El único que no podía faltar

El único que no podía faltar

Si alguien tenía que estar presente en la conmemoración de las primeras elecciones democráticas ese era Juan Carlos I. Su ausencia del Congreso de los Diputados es un error muy grave por parte de Alfredo Martínez, jefe de Protocolo de la Casa del Rey. Tanto que la figura real se ha vuelto omnipresente en los medios de comunicación. El Rey emérito es sin duda el protagonista informativo de la semana. Carmen Enríquez, la persona que más sabe de la Corona en nuestro país, lo contó en OKDIARIO: «Está indignado por su exclusión del acto de las Cortes». Algo que resulta más que comprensible. Fallecidos Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda, él es el último gran arquitecto vivo de la Transición. El hombre que convirtió el designio franquista de una España «atada y bien atada» en la monarquía parlamentaría que es hoy. Sistema político que garantiza los derechos y libertades que disfrutamos todos los españoles y que están recogidos en una Constitución que ha de estar más vigente que nunca dada la amenaza golpista que promueven desde Cataluña. 

El Rey Juan Carlos encarna el inicio y la consolidación de un tiempo histórico al que hay que volver una y otra vez para recordarnos qué somos como nación, de dónde venimos y a dónde queremos ir. Un periodo que encontró su elemento vertebrador en la «concordia» defendida por Adolfo Suárez y que hubiera sido inviable sin el respaldo del actual monarca emérito. Aunque sólo fuera por ese patrimonio, amén de los 38 años de reinado, su presencia en la Cámara Baja era imprescindible. Una cosa es que decidiera ceder con buen criterio el protagonismo a su hijo y otra cosa muy distinta que el principal artífice de uno de los hechos históricos más importantes de España —el paso de la dictadura a la democracia— no tuviera un lugar preferencial en todo el Hemiciclo. Con sus errores y aciertos, Juan Carlos I representa esa sociedad que logró enterrar de una vez por todas «las dos Españas». Estos últimos 40 años han sido el mayor periodo de paz y prosperidad que ha vivido nuestro Estado. Juan Carlos I tiene mucho que ver con ello y debería haber estado en la celebración.

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