecuadamente o participar en actividades físicas.

Para ayudar a abordar estas lagunas, los autores llevaron a cabo una revisión sistemática que incluyó 85 estudios. De ellos, los resultados de 57 estudios pudieron agruparse en metaanálisis.

Descubrieron que los individuos expuestos a una EAI directa, ya sea abuso físico, sexual o emocional, o negligencia, tenían un 45% más de probabilidades de declarar dolor crónico en la edad adulta en comparación con los no expuestos.

Además, el maltrato físico en la infancia se asoció a una mayor probabilidad de declarar tanto dolor crónico como discapacidad relacionada con el dolor.

«Estos resultados subrayan la urgencia de abordar las EAI, sobre todo a la luz de su prevalencia y repercusiones en la salud», afirma el autor principal, el profesor Jan Hartvigsen, de la Universidad del Sur de Dinamarca.

«Una comprensión más matizada de la relación precisa entre las EAI y el dolor crónico facultará a los profesionales sanitarios y a los responsables políticos para diseñar estrategias específicas que ayuden a disminuir el impacto a largo plazo de las adversidades de la vida temprana en la salud adulta», añade.

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