Vicente Gil: «Israel, la ONU y Hezbolá, ¡España debe retirarse de Líbano!»

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Las Fuerzas de Defensa de Israel están desnudando las vergüenzas de la ONU en Líbano, como antes en Gaza. Trabajadores de Naciones Unidas participaron en los ataques del 7 de octubre. Sus instalaciones y escuelas en Gaza eran arsenales de armas, puertas de túneles infinitos y parapetos de sus terroristas. La invasión de Gaza ha demostrado que la ONU es parte del conflicto y cómplice de una organización terrorista yihadista como Hamas. Antonio Guterres debería haber dimitido.

En Líbano, se repite la historia. La ONU es cómplice de Hezbolá. Mucho más grave, si cabe, porque en Líbano hay desplegados cascos azules, la FINUL, al mando ahora del general español Aroldo Lázaro. España tiene 650 soldados en Líbano. La inutilidad de FINUL es manifiesta comprometiendo, en el caso de España, el buen nombre de nuestras Fuerzas Armadas. Las tropas españolas, desde su primera misión internacional en Bosnia, en los 90, han sido un ejemplo de profesionalidad y honradez. Han sido la mejor imagen de España en el exterior y no merecen, ahora, estar mezclados en esta misión por intereses políticos.

Porque FINUL se ha convertido en una fuerza de apoyo a los terroristas de Hezbolá. El despliegue de FINUL en el sur de Líbano ha dado cobertura a Hezbolá para consolidar sus lanzaderas de cohetes. El sur del Líbano no es un terreno militarmente fácil. Israel va entrando poco a poco, sorteando dificultades, incluidas las propias bases de la ONU.

Israel va cumpliendo sus objetivos militares y está demostrando, como en Gaza, con drones, fotos y vídeos que las bases de cohetes y las posiciones desde las que Hezbolá ataca a Israel están, como pasaba en Gaza, a escasos metros de escuelas e instalaciones de la ONU. Dos militares de Israel murieron el 6 de octubre tras el disparo de tres cohetes desde lanzaderas que estaban a 25 metros de un colegio de la ONU y a 200 metros de un edificio, también, de Naciones Unidas.

Por eso Israel ha pedido la retirada de las tropas de la ONU. Para poder operar contra los terroristas sin el parapeto de los cascos azules. La desvergüenza de la ONU es tal que Israel ha mostrado vídeos, en las últimas horas, de túneles de Hezbolá cuyas entradas están a menos de 100 metros de bases de la FINUL y a la vista absolutamente de sus torres de vigilancia. ¿Dónde miraban los cascos azules mientras los terroristas de Hezbolá hacían el túnel?

Túneles horadados en las narices de la ONU hasta el interior de Israel, a escasos metros, no kilómetros sino metros, de la frontera norte de Israel convirtiendo en un infierno la vida de sus ciudadanos. Más de 60.000 israelíes llevan fuera de sus casas desde hace semanas, desplazados a zonas más seguras del centro del país. Israel necesita hacer el trabajo que no hace el ejército regular de Líbano y, desde luego, Naciones Unidas, que, al contrario, ayuda a los terroristas.

Oirán estos días, para pedir la retirada de Israel de Líbano, que debe cumplirse la Resolución 1701 de Naciones Unidas. Quienes odian a Israel y muestran fervoroso ardor por Hamas, Hezbolá o Irán les mienten también en esto. La Resolución 1701 del Consejo de Seguridad, de 11 de agosto de 2006, estableció tras aquella guerra el cese completo de hostilidades (que se cumplió), la retirada de Israel del sur del Líbano (que Israel cumplió) y el despliegue del ejército libanés y de FINUL.

Pero la 1701 exigía también que el ejército libanés y FINUL garantizaran el desarme de Hezbolá y, atención, que no hubiera terroristas de Hezbolá al sur del río Litani. Esa línea del río Litani, de este a oeste del país, a 30-40 kilómetros de la frontera norte de Israel, era la garantía, el colchón de seguridad, para que los misiles de Hezbolá no llegaran a las ciudades norteñas de Israel.

