El voto contra el sanchismo

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Cuando se publique este artículo, los partidos políticos estarán cerrando la campaña electoral de las elecciones de este domingo. Como dije en OKDIARIO al inicio de la misma, son las más decisivas desde 1977, pues nos jugamos mantener la concordia de la Transición o ahondar en el rencor en el que el sanchismo ha tratado de meternos a lo largo del último quinquenio. Junto a ello, leyes sectarias, arbitrarias, populistas, han quebrado la seguridad jurídica en España.

Sus vaivenes en economía han ahuyentado la inversión y personas sin preparación han llegado a puestos de gestión sin haber no ya dirigido, sino ni siquiera trabajado. Así han salido engendros legales como la conocida como ley del sólo sí es sí, que ha soltado o rebajado condena a muchísimos violadores.

Al frente hemos sufrido a quien quizás haya sido el más incompetente de los presidentes desde 1977, en dura pugna con Zapatero, pero con peores compañías todavía. No obstante, el propio Zapatero es el que se ha convertido en último defensor de Sánchez, en arrebatos de ira en alguna entrevista terribles, en línea con los enfados de Sánchez en el debate cara a cara con Feijóo, que perdió clamorosamente contra el líder de la oposición.

Y todo envuelto en una coalición conocida como Frankenstein, donde se encuentran, además de los comunistas, los independentistas y el antiguo brazo político de ETA, además del siempre interesado PNV -aquel partido que fue capaz de apoyar los Presupuestos al Gobierno de Rajoy y a la semana votar en su contra al refrendar la moción de censura contra él, muy fiable, como se ve-.

Puede gustar más o menos el PP, pero hay cosas que están por encima de cuestiones menores. El objetivo es acabar con el sanchismo antes de que éste siga sembrando odio y rencor entre los españoles y antes de que siga avanzando en el proyecto de argentinizar España. Nos jugamos mucho como para fijarnos en esos detalles, que después habrá que exigirle al PP que los cumpla y, si no lo hace, alzar la voz contra ello, pero ahora hay que conseguir derogar el sanchismo y para ello el único partido que está en condiciones de derrotarlo es el PP, con su líder a la cabeza, Alberto Núñez Feijóo. Por eso, insisto, el voto útil para derogar el sanchismo es votar a Feijóo.

Y quien no quiera votar al PP, que vote a Vox, que es un partido constitucional, que defiende la Constitución, a diferencia de muchos de los socios de Sánchez, empezando por muchos podemitas o integrantes de la candidatura de Díaz, ya que muchos de éstos han defendido la república, han atacado a la monarquía y han puesto en tela de juicio tanto la Transición como la Constitución. Es mucho peor un pacto con Podemos o Sumar, y no digamos ya con los independentistas y con el antiguo brazo político de ETA, que con Vox, aunque sería deseable que este partido eliminase cualquier tentación falangista, porque esa ideología también perjudica a España. Estoy seguro de que en Vox eso es muy minoritario, de hecho, la práctica totalidad de sus votantes son ajenos a dicha doctrina, pero Vox debe evitar que unos pocos, insignificantes en dicho partido, traten de imponer esa ideología, porque sería un desastre, empezando para el propio Vox.

Hay que votar, por tanto, contra el sanchismo, para conseguir derogarlo, para que este quinquenio no haya sido nada más que una mala pesadilla algo larga. Nadie debe confiarse y todos los votantes que quieran acabar con el sanchismo han de votar contra él, sin vender la piel del oso antes de cazarlo. Lo óptimo para ello es votar a Feijóo. Y a partir de ahí, cada ciudadano que vote lo que crea conveniente.

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