¿Trump porque no había más remedio?

¿Trump porque no había más remedio?

A la espera que se resuelva lo antes posible la sucesión en el gobierno de los EEUU, podemos hacernos algunas preguntas. Donald Trump ha perdido seguramente las elecciones, pero ha sumado más votos que en la anterior. Al parecer hay muchos americanos dispuestos a votar a un hombre bastante extravagante, que en la pandemia ha propuesto remedios propios de curanderos o se ha burlado de gente que, como Biden, han usado mascarilla.

Pero, tras cuatro años de ser un bocazas, de lanzar exabruptos o informaciones falsas (pero también de relanzar la economía o de conseguir este hito que es el acuerdo entre Emiratos e Israel), cerca de 75 millones de estadounidenses han demostrado que le prefieren antes que a Biden. El voto tiene componentes de adhesión tribal, capaz de ignorar incluso hechos evidentes. Pero está ocurriendo otra cosa a nivel mundial que se muestra más ampliado en los EEUU. Y esa es la aversión, la repugnancia hacia las políticas de identidad que han tenido su máxima expresión en la violencia de movimientos radicales alrededor del Black Lives Matter del pasado verano. Esta inquietud habría perdonado muchos de los fallos de la Administración de Trump.

Este es el parecer también de científicos sociales de primera fila: “Yo me opondría a cualquier ideología que dijera que todas las personas blancas son racistas y que siempre lo serán, y que la sociedad es un conflicto constante entre distintos grupos raciales. Es lo opuesto a la idea progresista igualitaria que defiendo: la gente debería ser juzgada en función de sus méritos y cualidades individuales, deberíamos ignorar lo máximo posible la raza”, ha llegado a decir Steven Pinker

Que la razón y la ciencia han dejado de ser los puntos de referencia que no hace demasiado tiempo eran nuestras guías, es evidente. En contra de cualquier indicio objetivo, ni siquiera del sentido común, nos dicen nuestros políticos que el género es una decisión personal que exige los derechos correspondientes. O se permiten discriminar e insultar a la mitad de la población. Este lunes, sin ir más lejos, Sonia Vivas, la concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI (Podemos) en el Ayuntamiento de Palma, se ha permitido decir públicamente que «los hombres con penes más pequeños suelen ser más beligerantes». ¿Algún estudio científico que pueda citar? Claro que no. Si lo buscara posiblemente iría en dirección contraria de lo que ha manifestado (esas cosas del fenotipo y la testosterona). Pero a este tipo de perfil de izquierdas, la razón y la ciencia son algo que desconocen con perfecto orgullo. Por ello se embarca en disquisiciones sin otro fundamento que el ideológico sobre un supuesto “mandato patriarcal” que además de poner por las nubes el tamaño de los genitales masculinos también hace que las mujeres sean tratadas (“todas”, dice la cretina) “como prostitutas” a lo largo de su vida.

Y estas barbaridades vienen de EEUU. ¿Inspira Biden confianza? Aunque se distanció de eslóganes como “defund the police” (quiten recursos a la policía) o de los que decían que la gente en Estados Unidos era inherentemente racista, puso ¡al frente del programa ecológico! a Alexandra Ocasio-Cortez, una joven, guapa y racializada socialista radical que acabaría sin dudarlo con la industria petrolera y se embarcaría en empresas que sólo sostiene con argumentos ideológicos. En el ala más radical de su partido hay insensateces variadas, como la de #Abolishthepolice (abolir la policía). La gente que ha visto la violencia en sus calles o ha experimentado la censura en las universidades (cultura de la cancelación) tiene ganas de salir corriendo. Tampoco les anima a votarles sus referencias al socialismo. Ya no digamos a los votantes cubanos.

Muchos demócratas enfadados y defraudados por los excesos de las políticas de identidad de izquierdas llegaron, posiblemente, a la conclusión de que la única forma de frenarlos era votando a Trump. Las lecciones que podrían extraerse de esta campaña americana podrían ser muy útiles para que la izquierda española se aleje de estos delirios. Pero al parecer sólo se les ocurre crear algo como un ‘Ministerio de la Verdad’, cuando ni siquiera han reflexionado jamás sobre qué significa este concepto. Según noticias  se constituyó en secreto el 15 de marzo. El Gobierno ha ocultado su creación, actividad, operaciones y órdenes durante ocho meses. Qué miedo.

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