Hezbolá jamás ha cumplido la desmilitarización al sur del río Litani. El gobierno del Líbano, a merced de Irán, y la ONU llevan 18 años permitiendo a Hezbolá desplegarse hasta llegar, como se está viendo estos días, a poner lanzaderas de misiles y hacer túneles a escasos metros de la frontera de Israel.

Prueba de ellos es que algunos cohetes han llegado más lejos que nunca. Hezbolá ha alcanzado objetivos en Haifa o Nazaret, a unos 40 kilómetros de la frontera, precisamente porque han sido lanzados, con descaro, desde la misma frontera del Líbano y en las narices de los soldados de la ONU.

Esta es la realidad. Y no de ahora. FINUL fue creada en 1978. ¿A qué se han dedicado los soldados de la ONU durante casi medio siglo y particularmente desde la Resolución 1701 de 2006? A nada. A hacer la vista gorda, a permitir a los terroristas instalarse al lado de sus cuarteles y a meterse en los refugios cada vez que Hezbolá ataca a Israel.

Es cierto que los soldados de la ONU, en los momentos menos álgidos del conflicto, han dado tranquilidad a la población libanesa local. Pero no han hecho nada por ir a la raíz sustancial del problema y cumplir su misión principal: evitar el despliegue militar de Hezbolá apoyado por Irán al sur del Litani.

La presencia de las tropas españolas en Líbano es, ahora, una vergüenza. Deberían volver a casa cuanto antes para permitir que las tropas de Israel puedan hacer su trabajo.

Lo que Israel está haciendo en Líbano es hacer cumplir no sólo la Resolución 1701. También, la 1559 (de 2004) o la 1680 (de 2006), que exhortaba al gobierno de Líbano a cumplir, precisamente, la 1559 de dos años antes e «impedir -dice textualmente- la circulación de armas en su territorio y a disolver y desarmar en seis meses todas las milicias libanesas y no libanesas para restablecer plenamente el control del Gobierno del Líbano en todo su territorio».

¿Qué han hecho FINUL y el estado libanés? Nada.

Israel tiene todo el derecho a defenderse porque Líbano es un estado fallido dominado por Irán y a defenderse sin la injerencia cómplice de la ONU. Líbano es un país fallido y su ejército no pinta nada frente a Hezbolá.

¿Qué ha de hacer Israel? ¿Permanecer de brazos cruzados? ¿Qué haríamos nosotros si, por ejemplo, desde Francia, con el beneplácito del gobierno francés y el apoyo militar de una potencia extranjera como Irán, una organización terrorista islamista lanzara 9.000 cohetes y misiles al año sobre los pueblos y ciudades del País Vasco, Navarra o Cataluña? ¿Nos quedaríamos de brazos cruzados? Bueno… Zapatero y Sánchez seguro que sí. Ellos negociarían con los asesinos, que es lo propio del PSOE. Juntarse con terroristas y dictadores.

La ONU es cómplice de haber convertido Líbano en una base de terroristas chiíes. No sólo Irán hace lo que le da la gana en Líbano. También la propia ONU hace lo que le da la gana en aquel país sin respetar a su gobierno.

El 45% de la población de Líbano ya son sirios ilegales ¿Saben por qué? Porque ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, a su bola, pasando del gobierno libanés, se dedica a conceder tarjetas de refugiados por su cuenta y sin ningún control a todos los que cruzan la frontera huyendo de la guerra.

ACNUR se empeña, con el buenismo habitual, en integrarlos en la sociedad libanesa. ¿Les suena este tema? Los refugiados sirios en Líbano ni se han integrado ni quieren integrarse. Sólo han generado un problema social añadido enorme y choques violentos entre comunidades en un país tan complejo y fraccionado en minorías como ese.

