La única suma posible

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Los mercenarios políticos que asesoran a este Gobierno (más que en funciones, disfuncional) se las prometían muy felices con esta nueva convocatoria electoral pero, sin embargo, el tiro les puede salir equivocado. Y digo puede, porque tampoco el centro-derecha-liberal, a tenor de las encuestas, puede tirar la casa por la ventana. Y ¿por qué no puede hacerlo? Pues por la dura y cerril matemática, que no admite especulaciones biempensantes ni quimeras numéricas imposibles.

La negativa conjunta de C’s y Vox, ante las propuestas y aproximaciones realizadas por Pablo Casado, en orden a acudir a las urnas con fórmulas de unión, fundamentalmente en el Senado y en provincias con menos de siete diputados para el Congreso, ha perjudicado sobremanera las opciones reales de que gobierne una alternativa al socialismo, comunismo y separatismo en España. Es de Perogrullo afirmar que, en democracia, todas las opciones tienen el derecho de concurrir a las elecciones y someterse al escrutinio de la ciudadanía, que es la única soberana, tal y como proclama el artículo 1.2 de la Constitución. Sin embargo, no es menos cierto que el voto desde la víscera, irracional y de sangre caliente no suele funcionar, mientras que el voto pragmático y reflexivo ayuda a conseguir los objetivos pretendidos. Denostar el «voto útil», fundamentalmente desde los partidos que no han gobernado nunca, no es más que una táctica electoralista que busca tocar la fibra personal del votante, muchas veces cansado de los políticos habituales (no sin razón en la mayoría de ocasiones). Pero, del mismo modo que nadie se atrevería a discutir que dos más dos suman cuatro, el hecho de que la alternativa a un gobierno de socialistas, comunistas y separatistas se presente en tres candidaturas separadas solo beneficia al Dr. Sánchez y a sus socios. No asumir esto es, simple y llanamente, no conocer las reglas del juego (LOREG mediante).

España se enfrenta a una encrucijada histórica que marcará el futuro de toda una generación para la cual, como el que esto escribe, los próximos diez años serán determinantes en su evolución personal y profesional. Y no debemos olvidar que nos encontramos en un entorno de crisis económica acuciante, ya reconocida hasta por nuestro presidente disfuncional bajo el eufemismo de “enfriamiento de la economía”. Además, nos estamos jugando, ni más ni menos, la continuidad histórica de nuestra Nación como proyecto de vida común de todos los españoles. A España no se la defiende elevando la voz más de la cuenta (aunque en ocasiones nos apetezca hacerlo), ni haciendo propuestas imposibles que no sigan los estrictos cauces legales previstos en nuestro ordenamiento jurídico. El Estado de Derecho funciona siempre y el imperio de la ley es la única solución frente a los ataques recibidos. Con la sobreactuación política corremos el riesgo, inasumible para cualquier nación seria y moderna, de quedar en evidencia frente a los enemigos que representan los que quieren romper la convivencia de todos nosotros.

Por tanto, quizá con la misma esperanza que el enamorado tira una botella al océano para que su amada lea la carta del interior, escribo estas palabras de reflexión y apelación al voto responsable e inteligente. La sabiduría clásica siempre acude en nuestra ayuda frente a los momentos de incertidumbre y duda. En este caso, en boca de Tácito, nos susurra lo siguiente: “Mientras luchen por separado, serán vencidos siempre”.

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