Vuelve la izquierda a movilizarse a toque de pito
En el octenio negro (2015-2023), que diría Joan Font Rosselló, no se hizo absolutamente nada y del mismo modo nada pasó. Paz social, lo llaman.
Pero ha sido ganar el PP las elecciones del 28M y las protestas vuelven a estar en el orden del día. Hace escasas fechas, hubo una movilización bajo el lema, Mallorca no es ven, que recogía la prensa con titulares parecidos: «Manifestación histórica contra la masificación turística y por el derecho a la vivienda digna». En realidad, el mencionado octenio negro no ha sido la excepción en los gobiernos de izquierdas, aquí en Baleares. Porque deben sumarse otros dos cuartetos negros, de manera que en el último cuarto de siglo la izquierda ha gobernado en Baleares un total de 16 negros años.
Es decir, tres quinquenios largos de parálisis prácticamente absoluta, que se han traducido en precaria construcción de vivienda pública y en la práctica, nula inversión en obra pública para adecuar las infraestructuras a la crecida masiva de población, que Font Rosselló, en su irónico artículo ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?, cifra en el 30% el aumento de población los últimos 20 años, de los cuales el Pacte ha gobernado doce. Paz social.
En lugar de calificar de «manifestación histórica» lo ocurrido el 25 de mayo, parece más ajustado a la realidad hablar de la movilización de la izquierda a toque de pito. Algo tendrá que ver en ello que un periódico local diera a conocer una encuesta de intención de voto, según la cual el PSIB perdería dos escaños y el PP ganaría tres, en caso de producirse ahora elecciones al Parlamento balear. Parece ser que el electorado balear vuelve a abrazar la cordura, es decir, la moderación, frente a la diarrea ideológica que siempre ha caracterizado la gestión de la izquierda cuando gobernaba en Baleares.
Pero que no se equivoque el centroderecha porque el imperativo es llegar a ser caballo ganador el próximo 2027. De lo contrario, nada bueno ocurrirá.
Pronto se cumplirá el primer año de la presente legislatura y la catarata de exigencias de la izquierda al Govern del PP en realidad es el listado de sus propias carencias, es decir, que aquello que ellos no hicieron, teniendo todo el viento a favor, ahora le exigen a Marga Prohens que lo haga, incluyendo claro está no tocar los mecanismos de ingeniería social que ellos aplicaron. Y por supuesto haciendo prevalecer ese tufo ideológico que sin ir más lejos está detrás de exigirle al Govern del PP una vivienda digna para los ilegales cuando ellos nada hicieron en sus 16 negros años de gobierno.
Mi compadre de quinta, Biel Majoral (ambos nacimos en 1950), en el año 1997 editó su álbum Vou veri vou per no dormir, por cierto con carátula exquisita debida a Miquel Barceló. El repertorio es altamente reivindicativo algo muy propio de este algaidí. Uno de los temas del disco, Havaneros, cobra máxima actualidad en lo que tiene que ver con Mallorca no es ven. Les recomiendo que lo escuchen, pero ya les adelanto el final: «Això es sa terra / que l’hem venuda, /i l’hem perduda / per sempre més». Este lamento de Biel Majoral viene precedido por una certeza: «Això es sa vida / que han establida / es sinvergüenses / del nostro temps». Aquí no cabe establecer la más mínima diferencia en cuanto a ideologías, porque todos por igual han sucumbido al valor de don dinero, que ya era poderoso caballero el siglo XVII, y parece ser que nada hemos cambiado desde tiempos de Quevedo.
Incluso la extrema izquierda, PSIB-PSOE incluido, nada ha cambiado pese a tanto mensaje extemporáneo. Indaguen si no, sobre la venta de la sede del PSIB-PSOE de Alaró a un alemán. Los socialistas se escudan en el hecho de que el alemán era vecino del pueblo. Vale. ¿Alguien más podía pagar los 345.000 euros de la venta? Porque esta ha sido siempre la pauta que explica la conclusión de Biel Majoral: «Això es sa aterra / que l’hem venuda».
Cuando visité la población amish en el condado de Lancaster (Pensilvania) había numerosos puestos de venta para turistas atendidos por los amish y si algún pacto sagrado había entre ellos era el de no desvelar la granja donde se rodaron escenas de la película Único testigo. Aquí en cambio lo hemos revelado todo en las redes sociales. ¡Cómo no va a haber masificación! No hemos sabido preservar nuestra intimidad y le echamos la culpa al turista.
Palma ha pasado a ser una más de las ciudades europeas favoritas para una escapada de fin de semana, donde se prima la gastronomía, la historia y la cultura. Es algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos, pero a toque de pito emergen con insistencia leyendas retrógradas, como tourist go home, cuando esta preferencia despierta el espíritu del viajero, antes que al turista. Llamando obsesivamente a esta práctica masificación, en realidad lo que estamos haciendo es cerrarle la puerta a la verdadera desestacionalización.
En cuanto a la vivienda mucho tiene que callar la extrema izquierda que ha estado mareando la perdiz todo lo que ha podido y más, incluyéndose crear inseguridad jurídica en las políticas de alquileres, además del apoyo masivo a los okupas con manifiesto desprecio a la propiedad, y todo ello unido a la dejadez llegado el momento de afrontar con determinación la construcción de vivienda pública protegida.
Pero nos venden la paz social mientras están en el poder, lo que debe traducirse en compra de voluntades sin descanso, y una vez son desalojados de las instituciones, vuelven las protestas, el toque de pito y el despliegue de pancartas denunciando precisamente aquello que no fueron capaces de sacar adelante. Mucha hipocresía y sin ningún pudor.