¿Este es el país, Líbano, en estas circunstancias, sin gobierno, dominado por Irán, sin controlar su territorio y plagado, probablemente, además, de terroristas sirios, que tiene que garantizar la seguridad de Israel con la ayuda de FINUL? Esperar esto es una broma después de 50 años. Y no es que la ONU haya fracasado. Es que no ha querido hacerlo por antisemitismo y para lucrarse por décadas con ese enorme negocio mundial que es la llamada ‘causa palestina’.

La ONU es cómplice de lo que ocurre. Y sé de lo que hablo.

Permítanme lo que vieron, durante años, mis ojos de reportero para poder certificarles que la ONU es una organización corrupta, que sólo sirve para colocar a burócratas y vividores del dinero público, como Antonio Guterres.

Por citar dos lugares distintos. En Sierra Leona, recuerdo, los funcionarios de la ONU se pasaban el día en la playa, en los chiringuitos de Freetown, en la piscina de los hoteles de lujo para diplomáticos -como el Mammy Yoko- o dándose paseos en barca ajenos al drama. Mi retina conserva aún el empujón de un funcionario de la ONU a un niño que, a cuatro patas, literal, deformado completamente por la polio, se acercó a su tumbona para pedirle comida.

En Bosnia, por venirnos a Europa, los cascos azules de UNPROFOR en Sarajevo se repartían, por nacionalidades, el negocio de la prostitución de chicas bosnias, el tráfico de drogas y de tabaco o el estraperlo de comida en una ciudad, como aquella, cercada completamente. Comida a cambio de sexo, por supuesto.

Miren. ¿Quieren saber ustedes quién es Antonio Guterres?

Centroáfrica es el pais más violento del mundo ahora mismo. El 50% de la población depende de la ayuda internacional para comer. Guterres lo visitó en 2017. Mi amigo el obispo de Bangassou, al sur del país, Juanjo Aguirre, un auténtico ángel español en aquel infierno africano, me contó cómo intentó entrevistarse con Guterres para contarle que los cascos azules marroquíes de la ONU violaban sistemáticamente a las chicas locales en su región. Guterres se negó a recibirle. Aguirre se plantó en el aeropuerto y le abordó antes de que abandonara el país. Guterres le dió 5 minutos apenas para escucharle. Aguirre le contó lo que hacían los cascos azules marroquíes. Guterres calló, le miró y le contestó: «¡Uff!. Pues no diga nada. No sabe el disgusto que puede llevarse el Rey de Marruecos si se entera de esto». Cogió el avión y se fue.

¿Este es el tipo al que Israel debe confiar su seguridad? Yo les pregunto y sean sinceros: ¿Fiarían ustedes la seguridad de su casa, de su familia o de sus hijas a un tipo así?

Pedro Sánchez es de la misma calaña que Guterres. Sin escrúpulos ni moral, sólo pendiente de sí mismo.

Esta mañana, en Barcelona, en un nuevo discurso insultante hacia Israel y Netanyahu, Sánchez ha confirmado que no retirará a nuestras tropas de Líbano. Él será responsable de lo que pueda ocurrirles.

Sánchez ha usado todas las instituciones en beneficio personal. Acorralado por la corrupción de su mujer, de su hermano y del caso Koldo, cada día de resistencia en La Moncloa lo ha convertido en una huída hacia adelante con cualquier tema para desviar la atención y cerrar filas con su aborregada, inculta, vaga y sectaria masa de votantes.

Chapoteando en el barro de su propia basura corrupta, Sánchez está dispuesto ahora a usar, también, a nuestros militares en el Líbano para venderles carnaza antisemita a los suyos y que piensen en Netanyahu antes que en Abalos. Cuando el comodín de Franco o la ultraderecha se le gasta, Sánchez saca a Israel.

Porque Sánchez conoce bien al rojerío español que le vota y sabe cómo unirlo en lo único que les ha unido siempre: el odio hacia alguien. La izquierda española sólo sabe odiar.

España debe retirar, ya, sus tropas de Líbano. Sánchez será responsable de lo que pueda ocurrir. Sánchez ya tiene, también, su Irak.

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