Parece San Sebastián pero es Huelva: en este pueblo de Andalucía está lo más mítico de la playa de La Concha
La famosa barandilla de San Sebastián está también en Huelva
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¿Has estado alguna vez en San Sebastián y en concreto en la Playa de la Concha? Si es así, seguro que recordarás su paseo marítimo y también su mítica barandilla de color blanco, que aparece en muchas postales de recuerdo, todo el mundo se hace una foto junto a ella e incluso, hemos visto a muchos famosos que acuden al festival de cine de San Sebastián y no dudan en posar con la barandilla de fondo. Un rincón de esta playa que sin embargo, no sólo encontramos en la Concha. De hecho, hay un pueblo en Huelva que también la tiene y que ya atrae muchas miradas.
Se trata de La Antilla, en la provincia de Huelva, y que si bien es muy recomendable por ser de los mejores pueblos para visitar en verano, también se ha ganado un hueco especial por tener una barandilla que es como la que está en la Playa de la Concha. Pero no pienses que se trata de una imitación. Es una pieza oficial, instalada con mimo, y que ha convertido a este pueblo onubense en un lugar que deja a más de uno con la boca abierta. La historia detrás de este pequeño homenaje al norte tiene su encanto. Nació de la idea de unir dos ciudades costeras, tan distintas y tan parecidas a la vez: una bañada por el Cantábrico, otra por el Atlántico.
La icónica barandilla de La Concha también está en Huelva
Esa barandilla blanca de San Sebastián, con sus curvas, los círculos entrelazados y esos adornos que parecen flores, es parte del paisaje donostiarra desde hace más de un siglo. La ves como decimos, en todas pastes, y es que sin duda, es uno de esos símbolos que no necesitan presentación.
Pues bien, desde hace unos años, concretamente desde 2019, no hace falta ir tan lejos para verla. En pleno paseo marítimo de La Antilla, el Ayuntamiento de Lepe decidió colocar una réplica exacta de esa barandilla que tantas veces se ha fotografiado en el norte. No fue un capricho ni una idea improvisada: querían rendir homenaje a diferentes rincones del país y, de paso, dar un toque distinto a la costa onubense. Así nació el Paseo Donostia – San Sebastián, un tramo del litoral que ya es parada obligatoria para quienes se acercan a veranear por allí.
Y lo cierto es que el experimento salió redondo. A la gente le encanta. Los vecinos pasean con orgullo, los turistas se hacen fotos y muchos acaban comentando lo mismo: “¡Parece que estamos en el norte!”. Pero no es Huelva. Y es, probablemente, uno de sus rincones más curiosos.
Un paseo que se ha convertido en museo al aire libre
La réplica de la barandilla fue sólo el primer paso. A lo largo de los últimos años, el paseo marítimo de La Antilla ha ido incorporando esculturas, detalles artísticos y elementos que lo han transformado en una especie de museo al aire libre. Cada rincón tiene una historia o una referencia, y eso lo hace diferente a otros paseos costeros más convencionales.
El Paseo Donostia – San Sebastián se ha consolidado como uno de los tramos más fotografiados de la zona. No sólo por su estética cuidada y su ambiente tranquilo, sino también por el contraste que genera: el norte en el sur, el hierro blanco frente al azul intenso del Atlántico. Muchos visitantes llegan atraídos por la curiosidad y acaban quedándose a disfrutar de un baño o de una tapa frente al mar.
Además, este rincón ha ayudado a reforzar el atractivo turístico de Lepe y de toda la comarca. La Antilla, que siempre ha sido conocida por su ambiente familiar y su oferta de alojamientos cercanos al mar, ahora presume también de ser un punto de encuentro cultural. La barandilla donostiarra, que parecía fuera de lugar en el mapa, ha encajado perfectamente en el paisaje andaluz, convirtiéndose en símbolo de unión y de buen gusto.
La Antilla, un destino con alma propia
Más allá de la anécdota, La Antilla sigue siendo uno de esos lugares que conviene visitar, al menos una vez en la vida. Sus playas amplias, su ambiente relajado y su gente amable la han convertido en un clásico entre los pacenses y en un descubrimiento para muchos otros. A diferencia de destinos más masificados, aquí todavía se puede caminar por la orilla al atardecer sin sentirse rodeado, sentarse en una terraza con vistas al mar y disfrutar de una buena conversación sin el ruido del turismo de masas.
Esa mezcla entre autenticidad y sorpresa es, quizá, lo que explica su éxito. Porque pocos esperan encontrar un trozo del País Vasco en pleno corazón de Huelva, y menos aún que encaje tan bien. Así, entre el rumor del mar y las luces del paseo, La Antilla se confirma como ese lugar donde siempre apetece volver.