Tezanos es un pelota y el CIS una fábrica de propaganda socialista

Tezanos es un pelota y el CIS una fábrica de propaganda socialista

Bien porque teme perder su puesto de trabajo -el Gobierno le ha ofrecido a Podemos el CIS entre otras bagatelas institucionales- bien porque la veneración al líder de José Félix Tezanos raya lo enfermizo, lo cierto es que el artículo que ha dejado escrito en la revista de la Fundación Sistema es la loa más almibarada que jamás haya hecho nadie de la figura de Pedro Sánchez. En esencia, lo que Tezanos piensa de Sánchez es que es una de esas figuras cumbres en la historia de la humanidad, un prohombre al que España habrá de venerar por lo siglos de los siglos.

Que Tezanos se deshaga en elogios a Pedro Sánchez es absolutamente legítimo, sino fuera por el pequeño detalle de que es presidente del CIS, un organismo donde, al menos, hay que guardar la apariencia de neutralidad. Para Tezanos, Sánchez es la luz que nos guía. Quienes le critican, desalmados sin escrúpulos. ¿Cómo es posible que alguien con una concepción tan sectaria de la vida política española pueda presidir un organismo público pagado con el dinero de todos los españoles? ¿Cómo es posible que alguien con una visión tan excluyente de la pluralidad de ideas puede estar al frente de una institución encargada de tomarle el pulso a la sociedad?

Lo de Tezanos en el CIS raya lo obsceno, porque ha puesto las estructuras del organismo que preside al servicio de los intereses exclusivos de su venerado Pedro Sánchez y en contra del resto de formaciones políticas, lo que invalida el objeto y el sentido mismo del Centro de Investigaciones Sociológicas al convertirlo en una máquina de propaganda socialista. Por decirlo todavía más claro: Tezanos ha hecho del CIS una fábrica de compra de votos del PSOE, diseñando una estrategia de orientación y captación de sufragios en favor de Pedro Sánchez. Que su artículo puede resultar indigesto y hasta grimoso es lo de menos. Lo de más es que Tezanos no puede seguir ni un minuto más en el cargo. Por una simple cuestión de dignidad democrática.

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